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Samael

Hace un año...

Mi vida pasó frente a mis ojos, estuve a punto de morir, lo recuerdo tan bien.

Después de que Larisse se fue de casa, después de enterarme que mintió todo el tiempo lloré, lloré hasta que mi hermano menor llegó a casa y me abrazó.

— El amor es así, doloroso, pero te hace fuerte — susurró mientras me abrazaba.

Entonces entendí que en serio la amaba y no la dejaría ir tan fácil.

— No puedo dejarla ir, la necesito — me puse de pie y salí pero fue entonces cuando Bertineli el viejo amigo de mi padre entró por la puerta buscando su mercancía de la cual no tenía idea.

Lo insulté repetidas veces, se enfadó y me disparó.

Después de eso recuerdo a Larisse junto a mí, con sus ojos llenos de lagrimas, sus manos acariciando mis mejillas y Caín haciendo presión en mi estómago .

Le agradecí por enseñarme amar y volví a quedar inconsciente.

No sé cuánto tiempo pasó pero las luces blancas sobre mi cabeza me cegaron, estaba en el hospital.

Me explicaron que tuvieron que hacerme un trasplante de hígado, y estaba vivo lo que significaba que alguien debió dármelo, de inmediato pensé en ella.

— Tranquilo señor Caldwell, su donador fue su hermano — explicó la enfermera, Caín me salvó la vida.

— ¿Dónde está mi hermano?

— Está durmiendo en otra habitación, él está bien — aseguró.

Y pude estar tranquilo, pero en esos momentos pensaba en otra cosa, un corazón roto no sana de la noche a la mañana.

Larisse vino a verme en cuanto pudo, me dijeron que nunca se fue, y lo pude ver en su rostro, grandes ojeras bajo sus ojos azules, pálida y con algunos golpes en su tersa piel.

— Samael estoy feliz de saber que estás bien, y antes de que pidas que me vaya quiero decirte que lo siento mucho. Te mentí y eso no tiene perdón — se cubrió su rostro cuando su voz se escuchó entrecortada.

— Somos humanos y cometemos errores, nadie es perfecto, pero vaya que me has lastimado rubia — traté de reír y extendí mi mano para tomar la suya —. No me enamoré de tu apellido, me enamoré de ti y estoy seguro que eso fue real, siempre fuiste auténtica — pidió perdón unas treintas veces y todas las conté. No podía estar molesto con ella, por más que me doliese no la odio.

— Me enamoré de verdad — dijo entre lágrimas.

— No llores, llora cuándo esté muerto, pero ya que mi estadía aquí será por un largo tiempo dime quien es Larisse Hawk.

— Bueno yo....

Y siguió contando su verdadera vida, entiendo porque alguien tan hermosa como ella prefirió ser policía a ser una maestra, el dolor por la muerte de su madre la impulsó a eso.

— Lo entiendo y gracias por ser honesta, te perdono rubia. Pero no puedo estar contigo.

Ella lo entendió y quizás una parte de su corazón se siente tranquilo de saber que no le tengo ningún tipo de odio o rencor.

Nos dieron el alta y como esperaba fuimos todos a juicio. Estuve tranquilo de poder demostrar mi actual inocencia, aunque tuve miedo de que indagaran mi pasado, de eso no soy inocente.

El Mayor (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora