Capítulo 3 - Muerte de espíritu [Parte 2]

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Poah...
Poah... Poah...

Podía escuchar las gotas del agua cayendo hacia la misma. El eco resonaba en toda la habitación. Parecía muy estrecha.

El dolor aún se sentía por mí cuerpo.

¿Esto era el otro mundo? ¿Por qué seguía sintiendo dolor?

¿Acaso yo no debería estar muerto?

No lo supe. Y no lo quería saber.

Abrí mis ojos y me encontré en una total oscuridad que, por lo que parecía, era una cueva.

Me sentía de cabeza. Sentía cómo lentamente la sangre bajaba por mi cabeza, mis brazos y mi cuello. Manchaban de sangre el suelo con aquellas gotas como si fuesen sudor.

Me sentía mareado y algo desconcertado. ¿Por qué me sentía de esa manera?

Incluso se me ocurrió: ¿Quizás creyeron que estaba muerto?

No lo sabía y no lo quería saber.

Rápidamente de mi bolsillo saqué mi mechero. Un pequeño mechero de un color amarillo mostaza el cual había llevado previamente de montarme en el avión con Timmy.

Sabía que me sería útil.

Lo encendí rápidamente y pude presenciar...

La oscura y asombrosa cueva donde yo estaba colgando. De una muy fuerte y pálida cuerda al rocoso techo.

No lo pensé dos veces cuando ya había tomado el hacha por el mango, desde mi mochila y había cortado en dos la cuerda fina.

Caí bruscamente al suelo con un pequeño golpe en la espalda, pero no importó, pues me puse de pie con arma en mano para revisar los alrededores.

No hay nadie aquí, me dije a mí mismo, mientras descansaba un poco por las heridas y tomaba algo de aire que aún quedaba por ahí.

Iluminé lentamente a los alrededores, una vez descansado, y caminé. Viendo otros cuerpos colgados del techo al igual que yo.

Salvo que...

Ellos sí estaban muertos.

Dios, sentí cómo una jaqueca atravesaba mi cerebro, retumbando lentamente de derecha a izquierda en un sinfín de veces.

Raramente ya no sentía asco del todo al ver las tripas de aquellos cuerpos podridos que se encontraban ahí.

Sentía... Hambre.

Quería tomar un poco. Quería probar esa deliciosa carne que se le antojaba a mi estómago...

Y recordé:

Obviamente ya tenía comida en mi mochila. Sólo necesito dónde cocinarla.

Rápidamente me instalé en una esquina de la cueva, formando una pequeña fogata con rocas y algunos palos que traía en mi mochila.

¿Y como combustible?

Unas cuantas hojas que prendería con el mechero.

Y lo hice: Coloqué mi propia fogata en aquella esquina cocinando una adorable pieza de carne de tortuga.

Debí pensar: ¡No, no! ¡Eso es asqueroso!

Pero lo único que pensé fue: Es comida. Simplemente, comida.

Y tenía razón.

Debía hacer todo lo posible para sobrevivir y rescatar a Timmy. Aún si eso significara matar animales "domesticables".

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