Bueno, si he de hablar con sinceridad, no tengo la más remota idea de qué nombre ponerle a esta historia. Tampoco tengo por seguro que vaya a ser tal cosa. Quizá sea un comentario, una recomendación o una invitación para lanzarse a la piscina. Quizá sea tan solo el recordatorio de algo muy obvio para el que lo lea. Creo que lo mejor sería referirse a ello con algo así como "un pequeño paréntesis". A ver qué sale de todo esto.
Lo mejor será empezar por el principio. El principio... supongo que el principio será la libertad. Sí. Algo como eso estaría bien. La libertad. Buen concepto para empezar. Puede que demasiado complicado para mí. Podríamos decir que si el mundo en el que vivimos fuese ideal, uno podría hacer lo que quisiese, con una sola condición, siendo responsable de tus actos. Aquí entra el "mi libertad acaba donde empieza la de los demás". Eso claramente se tiene que respetar. Intocable. Ya no puedes hacer lo que te venga en gana porque el concepto de libertad de este mundo es así, por suerte para todos nosotros. Pero ¿qué pasaría si te dijese que hay una forma de hacer literalmente lo que te dé la gana sin ser responsable de nada, no directamente? Te alegrará saber que tampoco le harás daño a nadie. Lo único malo de esa forma de libertad es que no puede existir como tal, porque entonces no habríamos llegado hasta aquí. Además hacen falta cosas bastante complicadas.
En primer lugar, para alcanzar esa forma de libertad, tienes que ir más allá de lo que tu propio cuerpo te lo permita. Este saco de huesos no te deja llegar lejos. Cambia con dificultad. No resiste al tiempo.
Después está la sociedad. Eso es tremendamente complicado de cambiar. Lleva generaciones o cambios revolucionarios lograr que algo se mueva de sitio.
Y por último está todo eso de las leyes de la física, la geografía de nuestro mundo, la anatomía y la implacable lógica. Ciencia y realidad. Arg. Por mucho que ame la física y la gran cantidad de fenómenos que es capaz de explicar, he de reconocer que a veces, sobre todo sin salir de la Tierra, se puede volver aburrida.
¿Y cómo piensas hacerlo entonces? Ja. Lo tienes crudo para alcanzar una libertad total si es en este mundo. Lo que se pide está más allá de la realidad de lo tangible. Pero no te asustes. No te estoy hablando de unirte a una secta espiritualista. Te estoy hablando de escribir. Lo sé, todo este royo de la libertad para esta obviedad. Es lo que tenemos los locos soñadores. Nos pones una hoja de papel delante y ya te estamos escribiendo tontadas. Pero en fin, tiene sentido, ¿no?
Cuando escribes puedes ser quien quieras. Y no te digo nada si lo haces bajo un pseudónimo interesante (lo del tal William Minerva se las trae), eso ya es un desmadre total. Los personajes de una historia pueden ser como más te parezca. Da igual quien seas tú. Solo importa hasta dónde estés dispuesto a ahondar en tu imaginación. La misma persona puede crear al delegado de clase más odioso de todos los tiempos o a la más desdichada antiheroína de un barrio marginal de Copenhague. Da igual tu sexo, tu lugar de nacimiento o incluso si eres un simple humano. Puedes ser un gato que habla si lo deseas. Puedes ser incluso una simple idea encerrada en medio de ninguna parte.
Y si no tienes la información suficiente como para desarrollar tu historia, inventarse el contexto puede ser una buena opción. Ve a lo loco. ¿Que quieres que tu protagonista haga cosas que no sepas muy bien si son legales o no? Mételo en el apocalipsis, sin ninguna clase de ley. Invéntate tú mismo tu propia legislatura. Puedes hacerla todo lo injusta que quieras, aunque es posible que algún personaje se te acabe revelando si le pones ideales en la cabeza. Vuela cuando lo necesites. Conviértete en mago. Sigue a un conejo por un agujero. Escribe un diario a escondidas con una fecha de la que no puedas estar seguro. Vive tu historia de amor adolescente hasta que vomites a causa del drama. Viaja en el tiempo para redefinir tu universo por error. Móntate un instituto de asesinos. También puedes matar a algún personaje si eso te desestresa. Luego revívelo si lo echas de menos.
Para mí, eso es libertad. No es la mejor forma de libertad, pero es una de las más sencillas. Tan solo necesitas lápiz y papel, y a veces vasta con soñar despierto. Puedes hacerlo como quieras. Un cuaderno secreto con candado y advertencias y amenazas de muerte por todo el lomo; ese documento en blanco del escritorio de tu ordenador, que se ve tan solo entre todos los trabajos escolares; las hojas en sucio de tu papelera; internet; tu libro de texto; a máquina, como Jessica Fletcher; la pared de tu habitación (si tus tutores legales no te matan después); el papel higiénico... ¿qué? No voy a ser yo el único raro que lo haga en el baño si se encuentra un boli por ahí.
Escribir tiene muchas cosas buenas. Relaja y tensa cuando lo necesitas. Desarrolla el cerebro y tu imaginación. Te hace parecer culto, aunque realmente escribas reflexiones sobre lo bueno que es escribir, nadie tiene por qué enterarse de lo que pones en ese lugar especial. Puedes incluso tener una doble vida mediante el ya mencionado pseudónimo y sentirte poderoso atesorando esa identidad secreta como si fueses Clark Kent o algo. Ayuda a combatir el aburrimiento. Aprendes ortografía (o crees que lo haces).Hace que veas las consecuencias de tus decisiones tus actos. El hacerse famoso con lo que escribas es tan solo un daño colateral.
Casi todo son ventajas, así que... ¿qué me dices? Lo único malo es no encontrar inspiración. Cuando eso te pase puedes hacer muchas cosas. Pensar suele estar bien, pero quizá no tengas ganas. Entonces rebusca entre lo que han hecho otros. Lee, ve la tele (no te quedes demasiado tiempo absorto o te olvidarás de por qué empezaste, cayendo en un agujero negro de la teletienda) o escucha música, es como una droga buena para tu cabeza. Observa el comportamiento de la gente. Busca tu historia en cualquier tontada que te ronde por la cabeza, incluso si no es una sucesión de acontecimientos como tal. Puedes optar por cabrearte con el mundo si nada de esto te funciona. Focaliza tu ira. Centra tus pensamientos y desahógate sobre la primera cosa en blanco que veas. A mí me funciona.
En resumen: escribe con libertad. Disfruta de la suerte que tienes de poder entender el lenguaje y comparte tu afición con el resto, montaros un concurso literario si lo que os gusta es la emoción de la competición o valorad vuestros trabajo simplemente, si preferís algo más calmado. Y ahora sí que sí, admira la frase cliché con la que voy a terminar esto, para que empieces a plasmar esa idea ya mismo: el límite lo pone tu imaginación.
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Si quieres escapar lejos
Short StorySi quieres perderte un rato entre las palabras, puedes abrir la puerta y escapar lejos.