No tardé en encontrarla, me alegró que estuviese con una de sus amigas.
Mía no tenía demasiadas, sobre todo debido al pensamiento tan clasista que tenían los coreanos, en los que el nivel económico lo era todo. Pero ella era tan buena persona que no había forma de que alguien la odiase o no quisiese llevarse bien con ella; incluso con sus bajos recursos económicos.
Volé sobre ella, creyendo que no me vería ya que parecía estar muy concentrada en la conversación que mantenía con su amiga.
—Kook.— fruncí el ceño al reconocer esa voz, miré a Jimin, que apareció a mi lado.
—Dejad de llamarme así, joder.— me quejé, devolviendo la mirada a Mía.— No soy una puta galleta.— ambas chicas se sentaron en el césped de un parque, incluso si éste se encontraba mojado y me preocupé por que Mía pudiese enfermar.
—Ya, nuestros padres acabarán descubriéndote, lo sabes, ¿no?— no me molesté en responder, Jimin tenía razón, pero no podrían castigarme si no sabían lo que hacía.— Seguramente nosotros también seamos castigados.— a veces no entendía por qué me repetían lo mismo una y otra vez.
—Jimin, ¿qué es lo que quieres ahora?— escuché una pequeña carcajada de su parte.
—Eres el pequeño, deberías tener más humor, no ser el más gruñón.— le miré de reojo, con mi ceño aún fruncido.— Estaba pensando... ¿tú crees que nuestros padres me darían unas pequeñas vacaciones?, África es estresante, a penas tengo un par de minutos al día para respirar.— era extraño que un Ángel de la Muerte tuviese un pensamiento tan... humano y al mismo tiempo tan cínico.
Ni si quiera intenté ahogar la carcajada.
—En caso de que te dejasen... ¿qué harías mientras tanto?, ¿y cuanto duraría tu descanso?— me sentí observado, era obvio que Jimin me estaba mirando pero...
—¡Estás de coña!, ¡era cierto!— dirigí mi mirada hacia Mía, que me miraba con sorpresa, sus ojos volaban entre Jimin y yo.
—¿A caso pensabas que estaba bromeando?— miré a mi hermano.
—No puedes culparme, soy escéptico con respecto a este tipo de cosas.—se encogió de hombros mientras levantaba las manos.— ¿Cómo narices puede vernos?— me encogí de hombros, habían pasado diez años y aún no lograba entenderlo.
—Ni idea.
—¿Ha intentado hablar contigo alguna vez?— negué, pues aunque tenía la sensación de que sí lo había intentado, yo no podía asegurarlo al cien por ciento.—Hm, ¿no crees que deberías acercarte y preguntarla?— Mía aún nos miraba.
—Jimin, esa es la primera regla, no mantener contacto con los humanos que no debemos llevarnos.— mi voz sonó dura, dolida.
—Pero ya lo hiciste una vez, — suspiré, TaeHyung se lo había contado a todos.— puedes estar tranquilo, yo puedo cubrirte las espaldas mientras hablas con ella.
—Está con su amiga, no puedo permitir que la chica se vaya porque piense que está loca.— Jimin asintió a mis palabras, dobló las piernas como si estuviese sentado a lo indio y puso un dedo en su mentón.
—Aléjala de ella, hazla un gesto para que te siga...
—¿Por qué tienes tantas ganas de que vuelva a romper la regla?, ¿por qué quieres que hable con ella tan desesperadamente?— dejó la pose que mantenía hasta hace unos segundos, volviéndose completamente serio en cuestión de segundos.
—Porque parece que esa chica es especial para tí, y no lo digo sólo porque pueda vernos. Es la primera vez que te veo mirar a un ser humano sin el desagrado en tus ojos. Eres mi hermanito, y aunque suene raro, quiero tu felicidad.
—No podemos tener algo así, Jimin. — respondí a sus palabras, que me marearon durante un momento.— Somos Ángeles de la Muerte, nuestro trabajo es llevarnos las almas de las personas, no socializar con ellas.
—Acércate o te mando de una patada, JeonGguk.— estaba de coña, tenía que estarlo.
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Hola personitas!
Aquí el nuevo capítulo.
Estaba penando... me gustaría que me hicieseis todas las preguntas que queráis, tanto personales, sobre esta historia como sobre las otras que tengo en mi perfil.
Si queréis preguntarme algo hacedlo aquí <3 :
Os responderé en los siguientes capítulos hasta que termine la historia.
Cuidaos mucho y nos leemos en la próxima <3
Darkest_Light_Soul.
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El Ángel De La Muerte.
FanfictionDos reglas de oro. Sólo debía cumplir dos simples reglas. 1º No interactuar con humanos a los que aún no tuviese que llevarme. 2º Nunca llevarme el alma de un humano que no estuviese moribundo. Y yo, estúpido de mí, rompí ambas. Inicio: 2020/03/08...