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Antes de salir de casa avisé a Samael que estaría ocupada con una amiga, y se lo creyó enseguida. De hecho nunca pide explicaciones entonces hace las cosas más sencillas.

— Recuerden que esta es nuestra oportunidad, de hecho es la única que tenemos — dijo Mitchel.

— Tranquila, sé lo que hago.

— Tendrás que poner esta pila en su teléfono, de esta manera podremos escuchar con quien habla, y puede que tenga un vínculo con los Caldwell — añadió Mitchel.

— Averigüé que ésta tarde irá a jugar golf, cerró todo el campo para él — esta vez habló Alenna mirandose por el espejo.

— Nosotras entraremos y haremos el resto — aseguré y Alenna asintió.

— Estamos vigilándolas, si las cosas salen mal, dan la señal y entramos — Mitchel advirtió seriamente.

Alenna y yo fuimos a los vestidores y nos pusimos nuestra ropa deportiva, especial para ir a jugar golf, Bertineli tiene una debilidad por las pelinegras.

— Préstame esa peluca — señalé una de cabellera obscura.

— Dame un segundo y te la pongo — Alenna se acomoda la ropa y ésta se amolda a la perfección de su cuerpo.

— Claro — peinó mi cabello en una trenza y colocó una red para cubrirlo, sobre esa red puso algo de pegamento especial y sobre ésta la peluca, no queremos que en medio operativo salga volando.

— Ya estas — me miré al espejo y me veo muy diferente.

— Repasemos el plan. Llegamos al campo, coqueteas con él, lo distraes y yo hago el resto.

— ¿Por qué siempre debo ser la distracción? — pregunté ofendida.

— Porqué eres la rubia heterosexual, si te acostaste con Samael, que no te acuestes con Bertineli — se burló.

— Eres mala Alenna, me acosté con él por gusto.

— Si amiga, eso lo sé, y te veo feliz. Supongo que lo que dicen de él es verdad.

— ¿Y qué dicen? — pregunté curiosa.

— Que es bueno en la cama, pero eso es algo que solo podrás responderme tu.

— Eso querida amiga es algo que no voy a responder. Ahora hay que irnos.

Mitchel y el resto del equipo nos vigilan, entramos por el estacionamiento y nadie se percató de ello, el sol golpea con fuerza nuestro rostro que quema la piel, nos escondimos detrás de unos arbustos hasta poder ver dónde se encontraban.

— ¿Estas lista? — pregunté a mi compañera.

— Siempre estoy lista — a punto de salir llegaron un par de hombres y estos se saludaron con bastante afecto.

— Espera, son demasiados — la detuve sujetando su brazo sin ejercer  fuerza.

— Solo hay que alejarlo de ellos — miró por los binoculares y maldijo —. Creo que no podremos ir, Samael y Caín están ahí.

— ¿Qué? — le arrebaté los binoculares y me aseguré de lo que decía, Samael estaba con ellos, él estaba con un criminal.

— No podremos acercarnos mientras este ahí — se puso de pie.

— Sin duda, creo que tendré que ir a la oficina e investigar desde ahí.

— ¿Qué harás? — preguntó elevando las cejas.

— Voy a jugar a la secretaria.

Nos retiramos y entramos en la furgoneta donde nos esperaban a una cuadra del club.

— ¿Qué pasó? — preguntó uno de los agentes.

— Samael está ahí, no puedo acercarme sin exponerme.

— ¿Y ahora? — pude ver las reacciones de Mitchel, esta frustrado.

— Me ofreció un puesto como secretaria. Puedo poner micrófonos — respondí.

— Buena idea, mientras creo que no hay nada que hacer.

Resignados volvimos a nuestro lugar de trabajo, hoy en particular hace bastante calor, en mi locker siempre guardo un vestido de tela fina para días como estos y hoy parece que podré usarlo.

— Te ves preciosa con eso Larisse — fue como una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, Ryan volvía aparecerse en mi vida como si no hubiese pasado nada.

— Gracias Ryan, eres muy amable.

— ¿Podemos hablar? — me negué.

— No puedo, tengo trabajo.

— Larisse por favor, enserio necesito hablar contigo — si me niego no me dejará ir, así que accedí.

— Te escucho.

— Quiero decir que lo siento, sé que jodí todo, me dan miedo los compromisos y fui un completo idiota contigo. Así que me disculpo por eso, y sé que las mismas palabras no podrán remediar lo que hice pero me siento bien diciéndotelo.

— Te perdono — respondí y lo digo con toda honestidad —. Eso ya quedó en el pasado, así que dejémoslo donde esta ¿De acuerdo?

— Gracias.

— Ahora si debo irme, tengo cosas que hacer.

—Si te parece podemos ir a cenar cuando estés libre — se volvió a poner frente a mí.

— Me parece bien.

Finalmente me dejó salir de los vestidores, realmente me veo linda con esto, desde que me convertí en agente he descuidado mi imagen.

— Bien chicos, ¿Dónde están?

— Toma — Mitchel me entregó una pequeña caja donde hay un par de micrófonos —. Ponlos donde sea imposible que los vean, estudia la habitación antes de hacerlo.

— De acuerdo.

— Aún es algo temprano, mientras ayúdame con algo.

Mitchel me llevó a su departamento a pesar de que es rara su propuesta no me negué a acompañarlo.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Traerán a mi hija, y su madre dice que necesita ropa, y tú eres mujer ¿Podrías ayudarme con eso?

— Claro — dije no tan convencida.

Desde hace mucho tiempo me hice a la idea de que no quería tener hijos, y lo veo innecesario, mi trabajo me va a impedir ponerles la atención que merecen.

No creo ser buena madre.

— Solo iremos al centro comercial, le compraré algo de ropa y me quedaré el resto de la tarde con ella.

— Claro no te preocupes. ¿Y por qué venimos aquí? — pregunté después de un rato.

— Porque aquí la traerán, después la llevaré.

Me senté en un sofá cama cerca de su ventana. Una hora después apareció su hija cruzando la puerta, la recibió con un abrazo

— Larisse te presento a mi pequeña Allison — la niña es hermosa, cabello negro, ojos color avellana y mejillas rosadas. Es idéntica a su madre.

— Tu hija es hermosa Mitchel — entonces un fugaz pensamiento pasó por mi mente.

Si Samael y yo tuviéramos un bebé ¿A quien se parecería?

Esa será una pregunta que se quedará sin respuesta.

El Mayor (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora