Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.
Jean Paul Sartre.
Días después de que la nana, la señora Newport, volviera a su casa, los Peyton decidieron mudarse temporalmente a Windsor. Allí, tal y como había dicho Thomas, disfrutarían de la tranquilidad y del sol veraniego.
Sophia era una mujer que vivía por y para la sociedad, jamás había disfrutado del campo ni de la soledad. Sin embargo, ya no recibía invitaciones a los bailes ni a ningún otro evento que no fuera una reunión íntima con alguna de las beldades problemáticas. Ni si quiera los paseos por el parque eran agradables puesto que sus primas hacían lo imposible para hacerle saber que era una "cualquiera".
—Huelo a orín, querida —dijo un día Petunia al pasar por su lado.
—Es increíble que en las zonas más elegantes tampoco podamos deshacernos de los malos olores —siguió Sandra.
—Deberían privatizar el parque y sólo dejar entrar a personas distinguidas —concluyó Rachel, mirándola con desprecio.
—Buenos días, primas —contestaba ella siempre, haciendo su mayor esfuerzo por ignorar los comentarios maliciosos.
Pero aunque intentara aparentar que no le importaban los insultos ni la marginación que vivía, la realidad era que pasaba horas llorando en su habitación. Ya no tenía ocasiones para lucir sus vestidos ni había momentos para bailar o reír como solía hacerlo. Haber caído en la más absoluta deshonra sumado a lo mucho que echaba de menos a Lord Brandon, provocó que se adentrara en una profunda desolación que preocupaba a sus más allegados.
—Iremos a Windsor —resolvió una mañana su hermano—. El aire fresco le sentará de maravilla a Georgiana —argumentó.
—Está bien —convino Sophia, que sabía perfectamente a qué se debía ese cambio.
—Pasaremos el verano allí. Hoy mismo partiremos.
—Siento mucho que tengas que viajar en tu estado, Gigi —se disculpó Sophia.
—¿Por qué deberías sentirlo? Deseo ir al campo, será una grata experiencia para mi embarazo.
La joven frunció ligeramente el ceño y se limitó a preparar el equipaje para su partida.
El trayecto fue tedioso. Georgiana pasó gran parte de él mareándose y tuvieron que parar repetidas veces. Por suerte, Thomas era médico y resolvía todos los inconvenientes de su esposa rápidamente.
Llegaron a Windsor al día siguiente por el mediodía. Se trataba de una casa solariega con grandes ventanas de color marrón. El aire era limpio, fresco y con sabor a vegetación. Era la primera vez que Sophia pisaba esa propiedad, siempre había vivido en la del Condado. Los caminos estaban repletos de polvo y no había nadie a menos de veinte millas.
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La favorita del Marqués, Sophia
Historical Fiction[Ya a la venta y retirada]Los secretos de Brandon, marqués de Suffolk, llevarán a Sophia a convertirse en un instrumento de venganza. Sophia es joven, cautivadora y exquisitamente casadera. Eternamente coqueta, se desliza por el jardín de su propie...