Capítulo 5.

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Cristales bañados en vino caían con gracia desde un extremo de la habitación principal del dios. Loki comenzaba a quedarse sin cosas qué lanzar y es qué su corazón no había dejado de doler desde qué escuchó ese "Te odio" por parte del joven midgardiano.

Sus días se volvieron más largos y tortuosos, no lo entendía, nunca antes había sentido tanto la carencia de alguien.

"Destino..."

Tan pronto cómo esa idea fugaz cruzó por su cabeza una copa más se vió destruída. Entendía bien qué las probabilidades de qué ese mocoso fuera su destinado eran altas, eso lo tuvo claro después de agudizar sus sentidos con cada roce del adverso al qué fue expuesto.

No existen finales felices para seres cómo el dios de las mentiras y al tratar de forzar la historia, cambiarla, podría arrastrar al menor a su miseria.

Mientras tanto, Peter había tratado de volver a su rutina, más claro, los recuerdos del azabache se negaban a abandonar su mente y partes de su cuerpo, en especial sus labios. Las ligeras heridas en su anatomía se habían desvanecido casi inmediatamente, luego del qué fue su último encuentro con el hombre hasta el momento, pero ese fue el menor daño causado aquel día.

–Otra vez estás distraído, ¿No es así?– Su regordete amigo le devolvió a la realidad. Ned le había estado hablando los pasados diez minutos sin poder captar su atención hasta qué atinó a golpear su hombro con algo de fuerza, obviamente estaba cansado de la situación qué ya había acabado en rutina las últimas semanas.

–Lo lamento, ¿Qué me decías?– Peter parpadeó un par de veces mientras recobraba la postura en el medio del gimnasio dónde se suponía estaban entrenando por órdenes del docente a cargo.

Ned solo suspiró y con un simple gesto hizo ver al arácnido qué debía seguir con los estiramientos.

El resto del día transcurrió con normalidad, el jóven se despidió de su grupo de amigos y caminó con paso lento hacía las calles más olvidadas de New York, buscando un lugar dónde cambiar sus ropas por el traje característico del héroe.

–Me rindo, admito mi derrota.– Una voz conocida hizo presencia a distancia más lo suficientemente clara para qué el omega se pusiera en alerta.

"Loki"

Pensó y acertó.

–He perdido totalmente y lo humillante es qué no necesitaste el siquiera intentarlo.–Exclamó el mayor.

–No lo comprendo.– Elevó la voz mientras levantaba el rostro al no saber exactamente hacía dónde fijar su vista, igualmente trató de ignorar la idea de estar perdiendo poco a poco la razón, su corazón le gritaba qué no era una simple ilusión.

–Acompáñame, buscaré un sitio dónde podamos hablar con más calma.– Por fin dejó qué el otro lo viera. Ahora estaba a tan solo unos metros del menor, chocando sus pupilas con las adversas sin ninguna vacilación aún cuándo sus ojos lucían tan cansados, algo rojizos y demás por la falta de sueño. Peter, al notar esto, no pudo negarse aún sí no deseaba realmente cruzar palabra.

"Eres tan perceptivo con los demás pero no contigo, Loki"

El azabache recordó las palabras de su madre al compás qué caminaba. Cada pensamiento bueno o malo lo mantenía distante a la compañía del ajeno, tanto qué si el otro hubiera decidido abandonarlo no se hubiera dado cuenta alguna hasta después. Al llegar a una pequeña cafetería, casualmente la qué solía frecuentar, entró, ahí tomó asiento y esperó a qué Peter hiciera lo mismo, ordenó un par de bebidas para ambos y dedicó su atención a la nada cómo si tratara de ganar el tiempo qué no le sería dado por mucho.

–Hace unos minutos dijo algo extraño. Habló de una derrota, realmente no entendí a qué se refería.– El omega decidió romper con aquel silencio incómodo. Su voz salió suave, baja, temerosa.

–Eres un niño, no estoy seguro de qué entiendas la gravedad de todo esto, lo qué podría llegar a desembocar en tu futuro una relación conmigo.– Por fin los iris verdosos quedaron a la vista del ajeno.

–Te amo Peter y deseo ser egoísta con mis deseos.– Loki, sin estar seguro en totalidad, soltó un compromiso a la ligera aún comprendiendo la magnitud de los daños qué podría ocasionar.

–Usted...¿Porqué?– El menor estaba lleno de dudas, dolor y amor incondicional por el dios. Su rostro se tornó escarlata al igual qué sus labios, estos también temblaban con cada palabra qué intentaba articular en respuesta.

–No te dejaré huír.– Insistió el asgardiano al ver el pánico qué reflejaba su acompañante.

–Yo también lo amo señor Loki...– Sin ánimos de pensar, se levantó de su asiento y tomó posesión de los labios adversos en un desesperado beso qué probablemente sorprendió a más de uno en ese lugar, cosa qué, claramente no importó a ninguno de los enamorados.

El alfa no correspondió el anhelado gesto, tampoco lo detuvo, sencillamente se dejó hacer a manos del otro.

Leche de amapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora