🅁🄾🄹🄾

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Tres malditas semanas... tres, lo que para Logan era una eternidad y una valoración sobre la relación de tiempo-espacio y dependencia física-emocional sobre una persona, una muy escandalosa, tintineante pero brillante. Interesante era la única palabra que venía en mente para ese momento de reflexión, teniendo en cuenta que había pasado ya un centenar de años en soledad todo a partir de que el niño decidió ir una semana de vacaciones con su madre, una semana estaba bien no era nadie para impedirle ver a sus familiares, incluso estaba muy de acuerdo con ello pero el día que era el retorno a su regreso más familiares del mocoso estaban de visita en aquella casa, pensó que no sería tanta la ausencia puesto que esa semana se había ido tan rápido como corre su niño veloz, pero tres semanas ya comenzaba a ser una tortura, estaba siendo egoísta pero necesitaba verlo darle un beso y que volviera a disfrutar el bullicio familiar. Su cama ya se sentía incomoda, no deseaba estar en casa siempre buscando la manera de solo ir a dormir, tampoco había misiones que ocuparan su tiempo y la escuela no era un desgaste o algo que le ocupara al cien por ciento, ya extrañaba a su amado por fin aceptándolo en voz alta para sí mismo, las llamadas no eran suficientes, pero las atesoraba. Pero Charles le tenía una maravillosa noticia, debido que el mocoso mandadero de la mansión no se encontraba el mismísimo Howlett tenía que ir por algunas cosas en auto muy cerca de la localización de Peter.
—...Mi madre se ha reconciliado con mi tía Mayra, somos 20 personas en casa— Peter contaba tan emocionado a través de la bocina del teléfono que si este estuviera enfrente estaría dando brincos o moviendo el pie.
— En la mansión hay muchos más, pero igual es diferente, son tu familia— no quiere desanimarle o causar una idea errónea por aquel comentario.
— ¡Sí sí sí, pero parecemos sardinas! Jamás pensé en volver a convivir con ellos, son geniales— el platinado sonreía recargado en la pared de la cocina viendo por la ventana al patio, toda aquella separación había sido por una pequeña pelea, una nariz y brazo roto entre su primo y él de pequeños, ahora eran adultos jóvenes y sus madres no salían peleadas. —Pero olvidando eso, ya te extraño— el joven hace un pequeño puchero, aunque no lo viera su pareja, si estuviera presente se lo hubiera quitado con un beso.
El mayor solo guardó silencio un par de segundos más reprimiendo una sonrisa —yo también te extraño— admite y continúa hablando antes de que al chico le diera una conmoción o algo —respecto a ello, mañana iré por unas cosas de Charles cerca de donde estás podríamos vernos un rato o puedes acompañarme, te regresaría a tu casa más tarde— espera con ansias a que diga que si alguna de las dos opciones.
Maximoff podía sentir el pulso de su corazón sólo porque su hombre había dicho eso, siempre se comportaba como adolescente de 15 años —te parece mejor sí vienes por mí y que sea tu regreso, para irnos juntos a casa— es muy consciente de que su hombre sufre al no tenerlo, pero era algo mutuo al estar tan acostumbrados a sus presencias rondando cerca uno del otro —tranquilo, no es necesario saludar— aclara por aquel pequeño silencio.
—Está bien— se alivia en saber que lo tendrá en casa nuevamente —pasaré por ti en la tarde— el ir a saludar o no era algo que tenía que pensar, no quería ser o parecer una persona que no le importe las cosas de su chico.
—¡Perfecto! te estaré esperando— un nuevo brillito en los ojos se restaura en esa mirada feliz por ir a casa, uno de sus sobrinitos llegaba para llevárselo nuevamente —bueno me están llamando a cenar, hasta mañana. —
—Hasta mañana, mocoso. — es él quien cuelga; tanto como Lobezno y el velocista durmieron muy tranquilos por aquella promesa de verse dentro de poco. Al día siguiente poco después de medio día James estaba en carretera libre rumbo a la dirección que Charles le dio, no era muy agradable conducir tantas horas, pero la recompensa de regreso lo valía.
Por otro lado, Peter desprendía una alegría muy contagiosa como su risa, se notaba algo nervioso cosa que no fue desapercibida por la matriarca de la casa, no está en contra de la relación de su hijo, ni sus preferencias si no todo lo contrario a pesar que sabe un poco de la pareja de su primogénito. El joven mutante se encontraba algo ansioso y preocupado cuando el sol se había ocultado, el teléfono de su casa solo contestaba la máquina, en la mansión no había ni pelo ni seña de su hombre ¿Qué habría pasado? ¿Qué otra forma podía contactarle? Como en su cabeza los pensamientos iban a la velocidad que corría ya tenia mil respuestas y muchas no eran buenas.
— Tranquilo, seguramente tenía algo que más que hacer— alienta Magda dándole un tazón de frutas y palmadas en la espalda —mañana vendrá por ti o te marcará— se sienta frente a el con otro bol igual que el suyo, era de noche y su hijo no había cenado por esperar.

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