Capítulo 28 - Margaritas para Maria

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El timbre del ascensor indicó que ya estaba en mi piso y salí de allí repasando todo lo que debía poner en mi maleta para no olvidar nada, caminé y saqué la llave de mi habitación; cuando abrí la puerta, dejé mi bolso en uno de los sillones y me dirigí al baño para cepillarme los dientes, fue entonces cuando me percaté de que alguien había entrado a mi habitación, las cosas no estaban como las dejé. El pulso se me aceleró y me di la vuelta para ver con mayor atención lo que había allí y entonces un escalofrío me recorrió la espina dorsal al recordar sus palabras 

“No tardes mucho en llegar a tu habitación, algo te estará esperando”

Suspiré mirando aquel ramo de flores junto a aquel pequeño bolso y una bolsa de papel que tenía impresa la marca de cafetería que tanto me gusta, sonreí al tomar las flores entre mis manos y fue cuando descubrí una nota junto a ellas, estaba doblada en 4 y en el momento en que la desdoblé sentí el perfume de Harry como si él estuviese a mi costado, respiré muchas veces recordando lo que era tenerlo tan cerca y me dispuse a leer 

“Margaritas para Maria: No tengo idea de cómo iniciar esto pero sé que debo ir directo al punto… la verdad es que fui un idiota ayer, no sé qué me pasó ni porqué actué de esa forma; así que envío mis más sinceras disculpas junto a estas margaritas, no seas cruel con ellas!

PD: Dejé un bolso con las vendas y cremas que deberás utilizar (no se aceptan devoluciones)

PD2: Debe quedar muy claro que esta será la última vez que tomarás café (recuerda que tu dieta de hierro empieza después de almuerzo) por eso te pedí el frapuccino. Disfrútalo.

PD3: Me tomé la libertad de pedirle a Charles una dieta alta en hierro para ti. Cúmplela!

PD4: Tienes una rodilla muy fuerte, aún siento el dolor ahí! (pero me lo merecía)

PD5: Hay muchas postdatas cierto?”

Una gran carcajada salió de mí en el momento en el que terminé de leer aquella nota, puse las margaritas sobre la mesa de noche y revisé el primer bolso, unas vendas y muchas cremas con unas notas que eran de la clínica donde había estado ayer. Dentro de la bolsa de papel estaba mi tan querido frapuccino y un muffin de banana SANTO DIOS! Me encanta! Cómo iba a poder molestarme con este chico? Así me haya hecho pasar un incómodo momento, él supo aceptar su error y me trajo todas estas bonitas cosas. Doblé la nota tal y como estaba para luego dejarla al costado de las margaritas y miré el reloj

 - Santo imperio Inca! – grité – mi vuelo!

(…)

 - Es un placer tenerla de vuelta señorita Risso

 - Martha – me quejé – te he dicho cientos de veces que no me digas señorita Risso – abrí los ojos – primero era la niña Risso y ahora la señorita Risso, suficiente tengo con todo el mundo que me reconoce por el apellido como para que tú también lo hagas

 - Niña Paula – tomó mi maleta – no puedo llamarla por su nombre, no es correcto

 - Lo incorrecto es que a mis 22 años me llamen de esa forma y que tú – la miré – lo hagas también, vamos! Me has cuidado desde que soy una bebé! Llamarme por mi nombre no le haría daño a nadie y menos a mí que quiero sobresalir no por mi apellido sino por mis logros. Ya hemos conversado de esto

 - Pero señorita…

 - Martha – le hice ojitos y un puchero

 - Está bien niña Paula – empezó a desempacar – pero si sus padres están presentes

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