XXVII. Encierro

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Sinceridad, bondadosa y malévola
¿Cómo algo tan amargo puede ser vida?
¿Cómo saber que podemos confiar en la verdad?
Cómo logramos con ella, escapar de una realidad.

He sido preso de tantos sentimientos
Condenado bajo las consecuencias de mis actos.
Ahora
En mi abandono, la única compañía es mi conciencia.

¡Oh, fiel cómplice mía!
Es por ti que aún sigo vivo
Y en las noches, atento tú me escuchas,
siento, que con tu ayuda mi vida está completa.

Cuatro paredes, cuatro oscuras paredes
Puedo oír cómo se burlan de mí cada noche
¡Piedad, piedad les ruego!
Pues conocen mis secretos y es por ello que no me dejan en paz.

El paisaje, oh bello paisaje que veo a través del ojo de cristal
¡No sabes cuánto he anhelado correr libre allí!
Lavar mi rostro en las cristalinas aguas de su río, oler el perfume de sus flores,
pero...lastimosamente el ojo de cristal tiene guardianes de acero que impiden mi salida.

Desgracia...
¿Por qué, verdad, me has dejado a un lado?
De niño te apegaste siempre a , vivía cada día tomado a tu mano.
Ahora, todo ha sido mi culpa, pues con el tiempo te he olvidado.

De noche observo el cielo
Y las estrellas me recuerdan a la libertad;
He querido volver a reír, volverme a enamorar
Salir de este lugar, en el que está prohibido soñar.

Juez...apiádate de
Delante de ti estoy en este momento, suplicándote mi libertad.
Te lo pido, no te marches antes de tiempo
Aparta a los guardianes y permíteme volar.

Injusticia...
No merezco este suplicio.
Ten compasión de mí, sácame de este lugar.
Bondad y amor es todo lo que tengo, y es todo lo que te puedo dar.

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Este poema tiene dos partes. El escrito completo, y sólo leyendo las partes en negrilla.
Y dime, ¿Qué sientes al vivir en el encierro?

GRACIAS

















El funeral del tiempo (AZUL) (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora