CAPÍTULO 16

5 1 0
                                    

Nerea regreso al interior de su casa molesta por la amenaza tonta de Ezequiel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nerea regreso al interior de su casa molesta por la amenaza tonta de Ezequiel. Entró y se desplomó en el sillón con exageración.

—Supongo que merezco una explicación —comentó despreocupada.

Movía las manos de forma incómoda.

—Ya lo mencionaste hace rato, nuevamente me están siguiendo —habló nerviosa.

—De porque te persiguen, pero te advierto —se acomodó de forma más intimidante—, no quiero mentiras.

—Yo no sería capaz de eso —dijo con indignación.

—Habla entonces.

—Yo me involucre hace tiempo con personas que no debía y ahora no sé qué hacer.

—Debo admitir que es un buen resumen para explicar el hecho de que salías con uno de los hijos del señor Bonventre y que al querer terminar con él, este te amenazó de muerte, convirtiéndote en su nueva presa.

Alexia abrió los ojos sorprendida.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Porque yo he trabajado para la cabeza de los Lombardozzi —comentó recargándose en el sillón.

—Entonces, eso quiere decir que tú eres una de las moiras de Old Man ¿no es así?

—¡Cielos!... Si sabes todo eso, es justo que el mocoso te quiera muerta. Sin embargo, te ayudaré a liberarte de ellos.

—¿Por qué harías eso? Se perfectamente que nunca te he agradado... —miró molesta en otra dirección— tanto que hasta me has investigado.

—Leer el manual de cuidados de tu nueva mascota no es malo —se limitó a decir— y por otro lado, nadie se mete con mis cosas —curvó ligeramente los labios—, así que te aseguro que lo van a pagar caro.

—Supongo que tendré que pagarte por tu ayuda —hablo mirando sus pies.

—Solo se obediente, quiero que seas una mascota disciplinada.

Alexia guardó silencio un momento.

—Esta bien.

***

—¿Qué demonios haces en mi casa, viejo? —preguntó Connor al ver a Ezequiel sentado cómodamente en su sala mirando la televisión.

—¿Qué no es obvio? —señaló el aparato con el control remoto.

—Me refiero a porque siempre estás aquí teniendo una casa mejor que este lugar —soltó quitándose la chamarra.

—Necesitaba hacerle unas preguntas a un trabajador de la empresa y luego me dio flojera caminar hasta mi casa.

—Ni que fuera mi vecino para que te conviniera quedarte aquí.

—Lo es, vive al lado —contestó despreocupadamente.

—Es un profesor, no empleado de Alexander —respondió frunciendo el ceño.

Por alguna razón quien vino a su mente fue su otro vecino de piso además de Nerea, un hombre casado con el que ocasionalmente conversaba cuando se encontraban en el elevador o en el estacionamiento.

—No dije que fuera hombre, hablo de tu vecinita... —sobó su mentón intentando recordar el apodo que él le había puesto— la ermitaña, como tú la llamas.

—¿Nerea?... —se quedó pensativo un segundo y como si la respuesta lo golpeara dijo: — Cierto, mencionó ser compañera de Alexia.

—Aparte de eso, ¿qué más sabes sobre ella? —demandó poniéndose de pie.

—No mucho, solo que es rara hasta la médula. Le gusta caminar en la lluvia, ver la ciudad desde la salida de emergencia, no suele maquillarse, pierde las cosas con facilidad... y difícilmente habla sobre ella misma.

—Cierra la boca —ordenó— me refiero a cosas de importancia para la empresa, no desde tu punto de enamorado.

—¡Eh! Tengo novia por si no lo recuerdas —respondió a la defensiva.

—Con la que estás solo porque te complace físicamente.

Connor intentó mostrar molestia, pero no pudo contener la risa de ver a Ezequiel referirse al sexo de esa manera tan propia de los ancianos. Es verdad que era un anciano, sin embargo, el hecho de que su cuerpo se viera tan joven causaba que su actuar fuera raro e incluso gracioso.

—Quieres guardar silencio —espetó serio.

—Está bien, pero ¿para qué quieres saber sobre ella? ¿Ahora también se meten en la vida personal de los trabajadores?

Ezequiel levantó una ceja.

—Los asuntos de la empresa no te importan, no veo porque debo responderte.

—Bien, entonces supongo que te daré asilo esta noche.

—Que buen niño eres.

Connor rodó los ojos fastidiado y tras tomar un aperitivo ligero, se fue a su cuarto a cambiarse de ropa, un par de minutos después salió con un pantalón holgado y una sudadera.

—Supongo que ya irás a dormir ¿no?

—Correcto, así que se un buen viejito y también ve a dormir —contestó conectando su celular al cargador mientras su amigo lo fulminaba con la mirada. Connor levantó los brazos divertido y sin decir nada más, se fue a descansar.

Después de un rato, Ezequiel apagó el televisor causando que el silencio se hiciera presente en el lugar, pero no tardó en interrumpirse por el sonido acompasado de la lluvia en el exterior.

Se levantó para ir al cuarto de Connor a cerciorarse que no hubiera dejado la ventana abierta. Sonrió al verlo dormir plácidamente a pesar de tener un viento helado soplando desde el exterior.

Caminó hasta el cuarto de Connor intuyendo que había dejado la ventana abierta.

—¿Cómo es que puedes seguir actuando como niño? —habló cerrando la ventana.

Volvió a verlo mientras este se acomodaba de lado en la cama. Le lanzó la cobija para taparlo sin cuidado y regresó a la sala donde se sentó sin poder dormir.

Al cabo de un rato, escuchó demasiado ruido proveniente del departamento vecino. Fue a la cocina para asomarse por la pequeña ventana que tenía vista al distribuidor interno del edificio, cuidando de no ser visto.

Nerea estaba saliendo de casa acompañada de Alexia.

Esperó el tiempo suficiente para poder salir sin que lo notara. Al salir observó las huellas de alguien que había entrado por la puerta de emergencia y recorrido el distribuidor hasta la casa de ella, delatando que una de las dos había llegado empapada por la lluvia.

Siguió las huellas pero se detuvo poco antes de salir por la puerta de emergencia al escuchar a Nerea hablar en el exterior.

—Ya deberías de estar dormido, tonto —mencionó en tono molesto.

Se tensó al pensar que ella hubiera notado su presencia y le hablara a él.

—¿Qué es lo que quieres, John? ¿Por fin me pedirás que termine el trabajo?

Agudizó el oído para escuchar más de su conversación.

—Así que mañana hablaré con la niña mimada de los Hamilton... ¿A qué hora?... Perfecto, si eso era todo, entonces colgaré... ¿Qué? Demonios, ya que, le informare a Agnello sobre mi situación. Gracias.

Tras terminar la llamada, se escuchó como ambas descendían por las escaleras de metal.

Relajó el cuerpo al entender que sus palabras eran para la persona de la llamada.

Noche OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora