CAPITULO XXVIII

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Pasaron dos semanas desde que había llegado a Londres, y cada día que pasaba era peor que el anterior, era una tortura… cada segundo, cada minuto, cada hora que tenía que pasar sin Liam. Liam seguía enviándome mensajes para que volviera, para que recapacitara que alejarme de él no iba a resolver las cosas, aun sabiendo que eso no era algo seguro… porque él aunque no quisiera admitirlo, no sabía al igual que yo, que estaba enfrentando. Y cada día que pasaba era menos su insistencia, eran menos sus mensajes y sus llamadas… su interés se desvanecía… y nada… absolutamente NADA me frustraba más que saber que ya no me buscaba… era un oprobio constante imaginar que estando lejos, muchas chicas le caerían encima, sabiendo que ya no había ninguna distracción... y lo peor de todo era que no podía culparlo por corresponder las provocaciones de todas esas chicas, ya que fue explícitamente mi culpa que tuvieran esa ventaja, fui YO la que lo dejo, así que él podía hacer lo que él quisiera, incluso sabiendo que el amor que tenía por mí, ya no estuviera.

Por otra parte, también quedo el profesor Masón, lleva desde el segundo día de mi huida mandándome mensajes… ¿Cómo obtuvo mi número? Ni idea, pero lo tenía y me hostigaba de tanto en tanto, me mandaba muchos mensajes al día, y llamadas no tantas, comprendió que solo perdía su tiempo ya que no contestaría, pero aun así insistía con los mensajes diarios. En parte me dolía tener que ser indiferente con él, pero, mientras más lejos… sería mejor. A pesar de ello, sus mensajes también se volvían menos insistentes con el paso de los días, y lo admito, me afectaba, no tanto como lo hizo Liam pero… también lo hacía.

(…)

Ya se habían cumplido el plazo de las dos semanas para que empezara el período de clases en la universidad. Era obvio que mis compañeras de habitación ya se habían mudado aquí, al principio se sorprendieron de encontrarme de primera en el cuarto… por lo que percibí no esperaban nueva compañera de habitación, y… también note que se conocían desde antes, en pocas palabras (yo era la única intrusa en ese lugar) siendo que no sabían que estoy allí desde hace dos semanas atrás incluso, pero para que dar detalles. Me trataron con desconfianza y una de ellas parecía un poco molesta de que perturbara la paz y de paso le quitara su tan preciada cama, la verdad me dio igual, todo me daba igual ahora… sin Liam, nada valía la pena, lo único que me aliviaba de tener que compartir cuartos con aquellas tres chicas, era el hecho de que no eran unas perras fastidia-vidas, o quizás el término adecuado para aquella personalidad sea “barbies”.

(…)

Pasaron dos días súper aburridos en la institución, muchos me miraban con cara de confusión, y me llamaban entre susurros y murmullos “la nueva”, pero toda esa atención por ser la nueva estudiante no me intimido en lo absoluto, aprendí que he estado tratando con cosas peores que esas, “arpías zorras, profesores guapos, chicos populares, chismes y rumores diarios, y lo peor de todo… fenómenos paranormales obsesionados conmigo” así que ser “la nueva” y estar en boca de todos, era para mí como una tacita de café. No faltó mucho para que notaran mi personalidad distante y solitaria… así que no hicieron esfuerzo en acercarse a mí tampoco, cosa que me facilitó las cosas.

(…)

Mis compañeras al parecer después de unos días de notar que tampoco era una “Barbie” parecieron aliviadas, y comenzaron a tratar de entablar conversaciones conmigo con la esperanza de que pudiéramos ser buenas “amigas o siquiera compañeras”… pero todos aquellos intentos se hicieron añicos una vez ignorado todas sus palabras, conversaciones o gestos bonitos de su parte, les cayo pesado mi actitud amargada, pero todo aquello tenía un trasfondo valido para mí, y esperaba que lo respetaran, no deseaba apoyo de ningún tipo, sino acepte el apoyo de Liam, menos lo haría con chicas que no entenderían en lo absoluto lo que era vivir en este infierno.

¿POR QUÉ YO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora