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Cerca de la hora de que Mía se despertase fui llamado, aparecí en mitad de una carretera, podía escuchar los gritos de la poca gente que se encontraba allí a esas horas de la mañana, la sirena de un coche de policía y de una ambulancia.

Miré al suelo, un hombre de unos veinte años estaba tirado en mitad de la carretera, un denso charco de sangre le rodeaba. Su cabeza tenía un ángulo antinatural, igual que uno de sus brazos.

Acerqué la mano al pecho de ese hombre, sentí la masa espesa y viscosa de su alma entre mis dedos, fruncí un poco el ceño al ver lo oscura que ésta era, la guardé en el frasco y toqué su frente, unos segundos después los paramédicos estaban rodeando al cuerpo, comprobaron que el hombre estaba muerto.

Me di media vuelta y me alcé sobre las cabezas de todos aquellos seres humanos. Comenzaba a dolerme la cabeza con el dichoso ruido que hacían las sirenas del coche de policía y de la ambulancia. 

Unos segundos después aparecí en la entrada de la casa de Mía, alcé las cejas completamente sorprendido; mucho más cuando la vi vestida con su uniforme escolar a un lado de la puerta de su casa.

Ni si quiera había oído su llamado, mucho menos me había dado cuenta de que iba a teletransportarme, apoyé una de mis manos en mi cabeza y cerré los ojos con algo de fuerza, nunca antes me había dolido la cabeza hasta ese momento, sentía como si pequeñas agujas se clavasen en mi cerebro.

—¿Estás bien?— levanté la cabeza e intenté respirar con normalidad, asentí.— Lamento haberte llamado de improvisto pero...— estaba actuando verdaderamente tímida conmigo.— anoche me dijiste que debíamos hablar hoy y, esta mañana no estabas.— ella tenía razón.

—Mis hermanos han tenido una idea algo... descabellada, — aún era muy temprano como para ir a la escuela. Aunque entendía a la perfección porqué ella salía de su casa tan temprano.— que te incumbe a tí también.—palideció, me reí.— No te asustes, no van a llevarse tu alma, aún no es tu momento.— Mía asintió con una sonrisita en sus labios.— Quieren pedir un...— me quedé en silencio, ella no entendería lo del traslado y, para ser sinceros, no me apetecía explicarlo.— les verías con mucha normalidad, básicamente todos los días. — continué.— Oh pediríamos unas vacaciones.

—¿Vacaciones?— parecía tan escéptica cómo divertida ante mis últimas palabras, de igual manera asentí.

—Los Ángeles de la Muerte acaban cansados o, en su defecto, hartos de tener que llevarse tantas almas, — no me di cuenta del momento en que la rodeé con mis alas.— sin embargo las vacaciones son algo... diferentes a lo que puedas estar acostumbrada. — me encogí de hombros.

—¿En qué me incumbe eso a mí?— su forma de preguntar me resultó de lo más adorable.

—Si mis hermanos vienen estarás vigilada en todo momento, sin embargo no podrás interactuar conmigo en lo más mínimo, — su rostro pasó por dos emociones completamente opuestas, la emoción y la desilusión.— sin embargo, si tomamos esas vacaciones, estarás desprotegida, no podré cuidar de tí, — su rostro se llenó de un agradable tono carmín mientras apartaba la mirada, como si estuviese abochornada.— pero sí podrás interactuar conmigo y, lo más seguro, con mis hermanos.

—Eso... eso suena bien, ¿pero porqué me lo estás contando y no has hecho lo que tu querías?— me encogí de hombros otra vez.

—Realmente no encuentro ninguna ventaja en cualquiera de las dos opciones.—  no supe entender ni descifrar su mirada.

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Personitas, tengo una pregunta para vosotrxs.

¿Queréis que mañana, sábado, suba un maratón de cinco o seis capítulos?

¿Qué os parecería?

Dejádmelo en los comentarios, nos leemos mañana!

Black.

El Ángel De La Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora