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-Nakano, un chico quiere hablar contigo, te espera afuera. -Dijo mi compañera de clase.
-Gracias.

Me levanté del escritorio, salí del salón. Había un chico, lindo, sí. De 1,68 más o menos, delgado, blanco, cabello negro, ojos grandes y mirada tranquila. Su cabello es algo largo, como los que llaman "emos" y con un piercing en la oreja, lo noté porque corrió el cabello de su cara y lo puso tras su oreja.

¿Quién es? No entiendo para qué un extraño me quiere hablar. Me miró, estaba muy serio... Es extraño todo esto, moví mi cabeza saludando, aunque siempre parezco buscando pelea cuando saludo levantando mi barbilla.

-¿Te puedo ayudar?
-Eh, supongo. -Se rió. -Me llamo Kimura, Kimura Seiji.
-Bueno... Yo soy Nakano Yoshio, está bien si me dices Yoshio.
-Ya sé tu nombre.
-Ah, no sabía, y... ¿De qué quieres hablarme?
-Quiero darte esto.

Me entregó una carta... ¿¡Una carta!? Eso parece que es... Es un sobre, no dice nada. Lo miré, él me sonrió y se fue lentamente. Pero si es un chico. Qué locura... Abrí el sobre, saqué el papel que tenía adentro y empecé a leer.

Me gustas mucho... Ya sé que no te importa nada sobre el amor, pero necesito decirlo. Me encantan tus ojos, tus manos me gustan mucho... Me encanta cuando te ríes o cuando dices cosas divertidas y haces reír a los demás. No sé por qué me gustas tanto si ni siquiera te conozco. No puedo dejar de pensar en ti.

Puedes tirar la carta porque sé que no quieres salir con nadie, no te preocupes por darme una respuesta, porque no espero una. Esta es la primera y última vez que voy a hablarte, prefiero rendirme antes de que me digas que no te gusto.

Kimura Seiji.

Me importó poco lo que decía... No es que sea apático, sólo no me interesa salir con nadie porque nunca he experimentado el que te guste alguien... Sin embargo, es un chico. ¿Cómo tuvo el valor para hacer esto? Seguro todos se reirían de él por esto.

Guardé la carta en mi bolsillo y volví al salón. Me senté, no podía dejar de pensar en la carta, decía que no me iba a molestar más, así que no tengo inconvenientes.

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Pasaron dos semanas. Durante esos días, él ni siquiera me miró. Nos cruzamos muchas veces, pero él nunca se giró para verme, como si nunca hubiéramos hablado. Pienso que al menos tengo que darle la carta devuelta y contarle que ya la leí. Aunque él no necesita que haga eso.


En la tarde, después de terminar las clases, fui a buscarlo... Ya sabía cuál era su salón porque lo había visto salir de ahí unas cuantas veces. Me quedé afuera, esperando a que saliera. Él salió después de esperarlo un rato, pero no me miró. Seguro no pensó que estaba esperando por él.


-Kimura.

Se detuvo y tardó en girarse, luego regresó sobre sus pasos y me miró inseguro. Parecía que no se sentía cómodo.

-Ya leí la carta.
-No era necesario hablar luego de que la leyeras. Puedes tirarla y olvidarla.
-Si, pero no soy así. Quería darte las gracias por... Tus cumplidos. Nos vemos.
-C-claro...

Me fui casi que corriendo, sentía vergüenza, mucha... ¿Pero por qué? Si no dije nada vergonzoso, sólo fui amable con alguien que se tomó el trabajo de darme una carta.

¿Amor? ¿Qué es eso? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora