𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖚𝖓𝖔: 𝕵𝖆𝖚𝖑𝖆 𝖉𝖊 𝖔𝖗𝖔

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Las risas inundaban toda la habitación, creando una aura dominada por la paz y la felicidad que calmaba los sentidos de los sirvientes que pasaban cerca del cuarto, provocándoles una pequeña sonrisa en sus labios.

Dentro de la habitación se podía ver al pequeño príncipe jugar con su fiel y único amigo, Jungkook Adell, hijo de unos sirvientes suyos, un cachorro de 4 años muy tierno y dulce.

El más mayor llevaba a caballito al castaño, corriendo por la gran habitación del primer nombrado, haciéndose pasar por un gran dragón que estaba siendo domado por su mejor amigo, el cual hacía de encantador de bestias mitológicas.

-¡Vayamos hacía Rivendel, hay que chalvar el mundo, mi dlagón!-gritaba el pequeño nene con su preciosa sonrisa la cual dejaba ver esas prominentes paletas que lo hacían ver como un conejito.

El azabache, como respuesta, imitaba un rugido del ser mitológico y dio varias vueltas hasta llegar a las suaves sábanas de la cómoda cama, aterrizando en su amado Rivendel y dejando al más pequeño en la colcha.

El príncipe posó su cabecita en el torso del castañito y ronroneó nada más sentir como éste acariciaba y jugueteaba con sus preciosos cabellos ondulados.

-Hyung...-el mayor hizo un suave sonido que indicaba que lo estaba escuchando- ¿me quieles?-preguntó a su mejor amigo con inocencia, deseoso de saber la respuesta.

-Claro que te quiero, eres mi mejor amigo y yo no te cambiaría ni por un millón de brochetas-le cogió el rostro con sus manitas y se lo llenó de besos, provocando la tierna risa del menor.

-Y yo a tí-tras decir eso el príncipe reaccionó mostrando su característica sonrisa de encías, haciendo brincar de felicidad a esos dos corazones.

-¡Alteza! ¡Despierte!-la bibliotecaria mueve levemente y sin brusquedad al hermoso príncipe de 18 años, el cual yace dormido sobre un escritorio del cuarto

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-¡Alteza! ¡Despierte!-la bibliotecaria mueve levemente y sin brusquedad al hermoso príncipe de 18 años, el cual yace dormido sobre un escritorio del cuarto.

El azabache abre sus ojos poco a poco, chocándose de nuevo con la cruda realidad que vive y que lo que ha soñado solo ha sido un precioso recuerdo de su amada infancia.

Como bien es conocido por todos los que habitan en el castillo, a Yoongi Llagiaren no le gusta PARA NADA que lo despierten de sus plácidos y sagrados sueños, con lo cual llegamos a la conclusión de que no va a tener muy buena reacción; así que es recomendable que lo dejes a no ser que sea muy importante. Pero si deseas morir, interrumpir el sueño del omega sin razón de peso es una excelente opción.

El joven mira a la beta con cara de muy pocos amigos, ¿es que ya nadie puede echarse una pequeña siestecita? Un poco de respeto hacia su persona.

𝘛𝘩𝘦 𝘙𝘦𝘣𝘦𝘭 𝘗𝘳𝘪𝘯𝘤𝘦|𝘖𝘮𝘦𝘨𝘢𝘷𝘦𝘳𝘴𝘦|𝘠𝘒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora