Capítulo 3 - Muerte de espíritu [Parte 1]

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De camino al bosque.

Decidí no gastar más tiempo. Si quería sobrevivir, tenía que hacerlo bien.

Encontré un pequeño claro algo plano y con algunos árboles estables. Habían animales en abundancia por los alrededores.

Aquí haré mi base, pensé, mientras me sentaba en el centro y sacaba la guía de supervivencia para aprender más.

Dentro, se encontraban varias secciones que habían de las construcciones y la supervivencia. Incluyendo los frutos que son consumibles alrededor del bosque.

Asimismo, pude notar y aprender a fabricar varias cosas que podrían serme útiles en algún futuro.

Comenzando con una Lanza para Caza.

Bien, hora de ponerse a trabajar, me dije, mientras colocaba el libro cerca y tomaba fuertemente del mango mi hacha.

Fui a recoger algunos cuantos palos o ramas para construir varias cosas, empezando con la lanza.

Algunas ramas eran más oscuras que otras, algunas estaban rotas y otras manchadas de sangre...

Tomé las normales.

Pude rendir como unas quince, así que, luego de haber recolectado las suficientes, me dirigí de vuelta al claro.

Saqué mis planos y me coloqué a construir mi lanza para caza. Me serviría mucho, y era muy ligera.

La tomé de las manos, posteriormente de haber guardado el hacha a un costado de la mochila.

Era hora de cazar.

La primera criatura que divisé fue un conejo. Y, sin previo aviso, lancé la filosa arma hacia la criatura, y ésta previamente salió corriendo.

¿Lo habrá adivinado?

Debo ser más rápido.

La próxima vez sí le daré.

Seguí buscando por el bosque y encontré unos cuantos venados, los cuales maté con la lanza eficientemente. Recolecté su carne y piel, las cuales tenían una buena apariencia cruda...

Sí.

Pero de seguro que cocido sabría mejor. Así que las guardé en mi mochila, junto con los demás animales que cazé luego de esos.

Tres conejos, seis venados, una tortuga y dos aves...

Qué eficiente.

En el trayecto nuevamente al claro, la lanza se había roto.

¡Rayos!
Pensé que me duraría más que eso.

Pasaron segundos, minutos, horas. Las suficientes como para montar una pequeña base y campamento en el claro. Pude construir, a base de planos, una pequeña cabaña vacía, con troncos filudos alrededor. Quizás unos tres o cuatro, los suficientes que me hayan alcanzado para un día.

Fui adentro a descansar, mientras construía una pequeña fogata con piedras, palos y hojas. Al parecer, las pieles no se cocinaban según el libro, sino que servían para hacer bolsas y cuero, que me servirían para tener más espacio.

Genial.

Anduve comiendo una pieza de un conejo que había puesto en la fogata, cuando escuché unos cuantos pasos alrededor del campamento.

Crack.

Se había roto otra rama.

Estaba al cien por ciento seguro de que eran ellos.

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