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Nunca la abandonas incluso si está se va.

Alida

Me cepille rápido los dientes y salí a la vereda de mi casa con las valijas.

Le mande un mensaje a Eduardo de que ya estaba esperándolos afuera y dijo que en un minuto estaba aquí.

Me senté un rato y me llegaron mensajes de Mateo, decía que si nos podíamos ver para comer, lástima que yo no esté toda una semana.

Me levante cuando escuche la bocina del coche, metí mis valijas en el maletero, me subí atrás donde estaba Marcos y Eduardo, adelante venían Valentín y Manuel.

—¿Que onda capullos?—dije poniéndome el cinturón

—¿Soy un capullo?— me reprochó Eduardo y reí

—Si— me alce de hombros viendo hacia la ventanilla

—Por cierto, estás muy linda Ali— susurró Eduardo en mi oído poniendo su mano en mi pierna desnuda.

Lo mire y le tire un beso, para después regresar mi vista a la ventanilla.

Suspire y mire la hora en mi celular, ya llevábamos una hora en el coche, tenía sueño y hambre.

Me removí en mi asiento soltando un suspiro más alto.

Sueño de mierda.

—¿Estas cansada?— preguntó Eduardo y asentí haciendo puchero— ay bebita

—También tengo hambre— me quejé cruzada de brazos sacándole la lengua a Valentín por el espejo

—¿Por que le sacas la lengua al Wos?— preguntó Eduardo riendo

—Por qué el pelotudo me dijo que no comiera nada, que haríamos una parada para comer, pero ya vamos a más de mitad del camino y ya no hay donde parar ¿no Valen?— pregunté asomándome entre los dos asientos delanteros

—Bueno perdón, pero ya casi llegamos Ali...ahorita comemos algo—se excusó el castaño

—Ahiriti cimimis ilgi— dije afinando la voz regresando a mi lugar

—Enojona— dijo Eduardo viéndome con una sonrisa

—Mira mejor cállate por qué cuando tengo hambre me desconoces eh— advertí sin verlo

—Comete mi pija— susurró en mi oído y alce una ceja— broma, bueno si queres si, no tengo problema

—Segui queriendo Cachita— le golpeé el pecho para después acomodarme ahí para dormir un poco— se me ocurrió una idea

—¿Cual?— preguntó ansioso

—Haceme mimos— sonreí como nena chiquita y agarre su mano para llevarla a mi cabeza

Empezó a mover sus dedos relajándome, amaba los mimos.

—Dormilona ya llegamos— dijo Eduardo dejando un beso en mi cabeza y me levante

petite - trueno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora