capítulo 4: peligro, (Continuación SpiderFrost)

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Aquellos dos se habían pasado la tarde charlando. Loki no tuvo problema alguno en compartir información de los nueve mundos con el muchacho ya qué a diferencia de lo qué pensó en un principio, este no pidió explicaciones de sus antiguas tretas, en cambio abandono la actitud arisca del principio para regalar una mirada llena de admiración al dios.

Pasaban las diez cuando Peter miró el reloj y se levantó de su silla algo apresurado, disculpándose con el ajeno para después salir corriendo seguramente al lado de su tía May. Esos encuentros casuales se volvieron cada vez más frecuentes sin qué ninguno se lo propusiera, simplemente habían enbonado a la perfección para el otro.

El azabache, al ser más de pensamientos fríos, se llenó de cólera al percibir una extraña calidez en su pecho, no sabía exactamente de qué tipo pero si cuánto daño podría sufrir si no paraba. Se maldijo más de una vez, incluso desató su ira con los finos muebles qué ocupaban su hogar, pero nada pareció funcionar.

Al pasar un par de semanas, la mirada de Peter carecía de vida y su distracción era por lo más visible. Este se hallaba sentado en la orilla del techo de un gran edificio con su característico traje rojo y azul ayudándole a ocultar su identidad. Se sentía solo desde qué Stark se había ido y culpable por el hecho de qué Loki no le recibía más en su morada, esto último sin una explicación coherente más allá del "eres una molestia".

–Te vez terrible.– Comentó en tono cómico un hombre de voz ronca a su espalda, este poseía un sutil aroma a mar, el castaño le reconoció enseguida y esbozó un suspiro de desgano.

–¿Molestarme es parte de tu trabajo de villano? No tengo ganas de perseguir viejos dramáticos, por favor no me hagas hacerlo. –Quentín había tomado asiento a un lado de él mientras se quejaba.

–Sabes, no tienes qué ser tan insensible, hoy he venido a consolarte no a pelear.– Se tomó el pecho fingiendo dolor, aunque en el fondo se había ofendido por el "viejo" qué el otro utilizó para hacerle nombrar.

–¿Consolarme? Estoy perfectamente y aunque no fuera así, serías la última persona a quién se lo diría.– Peter mantenía el seño fruncido más comenzaba a prestar atención a la persona a su frente.

–Oh, entonces es un asunto paternal, ¿Me equivoco?

–¿¡Qué!?, ¡Nunca lo miré cómo a un padre!– Sin darse cuenta se había exaltado y quitado la máscara (hipotéticamente) en el proceso.

–En serio no sé cómo no descubrieron tu identidad antes, eres tan fácil de leer.– Se burló antes de seguir.

–Entonces estamos enamorados de un hombre mayor, wow, Spider-Man rompiendo estereotipos.– Levantó las cejas para dar un efecto más dramático a su reacción.

–Ya dije qué no hablaré de esto contigo...–Su voz salió más apagada y algo incrédula. La palabra "amor" no le hacía sentir cómodo o convencido. Suspiró con claro pesar, pensaba qué al estar en un lugar pacífico se le aclararía la mente, más las suaves corrientes de aire parecían pasar de largo y dejarlo sin aliento. En ese momento, una estruendosa explosión a su espalda le hizo levantarse de un brinco y recriminar al hombre qué le acompañaba.

–¡Beck, dijiste qué no hacías nada malo!– Soltó fuerte pero el ilusionista ya había salido de su rango de visión.

– Corrección, dije qué no pelaríamos. En cuanto a tu enamorado, ve y enfrentalo, ¿O acaso tienes miedo?– Apareció atrás del héroe por una fracción de segundo antes de volver a perderse entre la espesa noche. El castaño maldijo al aire, deseando romper cada pecera existente en el universo mientras se apresuraba al lugar dónde se escuchó anteriormente tal conmoción.

Cuándo se vió libre de responsabilidades, una idea cruzó por su mente. Puede qué Beck tuviera algo de razón, y si bien insistió tanto a Tony para qué fuera su mentor, también sería capaz de hacer qué Loki cambiará de opinión en cuanto a tenerlo de compañía o cómo mínimo le diera una razón más clara del porqué su repentino enojo.

Ya era pasada la media noche y el jóven se había balanceado por los edificios hasta llegar a la terraza del apartamento dónde residía el embustero, ahí tocó más de una vez la puerta de vidrio buscando llamar la atención del dueño. Loki, se había pasado despierto hasta esa hora, tratando de matar su aburrimiento con uno de los libros qué se llevó consigo desde Asgard.

– Ni siquiera debería preguntar qué haces aquí, mocoso.– El azabache se resignó a dejar pasar al intruso para después masajear su entrecejo, tratando de calmar su molestia.

– Solo quiero saber qué hice mal, ¿Es cuestión de dioses alejar a todo aquel qué se le acerque o esto es genuino del dios de las mentiras?– Quizá no debió alzar tanto su tono de voz, quizá no debió abalanzarse al cuerpo ajeno y tomarle por los hombros con evidente desesperación, pero así ocurrió y no podría culparle sí este lo tiraba por la ventana en respuesta.

– Te tomas demasiadas libertades por un par de semanas "conociéndome" ¿En verdad quieres saber porqué te alejé? Te estaba haciendo un favor, estúpida e ingenua criatura.– El hombre llegó al límite de su paciencia y se podía apreciar en el pesado aroma de sus feromonas de alfa trabajando para debilitar la anatomía adversa. En instantes, el más bajo recordó su posición cómo omega al verse en el suelo, de rodillas y tratando de tomar aire con dificultad.

Loki, pateó el pecho de este para qué terminara de caer, se incó a un lado suyo y resopló al verle sufrir, no sentiría apatía, no debía, ello volvería todo más problematico. Observó su rostro, este había tomado un color rojo acorde con su temperatura y por alguna razón se llenó de satisfacción.

– ¿Enserio solo esperabas esto? ¿Maltratarme un poco y esperar qué saliera huyendo?– Insistió Peter cómo si su situación no fuera ya peligrosa.

–Oh, claro qué no. Espero hacer de ti lo qué me plazca y después, si sigues con vida, reír al verte correr, o arrastrarte, no lo sé.– Apretó sus suaves mejillas al compás qué hablaba, odiaba el aura etérea qué poseía el adolescente, le frustraba, no lo entendía.

Su diestra viajó del rostro al dorso, apreciando cada pequeño detalle del ajustado traje rojo, un poco divertido por lo ridículo del mismo.

– Debes ser demasiado idiota cómo para entrar al refugio de un alfa evidentemente más fuerte qué tu, ¿Qué creerías qué lograrías? Mírame, no te podrías dar una idea de la clase de mounstro qué soy.– Continuó al ver qué su treta funcionaba. Peter había comenzado a temblar y de sus ojos se desbordaban cálidas lágrimas cristalinas.

– Basta.– Articuló con pesar.

–Descuida, te dejaré ir luego qué aprendas tu lección. – Dicho esto, tomó por los cabellos al menor y lo arrastró al sofá más cercano, le arrojó ahí para colocarse encima suyo y sin aviso previo robarle una vez más el aliento con un beso violento, rápido y doloroso tras morder repetidas veces sus labios, no conforme hasta poder saborear el metal característico del líquido vital. El azabache se separó unos centímetros del cuerpo ajeno para observar su obra, no era mucho más pensó qué eso bastaría para qué no se repitiera tal encuentro.

– Algo en ti me llama, por eso necesitas alejarte, de lo contrario la próxima vez no me detendré con tan poco. –No sabía de dónde había salido esa sinceridad qué no mostraba a menudo, tal vez por el hecho de qué el omega caminaba a la salida entre sollozos y maldiciones después de haberlo empujado lejos.

–Te odio.– Fue lo último qué alcanzó a escuchar del otro antes de qué la puerta se cerrara. Fue ahí cuando el azabache se tiró al suelo y miró con frustración el bulto palpitando entre sus piernas, se negaba a admitirlo pero las reacciones de su cuerpo le llenaban de terror, no deseaba verse enamorado una vez más.

Leche de amapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora