¿Móviles en Hogwarts?

¿En qué momento has crecido?

Remus acabó aquella conversación y metió el móvil en uno de sus bolsillos.

Le gustaría decir que no le molestó la manera en la que se comportó Sirius, pero no podía. Sirius y James, entre broma y broma, siempre machacan a Peter y él nunca dice nada, pero sabía que esta vez lo que Sirius le había dicho le había molestado.

Su amigo era un tornado de todas las maneras. Estando feliz, triste o enfadado, cuando Sirius se hacía presente, te llevaba por delante. El problema en esta situación, es que solía saber el por qué de su estado de ánimo, pero esta vez, no sabía nada. Le daba miedo acercarse y que Sirius estuviese lo suficientemente enfadado como para arrancarle la yugular de un solo bocado.

Fue ahí cuando dos o tres minutos después, Sirius bajó de la habitación a paso pesado pero rápido. Cruzó la sala común y se fue por la puerta/cuadro.

A Remus no le gusta ver a ninguno de sus amigos de esa manera. Él sabe perfectamente como es el sentir miedo de hablar con tus amigos. El no querer herir sus sentimientos o por miedo a como vayan a tomar tus declaraciones. Sonará un poco tonto, pero él siempre espera que alguno de ellos se de cuenta de su estado y se acerque a preguntar. Para él, es cómo una invitación a poder expresarse sin miedo a que piensen que simplemente lo hace para dar algo de pena. Aunque normalmente suele disimular bastante bien hasta que todos esos problemas se acumulan y estallan en forma de lágrimas.

Subió a la habitación compartida y después de comprobar que nadie se encontrara allí, buscó el mapa del merodeador y cuando hubo sabido donde estaba Sirius, lo cerró y guardo en el bolsillo de su túnica.

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Ya era bastante tarde, así que Remus debía admitir que los pasillos a oscuras de Hogwarts, le asustaban bastante.

- Lumos. - susurró para que su varita se iluminara.

Si mal no recordaba, el mapa decía que Sirius estaba en la torre de astronomía y al llegar allí, no había nadie.

Desdobló el pergamino, y con la varita aún encendida, susurró: - Juro solemnemente, que mis intenciones no son buenas. - y como si fuera magia. Que de hecho, lo era. Unas motitas de tinta, empezaron a dibujar los pasillos de la escuela. Miró su posición y delante de sus huellas, estaban las de Sirius. Entonces recordó la capa de invisibilidad de James.

- ¿Qué es lo que ocurre contigo, Sirius? - nadie contestó. - Sé que estás aquí, recuerda que el mapa nunca se equivoca.

- Déjame en paz, Remus, necesito pensar.

- Una vez me dijiste que dos cabezas piensan mejor que una sola, así que si puedo ayudarte... - rascó su nuca al ver que Sirius seguía sin aparecer. - Somos amigos, siempre que yo he necesitado que alguien estuviese a mi lado, tu lo has estado. Ahora eres tu el que necesita hablar, y quiero que sepas que puedes contar conmigo. - nada. - Entiendo. - dio unos pasos hacía atrás sin apartar la vista de donde creía que el otro estaba. - Estaré en la habitación si me necesitas. - empezó a dar la vuelta.

- Macaiyla escuchó una conversación que tuviste con James hace unos días. - se quitó la capa de encima y apareció sentado mirando hacía el oscuro cielo nocturno. - ¿Es cierto que estás enamorado de mi?

El color en la cara de Remus desapareció por completo, pero aún tuvo las fuerzas para caminar y sentarse a un lado de Sirius. Creía que ya era hora de hablar.

Si Remus hubiese pensado en dejar el mapa delante suyo y no tirado en el suelo, detrás de ellos y abierto, se hubiese dado cuenta de que las huellas de Macaiyla Mc's Duggan, caminaban directamente hacia ellos.

- Tu novia escuchó bien. - bajó su mirada y jugó con sus dedos. - Pero no mentía cuando te dije que me alegraba por ti y Mackie. De verdad. - lo miró, pero volvió a apartar la vista cuando se cruzó con la grisácea mirada de Sirius. - Pensé que..., en un principio pensé que este sentimiento se iría si me decía a mi mismo que estaba mal, que no podías gustarme.

- ¿Cuánto llevas enamorado de mi?

- Yo, em, no mucho. - sonrió intentando evadir la pregunta.

- ¿Cuánto es ese no mucho?

- Tresaños. - susurró bajito y rápido, completamente avergonzado.

- No te entendí.

- Tres años. - dijo más lento y un poco más fuerte. No demasiado, claro, pero fue suficiente para que el animago entendiera.

- ¡Remus! Tres años es mucho, ¿Por qué nunca me dijiste?

- ¿Y que iba a decirte? Oye amigo, se que tú eres heterosexual, pero me gustas. - dijo sarcástico.

- ¿Y quién te dijo que era heterosexual?

Remus se quedó con la palabra en la boca sin saber que decir.

- B.bueno, tienes una lista muy extensa con todas las chicas con las que te has revolcado. Entre ellas no hay ningún hombre. Qué yo sepa. - no sabía que decir.

- Qué me acueste con ellas, no quiere decir que no me fije en ningún hombre. - le guiñó un ojo, haciendo que Remus se sonrojara y apartara la mirada.

Sirius se rió por la reacción de su amigo y se puso de pie.

- ¿Dónde vas? - preguntó el hombre lobo.

- Existe cierta rata a la que debo pedir disculpas. - se acomodó el pelo detrás de su oreja. - Vamos.

- Entonces... ¿No estás enfadado conmigo? - se levantó y agarró el mapa. Sin mirar, esperando atentamente la respuesta de Sirius, susurró, "Travesura realizada", y tanto howgarts, como las huellas de Mackie, que seguían paradas en la entrada, desaparecieron.

- No puedo enfadarme por ello, sería una tontería. Uno no elige de quien debe o no enamorarse. - empezó a caminar y Remus, a prisa, se colocó a su lado. - Además. - pasó su brazo izquierdo por los hombros de Remus, quien era un poco más alto que él. - ¿En que momento has crecido? - preguntó, pero en seguida, sin esperar a que el otro contestará, dijo: - Es difícil no enamorarse de este fabuloso cuerpo.

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Y fin de este capítulo.

Espero que les haya gustado. Disculpen la mala ortografía y las faltas de coherencia, lo intento, pero no soy muy buena escribiendo. Si no entienden algo, háganmelo saber.