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—Kook~— la voz adormilada de Jimin, recién despierto me sacó del trance.— Deberías ponerte una camiseta...— susurró, acercándose un poco a mi oído.— Hay dos chicas viviendo con nosotros ahora.— miré mi torso desnudo, era cierto, no me había puesto camiseta, lo único que quería era comer algo cuando me desperté.

—Cierto.— dejé el móvil de Hye y la taza sobre la mesa.

Debía apartar esos pensamientos de mi cabeza, caminé hasta mi habitación y me puse la primera camiseta que pillé en el armario, era un par de tallas más grandes por lo que me iba bastante suelta, incluso una de mis clavículas se veía. La verdad no me importó demasiado ese hecho, salí de la habitación y volví al salón.

Todos se encontraban sentados y repartiéndose las tortitas, me senté entre Mía y Hye, pues era el único asiento libre que quedaba y, además, donde se encontraba mi taza ya vacía, me eché un poco más de café y alargué el tenedor para coger algunas tortitas. 

No pude evitar ver el plato semivacío de Mía, intenté coger la última que había en el centro de la mesa, pero Jin la cogió antes que yo, era un glotón.

Mía sólo había cogido una tortita, fruncí el ceño ante eso, había hecho suficientes tortitas para todos y, sin embargo ella a penas había cogido una, cogí su plato antes de que pudiese empezar a comer y le di una de las cuatro que me había agenciado en un principio.

—N-no, de verdad que n-no hace falta K-Kook.— dejé su plato frente a ella y empecé a comer. Ella me había llamado igual que mis hermanos pero, no me molestó en lo absoluto, de hecho, era capaz de aceptar que ese estúpido apodo sonaba dulce viniendo de ella.

—Come.— susurré, esperando que mis hermanos no se hubieran dado cuenta de que mi expresión no había cambiado al escuchar ese apodo.

—¡Hye!— Mía llamó a la chica sentada a mi izquierda, no pude evitar mirarla, ella había hecho lo mismo que Mía.— ¿Me pasas el chocolate?— la chica asintió. Cuando le entregó el chocolate a mi niña hice exactamente lo mismo que había hecho con Mía.

—P-pero JungKook, ¡no hacía falta!— me encogí de hombros y seguí comiéndome la tortita y media que me quedaba.


(***)


La tarde había llegado, estaba en mi habitación leyendo un poco, era una novela algo extraña pero me gustaba un poco, Nada, de Carmen Laforet, me había leído casi la mitad del libro cuando escuché algunos golpes en la puerta de mi habitación, la presencia de Mía detrás de la puerta me sacó un momento de mi lugar.

Dejé el libro sobre la cama y me levanté de la cama, abrí la puerta y vi a las dos chicas frente a mí, Hye tenía un libro, un cuaderno y un estuche entre sus brazos.

Mía me mostró una pequeña sonrisa que no enseñaba sus dientes.

—Kook, ¿puedes ayudarnos con lengua?— alcé una de mis cejas.— Sé que has estado junto a mí en la mayoría de mis clases y... tal vez...— poco a poco sus mejillas comenzaron a tomar un tono carmesí que no me permitía apartar los ojos de ella.— p-podrías ¿ayudarnos?— escuché una pequeña risita por parte de Hye, asentí haciendo el hueco suficiente en la puerta para que ambas entrasen.

Me senté en la cama, Mía cogió sus cosas y después se sentó junto a mí, desparramando todas sus cosas por la cama, dejando hueco para su amiga. Ésta nos miró extraño.

—Vamos, no me hagas arrepentirme de ayudaros.— mi voz sonó como normalmente lo hacía, de forma monótona. Hye se sonrojó y se sentó en la cama.


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Hola personitas, espero que estéis todxs muy bien.

Quería disculparme por mi inactividad estos días, ayer terminé con los exámenes de acceso a la Universidad, así que pronto volveré a la normalidad y a publicar todas las semanas como es debido. <3

También os pondré un poco al día con mi vida, (aunque no creo que os interese XD)

Cuidaos mucho y acordaros de mantener la distancia de seguridad y poneros el cubrebocas!!

Nos leemos <3.

Black.

El Ángel De La Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora