Capítulo 12-Desastre

96 43 23
                                    


Comienza un nuevo día. Mi entrepierna amanece más contenta de lo normal. Cuando me giro, veo la razón por la que es. Dulce, se está restregando contra mí, mientras duerme. Está preciosa con ese camisón de raso y con esa expresión tan serena. Se muestra tan feliz. Hasta parece que no tiene ningún tipo de problema, porque se muestra tranquila y de vez en cuando, se le escapa una pequeña sonrisa. Pero, ¿no me ha dicho ayer, que se levantaba temprano para ir a correr? La he debido de dejar exhausta, después de la noche que hemos tenido.
Me levanto sigilosamente y me voy a dar una ducha, pero antes de meterme, me aseguro que las dos puertas estén cerradas. No quiero que se presente ninguna sorpresa inesperada como la noche pasada. Cuando ya estoy más relajado, salgo, me meto en el dormitorio para ir a coger mi ropa, para empezar a vestirme. Paso a la habitación y veo a Dulceida, poniéndose el sujetador. Cuando se da cuenta de lo que estoy haciendo y me ve, me tira un cojín.
—Maldito, ¡llama antes de entrar! —exclama avergonzada.
—Lo siento. Pensé que seguías dormida, además no tenías reparo en que te viese desnuda ayer, mientras me implorabas que te diese cariño—explico, con una sonrisa en mis labios.
Me vuelve a tirar el otro cojín y después de coger su ropa a todo correr, se mete en el baño. Yo sigo preparándome y cuando ya estoy presentable con mi traje, voy bajando las escaleras, para ir a desayunar. De repente, escuchó un grito ahogado de mujer y veo salir a Bárbara, por la puerta de su habitación, toda colorada ¡De la que me he librado! Me puedo imaginar lo que ha pasado.
Cuando llego a la cocina, observo que Tom, está desayunando, leyendo el periódico, mientras unta una tostada de mermelada y la hunde en su café. Le doy los buenos días y empiezo a preparar huevos revueltos, aprovechando que ya hay tostadas en la mesa. No sé qué es lo que le gusta a Dulce, porque eso, aún no me lo ha dicho.
Cuando entra mi jefa, veo que su hermana entra detrás cabizbaja. Seguro que le ha cantado las cuarenta, por atreverse otra vez a meterse en la ducha, pensando que podía estar yo. La verdad que le está bien empleado, por meterse donde no la llaman.
He acertado y parece que, a Dulce, le gusta todo lo que le he preparado, porque se muestra contenta. Cuando terminamos, nos despedimos de los dos y nos encaminamos juntos a la oficina. Al llegar, ultimamos los detalles del concurso online, que en breves minutos comenzaremos, después de tener la supervisión de su padre y su hermana. Solo espero que esta idea nos salga bien y que Dulceida mantenga su puesto.
Cuando ya estamos todos reunidos. Sacamos un bombo parecido al del juego del bingo. Ponemos todos los números de las papeletas que hemos vendido, que son nada más y nada menos que quince mil. Vamos sacando varios números, hasta un total de veinte con sus respectivos premios y le doy la enhorabuena a todos por su excelente trabajo y organización. Después de comunicar cada número ganador en la página, le damos de plazo veinticuatro horas para reclamar su premio y verificar que es el número premiado.
Cuando ya estamos terminando, salimos a comer todos juntos, para celebrarlo a un restaurante, que tiene muy buena fama que está aquí al lado. Dulce, se muestra muy contenta. Hasta parece que ha dejado su mal humor atrás y su hostilidad hacia sus trabajadores. Tom por su parte, parece conforme con la cantidad que hemos sacado con el dinero de los boletos, y se muestra feliz de que la empresa comienza a estar en auge de ventas.
Después de pedir solomillo para todos, nos disponemos a comer el manjar que se nos presenta delante. Reina la felicidad en la mesa, nunca creí que eso fuese posible, tal y como trata Dulceida, a sus empleados. Alguno hasta le hace bromas y deja atrás su miedo.
Llega la hora de los postres y nos deleitamos con un tiramisú que está riquísimo y que es especialidad de la casa. Después de pasar un momento agradable, decidimos que ya va siendo hora de volver al trabajo y mostrar otra vez la dura realidad.
Hago mi trabajo que ya se me estaba empezando a acumular y le preparo la agenda a Dulce. Dentro de cuatro días, el fin de semana que viene, tendrá otra fiesta benéfica. Espero librarme de ésta, ya que no tengo buen recuerdo de la última. Revisando todas sus citas, veo que tiene también programado un viaje, a la sede de la revista que también tiene en Barcelona. Su duración si no me equivoco, será de una semana y me quedo de piedra, cuando veo que mañana tiene una cena con Richard el que fuera su ex en la facultad. ¡Pero cómo ha quedado con ese impresentable! Yo no he cogido esa llamada y ni siquiera me lo ha comentado. Tendré que hablar con ella de ese tema, porque parezco el último mono en enterarme de las cosas, a pesar de ser yo el que lleva su agenda. Lo que no entiendo, es que no me hubiese avisado. Si ella quisiera que fuese su acompañante, me tenía que haber avisado con tiempo para organizarme con mi hermana, aunque no ha sido el caso.
Cuando me encamino al despacho de mi jefa, veo como Tom, me llama y me dice que haremos una pequeña reunión. Quiere tenerla con sus hijas y que yo también esté presente. Cuando entramos en el despacho que está ocupando él ahora mismo, observo que Dulce ya está allí.
—Quiero aprovechar que estáis las dos juntas, para contaros algo importante que ha surgido hace apenas unas horas—comienza hablando Tom.
—¿Qué pasa papá me estás asustando? ¿Has ido al médico? ¿Te ha pasado algo? —pregunta Dulce, preocupada.
—No, no es nada de eso. Gracias a Dios, que de salud ando bien, o eso es lo que me dijeron en el último chequeo. La cuestión es otra. Me han llamado, para ofrecerme una grandiosa suma de dinero por la revista. Visto en la situación en la que se encuentra, yo creo que lo mejor sería venderla ahora, que empieza a resurgir, antes de que vayamos a la quiebra y luego nos arrepintamos—dice mirando hacia sus hijas.
Yo me quedo callado un segundo, pensando en lo poco que llevo en la empresa. Si esto ocurre, me veré otra vez en la cola del paro pidiendo trabajo. No puede ser, tiene que poder hacerse algo para impedirlo.
Veo como Dulce, se lanza a la defensiva después de escuchar las palabras de su padre.
—Papá, eso no es justo. Sobre todo, ahora que estoy levantando la empresa, con el sudor de mi frente. ¿Sabes lo qué me ha costado llegar hasta dónde estoy? ¡No me puedes hacer esto! —replica enfadada. — Tienes que darme una oportunidad de demostrarte de que puede ir mejor de lo que va ahora. Tengo un buen asistente, que resulta que es mi novio y tiene unas ideas brillantes. Estoy segura, de que algo se nos ocurrirá, para demostrarte que dará más beneficios de los que ahora está dando.
—Está bien. Tenéis hasta final de mes, para demostrarme que la empresa va mejor, pero si no ha incrementado más de la mitad, de lo que ahora hay, me veré en la obligación de venderla. Me estoy haciendo mayor y no quiero más quebraderos de cabeza—dice Tom, mientras se sienta en su silla.
Bárbara, muestra su cara más oculta y que hasta ahora, nunca había visto. Le pone a Dulceida, cara de suficiencia, mientras se ríe. Y parecía inofensiva, ¡caray cómo se las gasta! Las mosquitas muertas son las peores. De repente oigo como me suena el teléfono y después de ver que es un número súper largo y desconocido, salgo del despacho de Tom, para atenderlo más tranquilo. Cuando lo cojo, no puedo creer lo que oigo. Mis peores temores se hicieron realidad. ¡No puede ser!, Dalia no puede estar en ese estado. Después de sopesarlo, he tomado una decisión. La vida de mi hermana, es más importante que cualquier trabajo, por lo que tendrán que arreglárselas sin mí.
Entro de nuevo al despacho, con la cara desencajada y cabizbajo.
—Lo siento Dulce, pero me voy a tener que ausentar por unos días, por motivos personales.
—Dani ¡no me puedes dejar así! No ahora, que necesito tu ayuda—dice implorándome.
—Lo siento, pero me tengo que ir. No es un tema para discusión. Además, necesito unos días—suelto preocupado.
—¿Qué es eso tan importante que te ha pasado, para que me dejes ahora tirada? —espeta cabreada.
—No te lo puedo decir, al menos de momento. Lo sabrás a su debido tiempo—contesto cogiendo mi chaqueta, para marcharme.
—¡Si te vas ahora por esa puerta, no te molestes en volver, porque estarás despedido! —suelta gritándome.
Yo no me lo pienso más, porque mi hermana es más importante que todo esto y decido actuar. Voy a mi despacho, cojo mis cosas y salgo del edificio sin mirar atrás, rumbo al hospital. Mientras voy caminando hacia el aparcamiento, estoy pensando en lo poco que me ha durado el trabajo esta vez, pero no le podía contar ahora la verdad a Dulce. No después, de lo que me ha pasado con mi antigua jefa en la otra empresa, porque al final mira como terminé. Dalia se encariñó de ella y no paró de preguntarme por Sonia, incluso varios días después de haber terminado. No quiero que vuelva a pasar por lo mismo. Más ahora, que no ha mostrado empatía hacia sus empleados, en todo este tiempo.

Dulce milagro(Incompleta)A La Venta En Amazon!!Ganadora Del Tercer Lugar !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora