Samael
Pasaron días desde mi última visita a este lugar. Mi agenda se había vuelto de lo más apretada, solo trabajo, dormir y presentarme ante negociantes.
Eso sin mencionar la visita inesperada de mi hermano con el que solo he peleado día y noche.Necesitaba darme un respiro de la rutina, quiero descansar en casa y dormir un poco, pero todo este tiempo estuve ansioso por ver a Larisse. La pequeña rubia que me hizo correr al centro comercial.
El lugar está lleno como siempre, gente entrando y saliendo. La música invadió mis oídos con más fuerza en cuanto puse un pie dentro del establecimiento. El olor alcohol, tabaco y colonia barata son característicos del lugar. Entre las nítidas luces mis ojos se pasearon por el lugar buscando a la única persona que anhelo ver.Los guardias me llevaron a la parte de arriba al igual que siempre. Retiré mi saco y lo dejé de lado.
— ¿Vino la chica rubia? — pregunté a uno de ellos.
— No lo sé señor no la he visto desde hace unas semanas — mis ánimos se vinieron abajo en cuestión de segundos.
Entre tanta gente logré verla platicando con el cantinero, viste una lencería que abrazaba las perfectas curvas de su cuerpo, la bata sobre ella opacaba toda esa vista. En cuanto ella me vió una sonrisa se formó en mi rostro.
Y viene hacia mí.
— Dichosos son los ojos que te ven Samael — una vez más la estoy devorando con la mirada, la tengo cerca y estoy seguro que se vería mejor sin ropa, alejé todos esos pensamientos de mi mente —. Aquí tienes tu trago — dejó el vaso de cristal sobre mis manos y se sentó junto a mí.
— Esperaba escuchar un te extrañé Samael — dije soltando una risa girando mi cuerpo para poder verla con atención sin perder detalle alguno de su terso rostro.
— ¿Creíste que me lanzaría a tus brazos? — preguntó indignada.
— Uhm quizás, eso me hubiese gustado Larisse — pasé mi mano sobre mi cabello peinándolo hacía atrás. Mis ojos se volvieron a clavar en sus piernas, y no era el único que lo hacía. Desabroché los primeros botones de mi camisa dejando ver mi cuello en libertad —. Ponte esto — le entregué mi saco ya que las miradas de morbo sobre ella comenzaban a molestarme.
Por alguna extraña razón.
— Y sigues mirándome de esa forma — se rió y sus mejillas se pusieron coloradas —. Créeme si por mi fuera tendría puestos unos jeans — justo en esos momentos vino a mi mente aquel beso fugaz que le di, pude saborearla y deseo hacerlo de nuevo, por eso estoy aquí. Pero tampoco quería verme como un acosador o algo por el estilo.
— Sí, unos jeans suenan bien — negué divertido con la cabeza soltando una risa y relamiendo mi labio inferior
—. Pero dime ¿Cómo estás? Es decir ¿Cómo estas con todo esto? — pregunté señalando el lugar.— Bueno me pasaron muchas cosas, no quise que me tocaran y me castigaron, la consecuencia de ello unos lindos moretones — trató de hacerlo sonar divertido pero en evidente no lo fue.
— Déjame ver — tomé su mano con algo de brusquedad por la desesperación de ver aquellas marcas. Desde que llegó se cubrió los brazos, levanté la manga y están ahí, aquellas marcas en tono violeta — ¿Quién fue? — pregunté sin soltar su mano.
— Fue un sujeto, pero ya no está aquí, nadie sabe qué pasó con él — dejé su mano sobre su regazo y me acerqué más a ella.
— Larisse ¿Quién fue? — Volví a preguntar, la insistencia en mi voz es notoria, necesito que me diga la verdad, castigaré a quien le hizo esto, — por favor, puedes decirme — quería que confiara en mí, una de mis manos se aferró a su cintura y ella contrajo el rostro en una mueca de dolor — ¿Qué pasa?
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El Mayor (+18)
JugendliteraturLarisse Hawk Hermosa, encantadora y manipuladora, esas son las características que la describen. Una agente del FBI capaz de hacer caer a los peores criminales de la ciudad, su determinación la ha catalogado como una de las mejores Las vivencias de...