7. ARETÉ GRIEGO.

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"He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la enorme obra de las altas Pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande"

    Antípatro de Sidón, Antología griega (IX.58)







Templo de Artemis ubicado en Éfeso, De grandes dimensiones y una bella y delicada arquitectura. Con columnas de mármol de sesenta pies de altura por las que trepaban plantas verdosas, alrededor de una gran fuente de agua sagrada rodeado por un jardín frondoso en el que crecían diversas flores aromáticas, todo esto siguiendo los gustos del Dios amante de la naturaleza.

Este sitio era el lugar de descanso de Jin, un hogar al que nadie más que él y sus jóvenes ninfas podían ingresar, sus perros de caza y amazonas con arcos y flechas caminaban por toda la extensión resguardando la privacidad del dios y recibiendo las ofrendas que los humanos dejaban en su honor, aunque la mayoría de estos siempre eran joyas y dinero, cosas que a él no le interesaban en lo absoluto, pero no las rechazaba, al contrario, les daba un mejor uso, se las daba a los hombres de Grecia, los que fueron apartados de la sociedad, aquellos a los que los dioses no quieren mirar, a pesar de no tener contacto directo con los humanos, se preocupaba por ellos pues sabía cuánto sufría el hombre a causa de los dioses, así que hacía todo lo posible para ayudarlos.

Su carácter era fuerte y bondadoso, firme y altruista, prefería no actuar por sus intereses personales, velaba por el bien del otro más que por el suyo. Era un dios pero no se vanagloriaba por eso, tenía mucho poder pero no lo demostraba ante los demás, no buscaba el reconocimiento ni que todos lo adoren solo por ser una divinidad.

Amaba la sencillez y la tranquilidad, el cazador disfrutaba de todo lo que podía percibir con sus sentidos, y sonreía admirado de la belleza de la mortalidad.


Pero aprendió que tenía que  admirarlos desde lejos, pues cuando era pequeño quiso acercarse a los otros niños humanos para jugar, sin embargo estos se asustaron y huyeron al verlo, pasó lo mismo cuando intentó pasear por las calles de Atenas, a penas sus doradas sandalias pisaron la tierra, hombres y mujeres se arrodillaron a sus pies y llorando imploraron perdón, colocaron en sus hombros pesados collares de oro, y algunos asustados gritaban por piedad. Jin no entendía lo que pasaba, no se daba cuenta del terror que representaba que un Dios se muestre ante los mortales. Ante tanto miedo Jin huyó al Olimpo en busca de consuelo, pero recibió una reprimenda por parte de Zeus.

Y creció con esa lección,  que Dioses y humanos eran diferentes. Uno gozaba y el otro sufría. Uno gobernaba desde arriba y el otro servía desde abajo.


Zeus podía acostarse con mortales pero estos nunca subirían al Olimpo.


Y mientras más lo pensaba, mientras más quería encontrar una posible salida o solución, siempre aparecía esa constante frase.

Jungkook y él eran diferentes. Era un sueño imposible el querer estar juntos. Y Jin lo aceptaba amargamente.


— Mi Señor —


El dios limpió sus lágrimas antes de girarse — ¿Si? —


— Tetis ha venido a entregar sus ofrendas —


Monte Olimpo || TaeJin-JinKook  (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora