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—No puedo creer que le hayas agarrado el pene a Wes — sigue burlándose Becca de mí mientras estamos en el auto camino a mi apartamento.

—Becca, juro que si sigues burlandote olvidaré que eres mi mejor amiga y sufrirás la peor venganza de tu vida —le amenazó y ella calma su risa.

No quiero volver a ver a Wes Roth en mi vida, no puedo volver a mirarlo a la cara después de casi estrangular a su amigo. Y tampoco quiero ir a su compañía y que le gente me vea y siga pensando que era la chica con la que Wes Roth se estaba metiendo mano en el ascensor. Porque estoy segura de que eso pensaron cuando nos vieron juntos. Lo único que pude hacer es tomar mis tacones y salir corriendo de ahí, encontrándome con Becca y Kevin afuera. Le explique todo y me monte en el auto sin decirles ninguna palabra más, hasta que mi amiga empezó a molestarme.

—Es que solo a ti te pasan esas cosas, Alary —niega ella con la cabeza divertida y yo me encojo en el asiento.

—Todo es tu culpa por traerme a esa estúpida fiesta. No vuelvo a ir contigo a ninguna otra fiesta, lo juro.

—Ya, está bien, no te molestes conmigo, no sabía que eso iba a suceder ni que te llevarías tan mal con Wes —se defiende Becca y yo no digo nada.

—Llegamos — avisa Kevin y estaciona la camioneta a un lado.

—Gracias por traerme, pero no por llevarme. Adiós —salgo del auto cerrando la puerta con fuerza y escuchando la risa de estos dos.

Saco las llaves de mi cartera y abro la reja del edificio. Me aseguro de pasarle seguro y entro rápidamente para subir las escaleras. No pienso volverme a subir en un ascensor mientras lo pueda evitar.

Subo rápido las escaleras hasta llegar a mi piso, camino por el pasillo y llego a la puerta. La abro con cuidado y entro para no despertar a mi mamá ni a Eiden.

Dejos las llaves sobre una mesita que tiene un porta retrato con una foto de Eiden junto a mí. Siempre se forma una sonrisa en mi rostro cuando la veo. Ese día lo lleve por primera vez a un parque de diversiones y nos divertimos muchísimo.

Me dirijo a mi habitación y veo a mi mamá acostada con Eiden a un lado. Sonrió de inmediato, no sé qué hubiera sido de mí sin la ayuda de mi familia. Ellos siempre han estado para mí y es algo que siempre les agradeceré.

Con cuidado me acerco a el armario y dejo mis tacones adentro de éste. En mis gavetas saco una pijama y ropa interior. Salgo de mi habitación y entro a el baño. Me despojo de mi vestido y ropa interior para colocarlos en la cesta de ropa sucia, recojo mi cabello en un moño para no mojarlo y entro a la ducha para darme un rápido baño. Apenas las gotas frías tocan mi cuerpo, me relajo. Necesitaba este baño.

15 minutos después salgo de la ducha y me visto. Aprovecho a cepillar mis dientes y salgo del baño. Camino de vuelta a mi habitación y me acuesto a un lado de mi hijo sin que se despierte, lo cual sé que es muy difícil ya que tiene el sueño muy pesado, todo lo contrario a mí, al mínimo ruido me despierto.

Me acurruco contra su cuerpo y me quedo dormida en cuestión de segundos, no sin antes recordar todo lo sucedido hace unas horas, sobre todo, lo sucedido con Wes Roth.

Dos semanas después.

Unos besos son depositados en mi mejilla cuando despierto.

—Mami, tienes que llevarme al colegio hoy, despierta — Eiden habla en mi oído y continúa dejando besos en mi mejilla, un poco babosos, pero con mucho amor.

—No quiero ir, mamá —murmuró y oigo su risa. Le estoy haciendo lo mismo que me hace él.

—Mami, eso lo digo yo. Vamos, arriba jovencita — Eiden me zarandea un poco y yo decido levantarme.

No Necesito a un Príncipe AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora