Capítulo 4 - Nuevo trabajo

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Me levanto temprano, para ir a buscar a Dalia a casa de las vecinas. No he dormido nada en toda la noche, pensando en el trabajo que me acaban de ofrecer. Es un buen sueldo, pero serán más horas y con Dalia tan delicada no estoy muy seguro de aceptarlo, aunque por otro lado, el dinero nos vendría de maravilla para pagar las facturas que cada vez son más costosas. Necesito hablar con ella antes. Hace un tiempo juramos contarnos las cosas importantes, sobre todo las que puedan influir al otro, para consolidar la buena relación que tenemos como hermanos.

Llego a casa de mis vecinas y sorprendentemente Dalia, ya está levantada con lo perezosa que se pone siempre. Cuando me ve, se le forma un brillo en sus ojos y viene abrazarme. Cojo sus cosas, mientras le doy las gracias a Patri y a Lola, por haberse quedado con ella y les digo que hablaremos más tarde.
Mientras nos dirigimos a casa, me cuenta cómo ha pasado la noche. Yo, le cuento sobre la mía, incluida la oferta de trabajo. Quiero saber su opinión porque ella va a ser la detonante en mi decisión.

—Dani, tienes que aceptarla. Es una buena oportunidad, un buen sueldo y es en una revista que tendrá apartados de su publicidad y podrás intervenir también, ya que sabes de ese campo, además no te veo yo a ti de camarero—dice carcajeándose.

—Muy graciosa, pero también hay que ver que serán más horas. Alguna vez tendré que salir a eventos y viajes. No quiero dejarte sola, podría pasarte algo malo y no me lo perdonaría, si no estoy a tu lado o no puedo estar cerca al menos para cuidarte—suelto preocupado.

—No tienes que preocuparte de nada, ya soy mayor. Sabes que soy responsable y tendré a las vecinas que son como nuestras abuelas para controlarme—dice picarona.

La verdad que Dalia, debido a su problema médico ha madurado a pasos agigantados. Ya no queda nada de esa inocente niña. Cada vez se muestra más como una mujer, sobre todo en la forma de ser y en su cuerpo, que ya estaba cambiando, debido a que le bajase el periodo hace ya, un par de años.

—Está bien, aceptaré el trabajo. Pero tienes que prometerme que te portaras bien, obedecerás a Patri y a Lola, cuando yo no esté y que me llamarás para cualquier cosa. Sobre todo, si te encuentras mal o para decirme que estás bien cuando yo no esté por aquí—explico decidido.

—Que sí, pesado. Sabes que siempre lo hago—me dice poniéndome caras.

—Habló en serio Dalia, no quiero que te enfermes y si lo haces, quiero enterarme para poder estar contigo—le digo medio enfadado.

—Si lo haré Dani; No te preocupes más. Puedes contar conmigo— se acerca a darme un abrazo.

A la mañana siguiente, después de llevar a Dalia al instituto, llamo a Dulce, para decirle que acepto el trabajo. Quiero aprovechar para ir a conocer mi nuevo sitio de trabajo y hoy es mi día libre en el bar, porque cierra los lunes así que, es un buen momento para ir.

A los dos tonos, escucho que descuelgan el teléfono, pero no oigo ningún sonido.

—Hola, Dulce, ¿eres tú? —pregunto dudoso.

—Claro, ¿quién iba a ser sino? —dice toda borde— No tengo asistente ¿quién eres tú? —pregunta enfadada.

Me entras ganas de colgarle el teléfono al escucharla ser tan borde, pero en el último momento, decido que no. Necesito ese trabajo y ella estará muy estresada porque tendrá el trabajo multiplicado debido a la falta de asistente.

—Soy Daniel, el chico que te tiró la bandeja encima de tu traje el otro día. Al que le ofreciste un trabajo ayer, que por cierto ¿aún sigue en pie? —le pregunto dubitativo.

—Ah sí, pues claro. Perdona las formas, ¿podrías empezar hoy mismo de prueba, si no estás  muy ocupado? Es que estoy un poco desbordada—dice agobiada.

—Pues la verdad, no me importaría. Hoy es mi día libre en el bar, me podría acercar un momento y me podrás explicar todo. De paso, si puedo, te intentaré echar una mano—digo solicito.

Antes de colgar, cojo la dirección de la revista que ella me dicta por teléfono, tiempo después, cojo el coche y aparco en el único sitio libre que queda. Menos mal, que no tuve que dar muchas vueltas, parece que hoy la suerte me sonríe.

Llego a la empresa, un rascacielos enorme y todo acristalado, que resulta imponente desde cerca. Al entrar por las puertas giratorias, llego a recepción donde hay un pr de chicas atendiendo a la gente. Allí observo el caos personalizado. La gente está corriendo por los pasillos, ni que hubieran anunciado que había una bomba en el edificio. Me dirijo a la recepcionista, con cara de pocos amigos y me presento para después decirle que vengo a ver a Dulceida. Su cara parece mejorar considerablemente. Seguro que pensará que calmaré a su jefa aunque viendo lo borde que es, lo dudo mucho. Me manda pasar a una sala pequeña con seis sillas y una planta y a los pocos minutos, la misma mujer que me mandó sentarme, me pide que la siga al despacho de la señora Ferrer. ¡Vaya! ni sabía su apellido está bien, ir enterándose de información, así podré llamarle, para parecer más profesional.

Llego al despacho de Dulce, mientras la otra chica me anuncia diciéndome que es la señorita Ferrer. Veo que tiene toda la mesa llena de papeles y alguno tirado por el suelo. Lleva un traje de chaqueta color rosa claro y la verdad se le ve bastante profesional. Está hablando alteradamente por teléfono, mientras con la mano me dice que espere.

Cuando termina, se deja caer derrotada en la silla y se echa las manos a la cabeza, dejando ver su pelo castaño todo desordenado, de tanto agarrárselo, seguramente producido por los nervios y estrés de ese día.

—¿Te puedo ayudar? — digo ofreciéndome, ya que realmente se ve desquiciada y no me gusta ver a la gente así, pudiendo resultar de ayuda.

—La verdad, no creo que puedas. Una de las mejores empresas de publicidad que teníamos en la revista, ha rescindido el contrato por incompatibilidad de condiciones. ¡No sé qué hacer! A mí nunca se me ha dado bien estas cosas, sobre todo, atender a la gente y ocuparme de todo se esto—señala los papeles—se encargaba Lindsay, antes de haberla despedido —dice abatida.

—¿Qué empresa de publicidad es? —pregunto decidido.

—Original Enterprise —dice mirando los papeles, porque no lo sabe de memoria.

—¡Has tenido suerte! Esa es una empresa de publicidad, que está ligada con mi antiguo trabajo—explico contento. —Conozco a uno de sus gerentes, de haber tratado con él por teléfono. Yo conseguí uno de sus contratos para la empresa de publicidad en la que trabajaba antes. Sé cómo trabajan y lo que quieren, asi que si quieres, puedo hacer unas llamadas, para ver si consigo que os vuelvan a aceptar y que inviertan de nuevo en la revista —le suelto esperanzado.

—No entiendo nada, ¿pero tú no eras camarero? —dice confusa.

—Eso fue después de que me despidieran en la empresa de publicidad por falta de ingresos. — contesto. —Fui la última incorporación. Llevaba allí diez años y me echaron sin ninguna contemplación, así que tengo algunos recursos y conocimientos. Ahora el caso, me lo lleva el abogado, porque fue un despido improcedente por lo que he podido comprobar— cuento deprimido.

—¡Interesante! Si me consigues otra vez este contrato, te daré un plus y mañana haré todo el papeleo para que pases a formar parte de esta revista —me dice algo fría para mi gusto.

Hago algunas llamadas, después de dar con el gerente que conozco y hablar de las condiciones. Después de estar hablando durante unos minutos, consigo el ansiado contrato por el que depende mi puesto, además, por lo que estoy viendo, con un poco más de ingresos. Espero que se muestre más contenta con mi logro y haga lo que me ha prometido cuando se lo cuente. Parece que este trabajo se me da bien. Me está gustando mucho. Ahora solo me tocará lidiar con la jefa, que se gasta un carácter de mil demonios.

Dulce milagro(Incompleta)A La Venta En Amazon!!Ganadora Del Tercer Lugar !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora