Dice un conocido proverbio: «Regálale un pez a un hombre y comerá un día. Enséñale a pescar y comerá toda la vida"
Seguro que estamos todos de acuerdo con esta frase. De hecho, cuando se habla de ayuda humanitaria o de ayuda social en general coincidimos en que es pernicioso dar a las personas justo lo que necesitan, porque lo que supone ayuda verdadera es proporcionar las herramientas (físicas, emocionales, mentales, un trabajo) para que se procuren su sustento.
¿Qué es mejor: dar comida o dar semillas y enseñar a labrar la tierra? Sin duda lo segundo.
Sin embargo, esto que nos parece muy claro para el mundo, nos cuesta aplicarlo a nuestra propia vida...
Y aquí te lanzo una pregunta:
Cuando tú pides algo (a Dios, al universo, a los Reyes Magos, a una persona de confianza) ¿cómo lo enfocas?
¿Deseas y pides la solución definitiva, el producto terminado, o las herramientas para conseguirlo tú mism@?
En verdad casi todos, y yo la primera, lo que esperamos recibir con nuestras plegarias son las soluciones. El producto final. Los peces y alimentos listos para consumir.
Rara vez se nos ocurre rogar porque desarrollemos las herramientas, recursos o habilidades que nos permitan procurarnos lo que queremos.
Y es justo esto lo que sería lo interesante... Es más, creo que estos recursos en potencia se nos aparecen continuamente (como respuesta a nuestras peticiones) pero no sabemos aprovecharlos. Por eso hoy me digo: ¿Y si aprendiéramos a pedir de otro modo?
Pedir a las estrellas la caña de pescar
Quiero animarte a que a lo largo de este año, cada vez que te veas enfrentado a un problema que te supera, en vez de suspirar porque te llueva del cielo una solución respires hondo y te preguntes:
¿Qué tipo de herramienta o ayuda necesitaría para resolver esto por mí mism@?
Y te enfoques en buscar o pedir ese recurso.
Cómo pedir al universo - esperando herramientas y no soluciones
Por ejemplo, imagínate que estás pasando una racha de baja autoestima a consecuencia de un fracaso amoroso, del cierre de un negocio o como resultado de un diálogo interno negativo que lleva años contigo. En vez de pedir al universo que «mejore tu autoestima» o que aparezca una nueva pareja que te haga feliz y te recuerde tu valía, o «que cambie tu mente», pide en su lugar encontrar aprendizajes y herramientas poderosas que te permitan, si las utilizas, desarrollar una autoestima saludable.
Por ejemplo puedes pedir que aparezca el libro adecuado, el terapeuta perfecto, tener un momento de revelación de madrugada, la posibilidad de pasar una tarde en silencio, un taller transformador, una experiencia que te cambie la vida y te haga ser consciente de tu valía...
Eso es en realidad lo que tienes que pedir al universo.
Pero hay una cosa más, además de encontrar herramientas poderosas, que necesitas para resolver tus problemas: aprovecharlas. Y esto no debes pedirlo al universo sino a ti mismo.
¿De qué sirve que te pongan una caña de pescar delante si no aprendes a utilizarla? ¿Y si incluso haces como que no la ves y sigues suspirando por alimentos?
Es más... estoy convencida de que la vida ha puesto en nuestro camino oportunidades preciosas, para todos y cada uno de nosotros, pero que las hemos pasado por alto porque estábamos esperando la solución final.
Es como esa historia en que un hombre, en medio de una inundación, confía en que Dios lo salvará y va rechazando a varias personas que se acercan para invitarlo a subirse a su barca. Cuando muere ahogado y llega al cielo le recrimina a Dios su falta de ayuda y éste le dice: ¿y la lancha, el barco y el helicóptero que te mandé?
Piensa en esto. Seguro que se ha cruzado en tu vida el libro perfecto, un profesional que te habría ayudado muchísimo, la oportunidad de un trabajo que te habría abierto puertas o una crisis que guardaba un tesoro en forma de desarrollo personal. Todo esto era una respuesta a tus plegarias que sin embargo... pasaste por alto.
Sin embargo, cuando te topas con objetos, personas u oportunidades que encajan con lo que necesitas para crecer, tomas acción y te comprometes a aprovechar lo que traen, la vida te trae bendiciones.
Así que como ves, el poder para materializar los deseos en última instancia depende de ti, de tu compromiso personal y de que estés abierto a percibir que la ayuda que buscas está en las cosas que te rodean y te suceden.
Pedir al universo herramientas y no soluciones
Dos preguntas para pensar
Me gustaría proponerte un ejercicio antes de finalizar. Piensa en algo que deseas de verdad o algo que necesitas cambiar porque te está amargando la vida.
Y ahora pregúntate:
¿Qué habilidades o herramientas necesitarías para conseguir ese objetivo por ti mismo?
¿Y de dónde podría venir una ayuda que tendrías que aprovechar?
Por ejemplo, si quieres más dinero, pide mejorar tus habilidades para conseguir o gestionar el dinero que tienes.
Si quieres un trabajo nuevo, pide conocer qué tipo de formación o recurso te facilitaría la tarea y comprométete a aprender eso.
Si quieres un cambio interior, pide de corazón encontrarte con los materiales, terapeutas, talleres o personas sabias que te guíen en tu camino.
En definitiva, te sugiero que:
Dediques un tiempo a pensar en cuáles son las herramientas y recursos que necesitas para alcanzar tus objetivos o solucionar tus problemas (y te comprometas a utilizarlas)
Amplíes tu percepción y puedas ver oportunidades de crecimiento y ayuda en lugares que actualmente pasas por alto.No pidas los peces, pide la caña. De esta manera, no sólo conseguirás con más facilidad tu deseos, sino que crecerás como persona en este camino que llamamos vida.