capítulo 8

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Asgard

Loki había hecho el llamado a Heimdall un día después de la disputa con su enlazado. El vigía, aún consciente de la situación en la que se encontraba la familia Odinson no pudo negarse al llamado y accedió a dar la bienvenida al príncipe.  Él al cruzar, se vió al encuentro del mismo Thor, solo él al parecer.

–Es raro por no decir impensable tu regreso, más debo decir que me llena de dicha contrario a lo que pienses, hermano.– El primogénito de Asgard se abalanzó a su familiar entusiasmado, besó su mejilla y terminó por alejarse. Acción típica suya, pues en realidad nunca pensaba demás las cosas.

El azabache no pudo hacer más que recibir las muestras de afecto y gruñir en respuesta más no alejarse.

–Tus demostraciones de aprecio están demás, mi presencia aquí tiene solo un motivo, después desaparecé cómo había hecho hasta ahora.– El mentiroso mostró su indiferencia característica, al adverso no le sorprendió en absoluto e igualmente lo invitó al palacio, herencia de ambos por decretos superiores. Al llegar se encontró con varios sirvientes, no con Anthony, ello le pareció normal conociendo al midgardiano, y era beneficioso para él pues se ahorraría un dolor de cabeza innecesario.

–Sé que tu capacidad de entendimiento es limitada y probablemente no ayudes en mucho pero es necesaria la intención de entender mi dilema con tu ayuda.

– ¿Cómo es posible que estés tan tranquilo con tu situación actual? Llevando y presentando a un alfa humano por cada sitio al que te presentas, aún sabiendo qué su separación será prematura debido a la naturaleza débil de esos seres.– Loki no perdería tiempo y sus palabras salieron incluso antes de que pudiera estructurar debidamente el tema, provocando probablemente la furia ajena por su inapropiada manera se expresarse.

Y al contrario de lo que cualquiera pensaría, Thor solo rió cómo sí se mostrara testigo de un mal chiste.

–¿Que tratas de hacer? La diferencia de razas no es obstáculo alguno, ¿O has olvidado las manzanas de Idunn?– Respondió el de mechones rubios.

–No... Aún después de mi autoexilio contengo los conocimientos básicos de todo Aesir, pero sé y sabes bastante bien que al hacer la entrega del fruto, serás responsable de esa persona por la eternidad, ¿Porqué harías eso por alguien cómo él?– Estaba intrigado y quizá algo molesto después de escucharse a sí mismo. Porque su hermano no había pensado más de una vez lo que a él casi lo destruye en su lecho.

– Mi dulce hermanito, lamento ser testigo del dolor que tanto padre cómo yo te hemos causado, pero el tiempo te hará sanar y entender algunas cosas que afirmo, no son consecuencia de los instintos  causados y señalados de cada casta. Es amor, solo eso.– Terminó.

–Amor dices...– Su tono cómo siempre era difícil de descifrar, este parecía burlesco, inapropiado, pero en el interior suyo se daba inicio a un debate que llevaría tiempo, demasiado.

Tan pronto cómo apareció desapareció. Se levantó del sitio donde había estado reposando todo ese tiempo, se despidió de los presentes por mera formalidad y caminó en dirección al bifröst dónde dictaría a Heindall la tarea de devolverle al mundo de su hogar actual.

||Lamento que sean cada vez más cortos pero creo que así haré fluir más rápido la historia y mis ideas, gracias a todos por leer. 🌻💫

Leche de amapolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora