11

140 10 0
                                    

Ha pasado una semana ya desde el primer beso que me dí con Wes, una semana en la que cada que estamos un rato juntos no podemos parar de besarnos, de tocarnos. No hemos pasado de allí, ya que él no lo ha insinuado y yo tampoco lo permitiría. La verdad ni siquiera debería de permitir besarme, pero es que no puedo verlo sin que la tensión sea evidente. Tampoco diré que me gusta en el lado romántico, es pura atracción física.

También, Becca me ha estado abordando toda la semana con que le cuente sobre Wes, solo le he dicho que casi volvimos a besarnos en su casa pero que no paso más de allí. Sé que es mi mejor amiga y le tengo confianza, pero ella me advirtió sobre esto y me dijo que me alejará de él, y pretendo hacerlo, solo que no por ahora.

Hoy sábado no me tocó trabajar, me parece que Wendy y el señor Paul, que por cierto casi ni lo veo en la casa y con el que sólo he cruzado como tres palabras, fueron a visitar a unos sobrinos y primos, no sé si Wes los acompañó, él no me dijo y yo tampoco pregunte.

—Mamá, quiero ir al baño — mi hijo llama mi atención mientras estoy viendo los precios de unos zapatos deportivos.

Decidí salir a comprar algunas cosas al centro comercial junto a mi hermana y Eiden, aprovechando de que ya Wes me pago.

—Annie, ¿puedes llevarlo? Voy a comprar los zapatos —ella asiente y se aleja con mi hijo.

Yo decido entrar a la tienda, una chica me atiende y le digo los zapatos que quiero y la talla. Me siento en uno de los bancos a esperar a que ella llegue.

Ya hemos comprado varias cosas, tanto para Eiden como para mí, y también le compre una cartera a mi hermana, ya que ella moría por tenerla cuando la vio.

Salgo de la tienda al comprar los zapatos y decido esperar a Annie y a Eiden en uno de los bancos, solo que me detengo de manera abrupta cuando veo algo que desearía no haber visto.

Wes y Sarah, la maestra de mi hijo, vienen caminando agarrados de la mano en mi dirección, solo que no me han visto aún y, antes de que eso suceda, doy media vuelta y empiezo a caminar rápido hacia otro lado. Justo en el momento en el que estoy apunto de bajar las escaleras me encuentro a Annie y a Eiden.

—Ya nos podemos ir —les digo rápidamente.

—Pero si falta todavía comprar los... —mi hermana deja de hablar al ser interrumpida por los gritos de mi hijo.

—¡Mami es Wes y la maestra Sarah! —habla emocionado.

Amo a mi hijo, pero en estos momentos desearía que no fuera tan amigable.

—¡Wes! ¡Wes! Soy yo Eiden — Eiden sigue saludando y yo no quiero voltear a verlo.

Mi hermana me ve con una ceja alzada pero yo niego con la cabeza, otra más que me interrogará.

—Hola, pequeñín —escucho la voz de Wes detrás de mí, y tomando toda la valentía necesaria, me volteo.

Esto no puede ser más incómodo.
Sarah también está sonriendo pero puedo notar y sentir lo tensos que estamos todos, menos Annie y Eiden, claramente.

—Alary —Wes me saluda con un poco de lentitud y yo solo trato de sonreír, aunque me salga patético.

—¿Ustedes son novios? Porque los novios se agarran de las manos —mi hijo les pregunta y está vez no hago nada para detenerlo, porque también quiero saber esa respuesta.

Veo que Wes me observa y Sarah lo ve a él con una sonrisa tensa debido a que él no responde.

—Sí, lo somos, llevamos un tiempo ya —ella le responde a mi hijo y yo apartó la mirada de Wes, sintiéndome terriblemente decepcionada —¿Ustedes de dónde se conocen?

No Necesito a un Príncipe AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora