LVII. Dos Cafés Y Una Cerveza

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Decidí escribirte una última carta.
Y sé que con ello, arruiné el olvido que estaba creando en tu nombre;
una construcción llena de fechas, con los números de los días que paso sin tu compañía. Con las fotos de los momentos que vivo sin ti.
Aunque, confieso que por más alta y grande que se viera, sus bases eran demasiado frágiles.

Quizá debí sostenerla con la lección que hace tiempo me obsequiaste
y no haberla dejado en mi bolsillo,
esperando de imprevisto un día encontrarla.
Porque no recuerdo en qué pantalón fue que la guardé.

Pero, debo admitir que desde hace tiempo decidí cerrarte toda entrada a mi mundo,
e incrementar la seguridad.
Pues si por algo eres reconocida, es por saber infiltrarte cual ladrona en mis emociones.
Aunque sinceramente... aquí ya no hay nada que valga la pena robar.

Bueno...
Sé que solo me queda pasar la página, a esta parte de mi vida, que lleva tu nombre como título;
luchando aún contra el mundo. El que en ocasiones, me hace desechar las razones;
¡Luchando contra mí mismo!... Y eso implica, dejar de escribir sobre una historia, y su incompatibilidad con dos corazones.

Dos corazones, reciclados hasta el momento en que se conocieron.
Dos complementos... que al final fueron la misma pieza, y solo debía el tiempo presentar la que encajara.
Y aunque yo sigo esperando mi turno...
me reconforta saber, que una mente creativa, siempre podrá entretener a un corazón herido.

Entonces, puede que me convierta en aquel, que la espera le haga entender lo que significa el tiempo;
en el autómata que se reconstruya las emociones.
Y sé que no recibirás señal alguna de mi vida, o de lo que me llegue a atormentar.
Aunque puede que sea lo mejor para ambos.

Y no podría decir que extraño una vida que, mas que repuestas, solo me presentó dudas.
Puede que no extrañe un camino tan nublado,
ni un paisaje indeciso.
Y sí, que el adiós, fue lo mejor que pude hacer por nosotros.

Pero quién lo sabe.
Quién puede asegurarme, que no te veré de nuevo, y que ni el mundo nos volvería a reencontrar.
Quién puede asegurarme, que conoceré a alguien que me inspire más de lo que fuiste para mí...
Y que tu nombre de mis escritos, sea lo primero que tenga que editar.

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Carta

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Te encontré en un suspiro,
en un beso que nunca se dio.
En las rosas que ahora se marchitan en cualquier esquina de la cuidad.
En la fecha que nos presentó.
Escuché las palabras que juntos no dejamos nacer
en los días que gastamos con el pensamiento,
sin que los viviera el corazón.

Te veo en todo sobre lo que no se puede escribir.

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Hombres rotos.
Hijos perdidos de la poesía.

El funeral del tiempo (AZUL) (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora