CAPÍTULO 14

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Ezequiel Freeman entró al recibidor de una lujosa mansión con paso lento y aburrido

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Ezequiel Freeman entró al recibidor de una lujosa mansión con paso lento y aburrido. La casa estaba en su mayoría pintada de blanco, decorada con pinturas costosas y elegantes lámparas. Notó que nada había cambiado desde la última vez que estuvo ahí, incluso seguía presente la misma soledad que se había creado el día que Connor se marchó con maleta en mano.

Suspiró cual hombre cansado que regresa después de un largo día de trabajo y subió las elegantes escaleras, que estaban metros adelante, topándose con la señora de la casa, una hermosa mujer de cabello castaño y ojos color miel.

—Ezequiel —exclamó con una radiante sonrisa.

—Tiempo sin vernos, Lauren —respondió notando un par de arrugas más en la sonrisa de aquella bella dama.

—Debiste avisar que vendrías —reclamó poniendo los brazos en jarra.

—Lo siento, solo recordé que tenía un par de cosas aquí que necesito —admitió levantando un poco los hombros.

—¿Cómo ha estado Connor? Espero que no te esté causando muchos problemas.

Ezequiel negó con la cabeza.

—Tranquila, él está bien.

Ella asintió con una ligera sonrisa melancólica:

—Dale un abrazo de mi parte.

—No creo que él quiera un abrazo mío Lauren, además... —hizo una mueca al imaginarse asimismo abrazandolo— seria raro.

—Se podrán ver de la misma edad, pero ambos sabemos que tú eres más como su abuelo —lo señaló poniendo la otra mano en su cintura.

Ezequiel alzó una ceja divertido.

—Lo cuidas, lo consientes y siempre estás ahí para él —dijo enumerando las palabras con sus dedos.

Aquella respuesta hizo que borrara la sonrisa de su rostro:

—Si lo dices de esa forma parezco su novia y no su niñero.

Lauren soltó una risilla al percatarse del doble sentido de sus palabras.

—Lo siento, no era mi intención decirlo de esa forma —movió la cabeza para espabilarse la risa—. De todos modos quiero que le des un abrazo de mi parte y por favor cuidalo bien.

—¿No me pedirás que le diga que te marque? —soltó extrañado ante la falta de dicha petición.

—Ya me cansé de suplicar su cariño. Esperaré paciente a que él decida hablarle a su madre.

Ezequiel hizo un ligero movimiento de cabeza a forma de aceptación.

—¿Esta James en casa o estás sola? —preguntó cambiando el tema.

—Ninguna, no está James y no estoy sola, Iris está en su cuarto.

—¿Iris? ¿En casa?

Lauren asintió divertida.

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