capítulo 9

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Tal vez no fueron suficientes las palabras del rubio para hacer entender a Loki la importancia de buscar a su enlazado lo antes posible y aceptar el dulce destino que le fue obsequiado. El azabache todavía temeroso de abrir su mente a nuevas sensaciones probablemente buenas por el temor a perderlas prematuramente lo hizo huir sin salir de Midgard, por varios meses para ser exactos.

Peter se mantuvo recostado en su cama desde el momento de la pelea con su amante. May, por más que deseara ayudarlo no pudo hacer más que odiar al causante del estado en que este se encontraba y tratar de amenizar los hipidos ajenos con pequeños besos y suaves abrazos cuando él le permitía acercarse. Ella al igual que otros estaba aterrada del peligro que corría el Omega conforme avanzaban los días pero no estaba en sus manos el poder de cambiar algo.

Una mañana cómo cualquier otra, May partió de casa no sin antes dejar el desayuno hecho para el menor con la esperanza de que este probara bocado. Ella debía seguir su día a día más no hubo momento en que la preocupación no la golpeara por dejar al otro solo, no importara si fueran incluso solo unos minutos.
Peter se puso de pie y recargó con esfuerzo su cuerpo en el marco de la puerta luego de saberse solo en el lugar. Ese era el día, lo buscara o no, los síntomas se agrabaron al punto sin retorno, la marca posiblemente ya no era siquiera visible.

–¿Porqué te fuiste? No puedo hacer esto solo.– Habló para si mismo cómo si el Alfa estuviera a su lado y fuera capaz de escucharlo.

Su mirada bajó para enfocarse en lo poco que su abultado estomago le dejaba ver de sus piernas de las cuales corría cada vez con mayor frecuencia el líquido rojo que anunciaba lo que temía. –¡No quiero perderlos a ambos!– Gritó ahora, creando más claridez en lo que decía más sin que nadie lo escuchara, nadie más que su cachorro.

Antes de que Peter perdiera la conciencia, presenció una traición más, esta vez fueron sus extremidades que sin fuerza terminaron por hacerlo caer. La lenta perdida de la marca dejó en tal degrado su cuerpo qué, no solo le incapacitó para sus tareas de héroe en un principio, sino que ahora se llevaría el último latido de su corazon.

[La fuerza nace de un sentimiento, pero se pierde fácilmente con un espíritu flagelado.]

El silencio de un lugar vacío se vió perturbado por los marcados pasos de un hombre por fin seguro del futuro que buscaba. Loki, irrumpió en la habitación de su amado, su rostro mostraba la perdida de calma con cada segundo que transcurría, tiempo imposible de acortar para el esperado encuentro. Tan pronto cómo llegó a Queen's supo que algo estaba mal, pero no hubiera podido imaginar la gravidez de los hechos, hasta que lo vió él mismo.

–Tardé demasiado...– Murmuró analítico y en lamento luego del escenario que se le fue presentado.

Colocó su brazo izquierdo bajo la nuca del cuerpo que tenía al frente mientras que con la derecha comenzaba a acariciar bacilante la curva dónde se debería encontrar el cachorro.

–¡Aún lo siento!– Gritó minimamente aliviado, quizá aún tenía oportunidad de arreglar lo que el mismo había causado, pero eso no borraba el hecho de que las mejillas de su Omega carecían de color y la calidez característica de un Aesir se había marchado de ese cuerpo.

Sin pensarlo más, sus brazos cambiaron de posición para cargarlo con el mayor cuidado posible y correr hasta el último piso del descuidado edificio. Al llegar al punto clave, dejó salir los desesperados gritos que su fragmentado corazón le dictaba. Pedía ayuda a los ojos de Asgard, claro estaba; la respuesta llegó rápido en forma de luz, una cegadora y brillante que le envolvió a ambos de un momento a otro para transportarlos al reino. Estando ahí se encontró con Thor, quién al ver el estado del arácnido y la deshecha faz de su hermano, no tardó en escoltarlo a dónde los curanderos de la realeza, quienes poco podrían hacer, claro estaba; era tarde, demasiado.

Sirvientes entraban y salían de la enfermería, casi siempre portando mantas envueltas en sangre que serían rápidamente reemplazadas por blancas intactas y vueltas a manchar. Loki, sentía que una pequeña parte de su esperanza se marchaba con cada una de ellas. No le era permitido entrar para no entorpecer las necesarias acciones de los curanderos así que se mantuvo arañando las paredes cercanas, con la frente pegada ahí mismo, maldiciendo a su nuevo enemigo el tiempo, el cual veía cómo un obstáculo para llegar a su destinado.

Conforme pasaron las horas, el movimiento en el lugar se detuvo, el silencio se hizo y se vió perturbado nuevamente por un grito desgarrador.
No hubo nada que pudieran hacer para salvar al menor.

"Nunca me imagine al lado de alguien. Ahora no puedo, ni deseo ver nada más que no sea su rostro con vida y  un "te amo" saliendo de sus labios."

El rubio apretó los hombros del ajeno con empatia pues no podría imaginarse estar en la misma situación, más ambos sabían que el desenlace no fue más que causado por las infantiles acciones del mentiroso y su constante miedo al sentir, el cual siempre terminaba por hacerlo sentir más y más, pero solo dolor.

El Alfa de cabello oscuro se mantuvo en su posición desde el momento en que se le fue permitido pasar a la habitación. Ambas rodillas en el suelo, y sus manos sujetando la derecha de Peter, clamando su perdón en silencio, cómo si lo mereciera, cómo si realmente pudiera aceptarlo, y por intervalos, en ligeros susurros casi inaudibles, rogaba por la intervención de alguna fuerza que cambiara sus viejas acciones ahora aborrecidas.

Leche de amapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora