Capítulo 5-Primer día

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Que suerte, al final no tendré que ir al otro trabajo. No me gustaba nada. Dulce, se ha encargado de hablar con el dueño personalmente, para comentarle lo de mi nuevo trabajo. Me esforzaré todo lo que pueda. Es una oportunidad única, encima me gusta y tengo un buen sueldo ¿Qué más puedo pedir?
Me doy una ducha, mientras me toco para relajarme. Estoy muy tenso, debido a los nervios, además hace meses que no me acuesto con nadie. Necesito desahogarme de alguna manera, sino me acabará pasando factura. Menos mal que hay pestillo en el baño, porque no me gustaría que mi hermana me descubriese de esta guisa. Cuando por fin termino, me acabo de duchar y salgo de la ducha más relajado y dispuesto a comerme el mundo. Escojo un pantalón de raya diplomática en gris, con una camisa blanca y una corbata gris a juego. Me aplico mi perfume Calvin Klein, me pongo los zapatos negros y cojo las llaves del coche para llevar a Dalia al instituto y luego entrar en el nuevo trabajo.
—¡Caray hermanito! Hoy hueles mejor de lo normal, ¿no será que te gusta tu jefa? —dice picándome.
—No digas tonterías. Es mi primer día y quiero causar buena impresión. Necesito este trabajo, ya que es una buena oportunidad. Anda, súbete al coche que por culpa de tus tonterías voy a llegar tarde—digo todo lo serio que puedo.
La ventaja de tener este trabajo es que por la mañana puedo dejar tranquilo a Dalia, en el instituto. En la revista entro a las diez y mi hermana entra a las nueve y cuarto, aún encima, el trabajo lo tengo a diez minutos del instituto y a veinte de casa. Así estaré más relajado a la hora de aparcar y tendré más tiempo.
Llego al trabajo cinco minutos antes, me informan que Dulce, está en la sala de juntas y que en diez minutos tiene una reunión con los componentes de la revista, así que me quiere allí ya.
Me voy detrás de una de las recepcionistas, para que me guíen y saber hacia dónde me tengo que dirigir. Aún no he tenido tiempo de ver todas las instalaciones. Solo el baño, mi despacho y poco más, debido al estrés que reinaba aquí el día anterior. Hoy parece que la gente está algo más relajada que ayer, no sé si tendré algo que ver, pero me alegro.
Al llegar al salón, me quedo alucinado. Allí hay una mesa enorme que será de quince metros por lo menos. Le acompañan unas treinta sillas. No sé cuántos serán en la revista, pero la reunión tiene pinta de ser importante. La secretaria me da unos papeles que dice que me harán falta para la reunión y luego me quedo alucinado viendo el decorado de la sala. Tiene un par de plantas y una pantalla gigante de frente, dónde imagino que hacen las videoconferencias. Me quedo fascinado. Nunca había visto una pantalla tan grande, ni siquiera en el último trabajo donde desperdicié mis últimos diez años. Parece todo muy lujoso y hasta me da miedo tocar algo. El suelo es de un mármol gris, cubierto con una alfombra en tonos granates que da pena pisar y encima de la mesa hay una botella de agua, para todos los asistentes. Al poco rato, empieza a llegar la gente ocupando todos los asientos, de última aparece Dulce, que trae cara de amargada y después de sentarse en sitio, comienza a hablar.
—A ver, según los últimos sondeos nuestra revista está en el número quince. No me agrada ese lugar, quiero llegar al puesto número uno, si para ello tengo que despediros y contratar a otra gente lo haré, así que hacer un buen trabajo ¡¡si no queréis quedar sin empleo!!—exclama enfadada.
Menudo genio que se gasta, con lo modosita que me parecía al principio. Esta mujer debe de tener sus demonios metidos en la cabeza. Espero con mi ayuda, logre dejarlos salir, sino no va a ver quién la aguante todo el tiempo trabajando aquí.
—Isaac, ¿qué traes esta semana? — pregunta Dulce seria.
—Esta semana tengo un artículo, sobre cómo maquillarse mejor y que tipo de maquillajes pegan mejor según el tipo de piel y cabello—suelta asustado.
—Lo quiero en dos días en mi mesa, ¿Lourdes, tú? —sisea enfadada.
—Tengo la lista de los hombres y mujeres mejor vestidos y valorados según sus diseñadores—dice angustiada.
—Lo mismo te digo a ti también—dice cortante.
—Quiero todos los proyectos acabados para dentro de dos días, incluido el tiempo y el horóscopo. Aquí acabamos con esta reunión, ya que tengo mucho trabajo atrasado aún por hacer—dice altanera.
Se levanta de la mesa, como si fuera una Diosa, con ese traje de falda y chaqueta en rojo, con zapatos blancos de tacón muy alto y ni idea de cuántos centímetros, dejando tras de sí unos miedosos empleados, mientras se dirige a su despacho. Me levanto y voy tras ella muy enfadado. No puede tratar así a la gente. Eso me indigna. Odio a los abusones desde que me hicieron bullying en el colegio, por ser algo gordito y pensando en todo esto, me dirijo a su despacho a cantarle las cuarenta. Me parece deplorable lo que le está haciendo a sus empleados, tratándolos así y con tan poco respeto. Los tiene atemorizados.
Cuando llego, entro sin llamar, cierro la puerta y las cortinas, para que nadie oiga lo que le tengo que decir.
—¿Quién te crees que eres, para tratar a la gente así? ¿no te da vergüenza? Son personas y tus empleados, no esclavos, ¿es que no te das cuenta, que gracias a ellos estás dónde estás? Se están dejando la piel aquí, con cada trabajo que hacen. ¡No me gustas nada! —siseo enfadado. —Me recuerdas a algo que tuve en mi pasado y que quiero olvidar. Con tu comportamiento no puedo trabajar ni concentrarme en mis quehaceres. Si sigues así, yo mismo me acabaré yendo de esta empresa, antes de empezar. Por muy prestigiosa que sea o por mucho dinero que me des, no me pienso quedar, porque tengo mis principios y aunque me haga falta el trabajo y el dinero no lo consentiré.
Después de este discurso, Dulce, se levanta y sin más preámbulos, me agarra por la cabeza y me besa con toda la pasión y rabia acumulada. Al principio, me resisto, pero poco a poco, me voy rindiendo a este beso que tanto me está gustando. Solo hay que ver mi entrepierna para averiguarlo. Decido terminar el beso, para que la cosa no vaya a más, porque por mucho que me guste el beso, sigue siendo mi jefa y la acabo de conocer y no me gusta su comportamiento. Por lo que veo, tiene más secretos que intentaré averiguar mientras esté aquí. Quiero saber de dónde viene esa rabia y la altanería hacia su gente.
Me voy hacia mi despacho, dejándola allí pensativa. Me siento en el sillón, empiezo a organizar la agenda de esta semana, para poder apuntar los eventos a los que ha sido invitada. Después de completar todo, se lo mando por email, porque no me apetece ir hasta allí, debido al anterior calentón. Me avergüenza por si me vio contento de más.
Al cabo de unos minutos, recibo un mensaje de Messenger por el ordenador, cuando lo abro veo que es de ella.

¿Qué pasa? te ha gustado demasiado el beso y tienes miedo a venir por más. Lo siento, pero trato a mis empleados como quiero. Respecto a la agenda la veo bien, pero tienes que apuntar el acto benéfico que hay mañana por la noche al que tendrás que asistir como mi acompañante. Si no tienes un esmoquin, coge la tarjeta que te deje para gastos de empresa y vete de compras, ya que hay que ir de etiqueta.

Pdta.: Buen trabajo sigue así.

Me quedo desconcertado al verlo. Después de leerlo varias veces, cojo la tarjeta, para hacer lo que me ha pedido. Debido a mis escasos ingresos, nunca he podido permitirme comprar un traje tan elegante, así que en el fondo me hace mucha ilusión adquirir uno. Agarro la tarjeta y después de observarla durante unos segundos, salgo de mi recién estrenado despacho. Me espera un largo día de compras y estoy un poco aterrado por lo que me pueda deparar, mañana por la noche.

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Hasta aquí otro capítulo ❤️. Espero que os esté gustando ❤️

Dulce milagro(Incompleta)A La Venta En Amazon!!Ganadora Del Tercer Lugar !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora