Capítulo 30

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Era viernes, Doris se encontraba en su cuarto algo pensativa, su madre no se encontraba y Jos estaba por venir.

—Osita, me voy.

—¿Que? ¿A dónde? –pregunto algo nerviosa.

—Alon me llamó para que lo acompañe a no se donde ¿estaras bien?

—Si, Jos vendrá en un rato.

—Esta bien, trataré de no tardar tanto, te quiero–se fue.

Y quedó sola con los nervios a flor de piel, ni ella misma sabía porque estaba nerviosa. Quizás por el hecho de que estaba sola en casa y que pronto vendría su novio, tenía miedo de que llegará a pasar lo de la otra vez, pero de alguna manera ya estaba decidida. El timbre sonó, indicando que su novio ya estaba ahí, bajo y abrió la puerta.

—Hola hermosa–se acercó y le dio un beso en los labios.

—Hola Jos, emm...¿vamos a mi cuarto?

—Si quieres.

Comenzaron a subir para dirigirse al cuarto de Doris. Ni sabía porque estaba nerviosa, pasaría lo que tenía que pasar.
Si no pasaba era porque no era el momento, pero siendo Jos, aquel chico que quería con locura, cualquier momento sería perfecto, porque ambos iban a querer, no sólo uno como lo que iba a pasar aquel día en casa de Bryan.

—Se estarán divirtiendo–pregunto Doris para romper el silencio.

—Estando esas dos juntas, es probable que si, le encuentra diversión a todo–tomó la mano de su novia–¿y Julissa?

—Salió, Alonso la llamó porque quería que lo acompañara a no se donde.

La casa estaba sola y estaba alado de la chica que tanto queria, no queria y no debía aprovecharse, prometio que la esperaría y no la presionará, sería paciente y hasta que ella estuviera lista pasaría lo que tendría que pasar.
Sin embargo, el tenerla ahí, con su dulce aroma, no se pudo resistir y comenzó a besarla. La recostó en el sillón y bajo su mano a la pierna de ella, comenzó a subirla hasta llegar a su blusa, pero antes de que pasará a algo más, se separó.

—Lo siento–se disculpó.

—No te disculpes Jos.

Ahora ella tomó la iniciativa y junto sus labios con los del pelinegro, esa acción lo sorprendió pero era evidente que no tardaría en corresponder y así lo hizo.

—No quiero presionarte–dijo separándose un poco de sus labios.

—No lo estas haciendo–contestó tímidamente–quiero hacerlo Jos, contigo y solo contigo.

El pelinegro sonrió y no pudo evitar que sus mejillas tomaran un color carmín. Se levantó del sillón y tomó la mano de Doris, ella lo imitó, tomó un mechón del cabello de Doris y lo puso detrás de su oreja.
La miro, vio a esa chica que era realmente perfecta, sonrió, la tomó por la mejilla y volvió a juntar sus labios. La besaba tiernamente, la forma en que solo el podía hacerlo, bajo sus manos y apretó el trasero de Doris, comenzó a subir sus manos y con ella la blusa de su novia, mientras se besaban la dirigió a su cama y la recostó poniéndose el encima.

Doris estaba más que decidida, o al menos eso creía ella, cuando Jos estaba por quitar en definitiva su blusa, se separó del beso y habló.

—Jos, apaga las luces–desvío su mirada–quiero que este a oscuras.

—¿Por qué? –pregunto confundido el pelinegro. 

Por miedo y vergüenza pensó ella.

—Porque yo...emm...yo–Jos puso su dedo índice en los labios de ella y los acarició

"Lo Que Te Hace Perfecta"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora