Capítulo 7.| Castigos deseados

3.6K 678 112
                                    

Las naturalezas inferiores repugnan el merecido castigo; las medianas se resignan a él; las superiores lo invocan.

Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.

			                Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sophia volvió a su recámara casi de madrugada. Brandon la acompañó hasta la puerta trasera de la mansión como si se hubiera convertido en un caballero de la noche a la mañana. Pero ella sabía que el fantasma era de todo menos un caballero. Arrastró los pies sigilosamente hasta su alcoba donde se dejó caer sobre la cama. ¿Qué había pasado? ¿Qué estaba pasando?

Todavía le temblaban las piernas por lo que se resguardó bajo las mantas para intentar recuperar la temperatura corporal y la normalidad. ¿Normalidad? Aquel era un concepto sobrevalorado. Un concepto del que ella ya no formaba parte ni del que formaría nunca más. Necesitaba repasar lo ocurrido por lo que cogió un papel y una pluma de la mesita de noche y se apoyó en el cojín para poner en orden sus ideas:

*Brandon aparece en la fiesta de los Bruyn. Me pide un vals, yo se lo niego.

*Brandon aparece en el parque. Georgiana lo invita a la fiesta de vecinos. Bailamos un vals. Me persigue. Me besa. Nuestro primer beso en el bosque.

*Voy a casa de Brandon, le pido explicaciones. Asumo que se deseo estar con él, que no he sentido nada parecido con ningún otro hombre. Él me dice que no me va a tratar bien, pero yo acepto porque en el fondo me gusta.

*Muchos días sin saber nada de él hasta esta noche del contrato. Condiciones y firmas... Visito su casa.

*Él me ata con unas cuerdas y me toca hasta hacerme llegar al paraíso. Luego él... Él se desnuda y pone sus partes mínimas en mi boca... No hay penetración. Soy virgen todavía. Todavía me queda algo...

Estaba claro que ella se lo había permitido todo, él en ningún momento la forzó. Al contrario, ella disfrutó. El problema no era que Brandon la forzara, el problema erradicaba en: ¿Desde cuándo ella hacía esa clase de cosas? ¿Era habitual entre un hombre y una mujer cometer esos actos? ¿Por qué Brandon quería practicar esas cosas tan duras? ¿Por qué Brandon quería hacerle daño? ¿Por qué no quería nada formal?

Lo único que sabía del amor era lo que había leído en las novelas románticas. En ellas se hablaba de besos, caricias, flores y promesas bajo la luz de la luna. Lo más subido de tono que había leído fue cuando Mr.Darcy le cogió la mano a Elizabeth Bennet sin guantes. Era irónico puesto que los guantes eran lo único que Brandon no se había quitado en su presencia. ¿Por qué?

Se sentía enamorada de él. Eso lo sabía. Era como si esa obsesión infantil por su vecino se hubiera transformado y se hubiera convertido en amor. Amor por un hombre sin moral ni ética. Sin sentimientos. En todo ese tiempo que compartieron juntos no vio nada en sus ojos a parte de lujuria, frialdad y dureza.

La favorita del Marqués, SophiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora