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No puedo creer todavía lo que mis ojos están viendo.

Ella está sentada en el escritorio mientras enreda la piernas sobre Wes, que está inclinado sobre ella besandola. Decido salir de ahí antes de que me descubran viéndolos. Cierro la puerta con cuidado y cuando volteo me encuentro con la señora de limpieza y pego un brinco.

—¿Encontró el cuaderno? —parece notar mi cara asustada y frunce el ceño — ¿Está bien?

—Sí, yo solo, no encontré el cuaderno —tartamudeo un poco aún nerviosa.

—Seguro no busco bien, venga yo le ayudó —ella abre la puerta antes de que pueda impedírselo.

—No entre... ahí — veo que la maestra Sarah esta sentada en la silla en su escritorio y Wes está parado frente al escritorio.

Supongo que nos escucharon hablar afuera y se separaron, pero eso no evita que me de cuenta de los labios hinchados, los cabellos desordenados y de como Wes tiene ambas manos tapando su miembro de manera obvia, ante mis ojos, claro.

—Rose, Alary. ¿Qué sucede? —nos pregunta Sarah y apartó la mirada de Wes hacia ella.

—Yo venia a buscar el cuaderno de mi hijo, lo dejo aquí —respondo y veo a Wes mirándome de forma sorpresiva.

Sí, tengo un hijo, ahora quita esa cara, idiota.

—Oh, sí, yo lo recogí y lo metí en el estante, ya lo busco — ella toma unas llaves y se acerca a el estante.

—Yo me retiro —por fin Wes dice algo y Sarah lo ve de manera afligida —Nos vemos luego, permiso — me apartó de la puerta rápidamente y él pasa por un lado, echandome una larga mirada antes de salir en definitiva. Algo me dice que sabe que los vi.

—Aquí está —se acerca a mí y me lo entrega —Me lo saludas, se porto muy bien hoy.

—Sí, así me dijo. Nos vemos luego — salgo rápidamente del salón y suelto un largo suspiro.

No puedo creer lo irresponsables que son, podría haber sido un niño el que fueta entrado al salón y no yo. Tanto fe que le tenía a Sarah, a Wes no tanto, no lo conozco bien y la verdad, no quiero hacerlo.

Me dirijo a la salida y veo a Wes apoyado sobre su camioneta de manera descuidada, supongo que esta esperando a Sarah, tal vez son pareja, lo que me parece raro porque Becca me dijo que él no es de tener relaciones serias, pero bueno, ahí no me meto yo.

Trato de pasarlo rápido para que no me vea pero, obviamente fallo, ya que sin darme cuenta llevo las trenzas de mis tenis sueltas y piso una de éstas con mi otro pie, lo cual hace que tropiece y casi caiga hacia adelante, solo que por fin mis reflejos son rápidos y me apoyo de la camioneta de Wes, provocando que ésta empiece a sonar la alarma.

Joder, por qué no puedo hacer nada bien.

Él saca las llaves de su bolsillo y apaga la alarma.

—¿Estás bien? —me pregunta y se acerca a mí.

—Sí —me separó de la camioneta —Tropecé sin querer, tengo las trenzas sueltas. —le explico rápidamente y me agachó a amarrarlas, cuando termino me levanto —Bueno, siento el golpe con la camioneta. Adiós —estoy apunto de irme pero siento cómo toma mi mano y me detiene.

—Alary, ¿no? —me pregunta y yo asiento mientras con cuidado quito mi mano de su agarre, por lo que se da cuenta y mete su mano en el bolsillo derecho de su pantalón.

—¿Pasa algo?

—Yo solo, quería disculparme por lo que paso la otra noche, en la fiesta de la empresa —me aclara y yo asiento mientras muerdo el interior de mi mejilla. Es una mala costumbre que hago cuando estoy nerviosa.

No Necesito a un Príncipe AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora