Capítulo XVI: This Is How A Neck Breaks

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 Josh despertó: más o menos. A su alrededor, su visión borrosa percibía una mugrosa habitación de un motel barato que el actor estaba seguro que había visto antes (quizá en aquella ocasión en la que le robaron el riñón derecho).

Y entonces, él escuchó la voz de una mujer.

—¡Hola querido!

—¡De una vez te lo digo! ¡Mi riñón izquierda no funciona! —Josh exclamó, notando sólo en su impulso de querer levantarse que estaba atado de pies y manos a la cama.

—¿Qué...cosa?

—No, lo siento, es que...creo que por ahí vi una mancha de sangre mía. ¿En verdad no han limpiado el cuarto desde la última vez que vine? ¡Yo tuve sexo aquí! ¿Y quién eres tú, a todo esto?

—¡Oh, qué falta de amabilidad de mi parte! —La mujer exclamó—. Me llamo Enid, ¿no me recuerdas, Josh?

—Enid, Enid...¿No eras una prostituta rumana que conocí en Barcelona?

—Eh...No, no querido.

—Entonces no creo recordar alguna otra Enid...

—¿Cómo puede ser, pequeño Josh? —cuestionó con leve indignación la misteriosa mujer conforme se acercaba a lado de la cama—. ¿De verdad, no me recuerdas? ¿Enid? ¿Enid Hensley? ¿De Manhattan?

—¿Manhattan? Disculpa pero no me parece que tengas un acento muy neoyorquino.

—¡Oh, claro que no! ¡Hablo de Manhattan, Montana!

—¿Montana? Eso explica esa apariencia Sarahpalinesca...

—¡Has sido un chico muy malo! ¿Cómo es posible qué no me recuerdes?

—¡Señora, o señorita, lo lamento mucho! —Josh declaró, tratando de forzar las cuerdas sobre sus muñecas —. ¡Pero soy una celebridad! Me rodeo de toda clase de gente, y toda clase de mujeres: actrices, estrellas del pop, supermodelos, abogadas litigantes, así que como ve, se me dificulta la labor de recordar todo nombre que se me atraviesa.

—¿Y sí te doy una pista? ¿Crees que funcione?

—No.

—¡Pues aquí va! —Enid se dirigió a unos cajones al lado contrario de la habitación desde la cama —. ¡Ah, aquí está!

En sus manos, la mujer sostenía una serie de hojas de papel, casi haciendo el grueso de una Biblia.

—¿Qué es eso? —preguntó Josh —. ¿Papeles de la Corte?

—¡No! ¿Tú...tú hablas mucho de temas judiciales?

—Cuando no me la pasaba grabando o cobrando la seguridad social, hacía una o dos paradas por el juzgado, y entre tantos abogados con los que convivía uno va aprendiendo sobre la marcha. Pero entonces, ¿qué son?

—Josh, cariño —Enid se acercó de nueva cuenta a lado del actor—: durante los últimos 20 años, te he escrito cartas; ni siquiera recuerda la cantidad que debieron ser, están en mi mano...no son todas, te lo advierto, pero quise traer las más importantes.

—Vale, estoy tan a favor de obsesionarse como cualquier hijo de vecino, no creas lo contrario. Pero, sí esas cartas se supone que son para mi, ¿por qué las tienes tú?

—¡Es qué sucedió algo muy triste! ¡Una autentica tragedia!

—No...tragedias incluyen el Holocausto, la Guerra Civil, la esclavitud...estoy casi seguro que algo relacionado conmigo y unas cartas no puede calificar como "tragedia".

—¿Al menos me dejas contarte? ¿Puedo decirtelo?

Josh no pudo resistirse al pedido de Enid, en parte por su rostro llenó de ilusión al mirarle a los ojos, y en parte es porque atado, no es como si tuviera alternativa.

Conozcan a JoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora