Capitulo 6

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-¡Maldición Lizbeth! Levántate de una vez y haz que deje de tocar la maldita campana. -se queja una de mis compañeras de recamara ante la insistencia de la campana sonando sobre mi cama.

¿Que demonios será que quiere? Gruño incorporándome en la cama y parando la campana, pero al apartar la mano esta sigue sonando. Es tan insoportable y poco paciente. ¿Si quiere un maldito vaso de agua no puede bajar a por el? Claro que no, lo olvidaba, es el señorito futuro rey pretencioso, engreído, demandante, malvado y un sin fin de adjetivos que debería dejar de pensar ya que podría pasar toda la noche haciéndolo.

-¡Lizbeth!

-¡Que si, voy! Duérmete.

-Eso es lo que intento, pero ese hombre del demonio no para de tocar la campana.

Suspiro y me pongo de pie descalza, sin prestar demasiada atención a ese dato y salgo de la habitación que da directo a la cocina.

Todo está oscuro, el único foco de luz es la luna y no es que aporte demasiada visibilidad así que tomo una vela y la enciendo para así encaminarme a la habitación del príncipe.

El palacio se encuentra en completo silencio, normal teniendo en cuenta que todos debe estar durmiendo, menos uno.

Bueno y los guardias que custodian el lugar, pero al menos ellos no molestan.

Subo las escaleras que llevan a los dormitorios y tomo el primer pasillo a la derecha hacia los aposentos de Aren.

Cuando me detengo frente a su puerta, una luz tenue se consigue ver bajo esta, algo que me confirma efectivamente el está despierto. "¿No te quedó claro con el insistente tintineo de la campana?" -dice mi subconsciente.

Estoy tan cansada, tan somnolienta que siquiera llamo a la puerta, tomo el pomo y la abro con la mano libre.

Gran error. ¡Por Valka!

Tapo mis ojos escuchando la risa de Aren y mi cuerpo es empujado cuando la muchacha sale corriendo del dormitorio. ¿¡Como me llama mientras mantiene relaciones con una mujer!? O acabando, me no interesa.

-Lo siento, yo, no debí entrar sin llamar.

-Ya habíamos acabado. ¿La conoces? No recuerdo su nombre. -pregunta en cuanto destapo mis ojos y lo veo comenzar a tapar su tordo desnudo.

¿Por que no puedo apartar la mirada ahora? Santo Valka, el es tan atractivo, su cuerpo, ¿como se verá desnudo por completo?

¡No! ¡No puedo pensar en eso!

-No. -digo aclarando mi voz sin dejar de mirarlo mientras se dirige al borde de la cama y se sienta sobre esta.

-Hm, tampoco importa. -se encoge de hombros con su sonrisa engreída que hace mis piernas temblar. -¿Que haces aquí a todo esto Lizbeth?

-Usted me llamó mi señor.

-No lo hice.

-Si lo hiz... -¡maldito! Fue sin querer mientras ellos... ¡lo odio!

-Oh, ya entiendo. -dice riendo posando la mano sobre la cama y palmeando esta. -Ven, siéntate a mi lado.

-No voy a sentarme ahí. -digo con asco haciéndolo reír mas fuere. ¿Es que a caso todo le causa gracia?

-Nunca en mi cama cariño, esa es una regla que aprenderás. Se lo hice...

-Ya, ya, no quiero saber. -suspiro apagando la vela y cierro la puerta tras de mi antes de caminar hacia el pero sin sentarme a su lado.

Se que debo obedecerlo, pero después de lo que he visto no es que me apetezca mucho tenerlo a mi alrededor. ¿Es que a caso no se ha quedado satisfecho?

The Soulless King © +18 | Alex Høgh AndersenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora