LA CALMA ANTES DEL CAOS

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Tras la muerte las almas de los hombres iban a parar a un lúgubre reino subterráneo, gobernado por el terrible dios Hades y su esposa Perséfone. Un desolador paisaje, repleto de lugares horrendos.

Caminaban errantes en busca de una luz inexistente, alguna salida de la oscuridad que los envolvía, hasta llegar a los pies del río Estigia, en donde los esperaba la barca de Caronte. El barquero, acostumbrado a ver el aspecto desolado de aquellos que habían terminado su línea de vida y estaban a punto de cruzar al otro lado, esos ojos vacíos con la mirada perdida, se aproximaban a la orilla arrastrando los pies como si tuvieran pesadas cadenas puestas en los tobillos, emitían lamentos en voz baja, llorando la triste vida que llevaron, o lamentándose sobre lo que no hicieron cuando estaban vivos, los sueños que tenían, asuntos que no terminaron, personas que dejaron atrás...


Caronte no lo entendía, los dioses les regalaba a los humanos la vida, y ellos parecían no entender el propósito de esta. Aunque recordaba que los mortales eran ambiciosos, cuando conseguían algo no se conformaban con ello y buscaban algo mas allá que pueda complacerlos, y así sucesivamente, hasta que morían, y venían al Hades a lamentarse.


Pero el barquero no podía reclamar, pues él pertenecía al mismo grupo, y ahora, condenado a escucharlos y ser el portador temporal de sus lamentos hasta que puedan llegar al otro lado del río. 


No solía pensar en su tormentoso trabajo cuando tenía a su luz consigo, aquella pequeña niña de ojos negros y rizos oscuros, que llegaba entre saltos y alegría portando flores de diversos colores en la cabeza y en las manos, para regalárselas a él. 


No había felicidad más grande para un padre que ver la sonrisa de su hija, ni una tristeza mas profunda verla llorar. Pero haberla perdido, eso simplemente le destrozó el corazón, le desgarró el alma y terminó con todo rastro de alegría en su vida. Le habian arrebatado a la persona que más amaba, la niña de sus ojos, su luz eterna, lo único hermoso que pudo haber tenido. Su pequeña, tan frágil y dulce... ¿Qué clase de persona puede hacerle eso a una niña inocente? ¿Quién puede ser capaz de cometer tal horror? 


Fue el egoísmo de un dios, su arrogancia de creer que puede pisar sobre cualquiera sin que haya consecuencias. Tal vez ningún mortal se haya atrevido a enfrentarsele, ninguna criatura viviente quiso hacerlo, pero Caronte sabía de uno, había estado vigilandolo desde su lugar y sabía que era la persona que estaba buscando. 


Entre todas las almas lo vio, y antes de que pusiera un pie sobre su barco lo detuvo poniendo una mano sobre su pecho, el cuerpo frío del contrario no reaccionó, simplemente se quedó quieto al versele negado la entrada a la barca. 


Caronte estudió su palido rostro y levantó su mentón con un dedo - mírame a los ojos - dijo - ¿Sabes el lugar en el que estas?- 


El soldado sintió las garras afiladas sosteniendo su mentón, negó con la cabeza fijandose en esos orbes negros del barquero. 


- Este no es lugar para ti - 


- Si mi corazon ha dejado de latir, estoy en el lugar correcto- respondió casi sin ganas - tengo las monedas que nece...- 


-No me las tienes que dar - interrumpió Caronte - el pago lo dan los condenados, los malditos, los asesinos... y tú, no eres ninguno de ellos, Jungkook -  

Monte Olimpo || TaeJin-JinKook  (TERMINADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora