Capítulo 13-Empezar de nuevo

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Voy corriendo en mi coche hacia al hospital y por poco me salto un par de semáforos. Necesito ver qué mi hermana está estable y que su vida no corre peligro. Para ello, tengo que hablar con el doctor que la está atendiendo personalmente. Parece, que a pesar del día que llevo, logro encontrar un sitio, justo al lado de la puerta de urgencias y eso me alivia un poco, porque podré estar con mi hermana en unos momentos.
Salgo corriendo, mientras me voy poniendo la chaqueta. A pesar que el día amaneciese con sol, han bajado mucho las temperaturas, ya que estamos en el mes de octubre. No llevo ni un mes trabajando para Dulceida y ya me ha echado. Es mi récord, nunca estuve tan poco tiempo en una empresa, ni siquiera en aquel verano, que fui repartidor de pizza, cuando aún era un adolescente. Iba en la moto y después de ver que unos mocosos se estaban metiendo con una chica por su aspecto andrajoso. Por las ropas que mostraba se notaba que su familia no estaba pasando por buenos momentos precisamente, o eso, o que vivía en la calle, que también podría ser. Cualquiera de las dos opciones, fue válida, para realizar lo que hice a continuación. Bajé de la moto y después de arrearle un puñetazo a cada uno, le di las dos pizzas que me quedaban por repartir, a la desconocida, que debía de ser de mi edad o un año menos que yo. Ella seguro que las necesitaba más que su dueño. Me quedó grabada su cara, cuando llorando me agradeció mi gesto. Se fue corriendo calle abajo, con las cajas de pizza que le había dado. Después de volver y contarle lo sucedido a mi jefe, éste, me despidió después de casi dos meses de trabajo, por no poder abonarle en ese momento, la cantidad de las pérdidas causadas, por mis actos de generosidad.
Abro rápidamente la puerta y voy corriendo al mostrador, para saber en la habitación que se encuentra Dalia. Necesito saber cuál es el doctor que está llevando su caso, para hablar detenidamente con él y muestre las cartas sobre la mesa, para saber en qué punto se encuentra su enfermedad, después de este duro suceso.
Al decirme el número de habitación, decido ir de camino, pero antes me encuentro con el doctor que ingresó a mi hermana.
—Doctor Ramírez, permítame que me presente. Me llamo Daniel Guzmán, yo soy el hermano de Dalia, la chica que ingresó con una fuerte hemorragia en su rostro—digo preocupado.
—¡Ah, sí! La muchacha que entró hace unas horas sin identificación, después de que mis compañeros de la ambulancia, la hubiesen traído por una reyerta entre sus compañeros de instituto—dice pensativo.
—Sí, esa misma ¿Cómo está? ¿Cómo sigue su enfermedad? —pregunto al borde del colapso.
—Pues he decirle, que ahora mismo se encuentra estable. Nos ha costado mucho pararle la hemorragia, debido a su extraña enfermedad. Tengo que decirle que está empeorando—dice mirándome, mientras observa unos papeles.
Yo ante esa información, me derrumbó en el suelo, al lado de una silla que allí hay. Después de unos segundos, me siento, mientras cubro mi rostro con ambas manos, para digerir la gravedad del asunto y todo lo que se me viene encima.
El doctor, al notar mi estado de nerviosismo, se sienta a mi lado, para seguir explicándome la situación.
—En los años que llevo aquí, nunca había visto un caso como el de tu hermana. Esta enfermedad, suele aparecer más adelante, cuando el paciente tiene más edad, pero eso no quiere decir que no tenga cura. Están haciendo muchos avances en la medicina y gracias a Dios, hay un tratamiento experimental que de momento solo existe de pago, porque la Seguridad Social no lo cubre—explica. —De los diez que se han sometido a dicho tratamiento: seis, se han curado prácticamente del 100%, dos el 60% y la última está estable, aunque precisa de transfusiones cada mes, como lo estaba haciendo tu hermana. Pueden intentarlo y probar suerte, para darle mejor calidad de vida a su hermana—dice el doctor terminando de hablar, mientras se levanta.
—Doctor, antes de que se vaya ¿Qué vale ese tratamiento, del que me acaba de hablar? —digo desesperado.
—Pues tengo que decirle, qué al ser experimental, es muy costoso. Unos diez mil euros, las cinco primeras tomas. Después si necesita más, serían dos mil más, por cada una. Ahora, si me disculpa, tengo que seguir con la ronda—suelta, mientras va caminando.
El doctor se marcha, mientras yo me quedo sentado, para pensar en lo que voy a hacer. Tendré que pedir un préstamo. El tratamiento es demasiado costoso y ahora mismo no puedo enfrentarme a ese gasto. Si siguiese trabajando en la revista, probablemente podría pagarlo y hacerle frente, pero como no es así, tendré que pedirlo, por mucho que me pese. Primero tendré que conseguir un trabajo, sino no me lo darán estando de nuevo en el paro. Abro la puerta de la habitación 206, dónde está Dalia. Al verme, se le ilumina la cara. Yo corro a abrazarla y mientras lo hago, noto como está llorando en silencio, porque mi camisa empieza a estar algo mojada.
Me cuenta toda la historia, incluidos todos los abusos a los que fue sometida, ya siendo una niña. Admiro el valor que tuvo al enfrentarse a ellas, pero me da tristeza que no me lo hubiera contado antes, para haber tomado medidas drásticas y evitarle parte del sufrimiento.
—Oye Dani, ¿has hablado con el doctor de mi enfermedad? —dice Dalia, aún compungida por el llanto.
—Sí. La cosa no pinta bien, pero no te preocupes, que hay un tratamiento nuevo, con el que seguro te sentirás mejor y te pondrás bien. Ya lo verás—le cuento omitiendo la parte del dinero.
—¿Pero nos lo podemos permitir? —dice Dalia dubitativa.
—Pues claro, tonta. No te preocupes por nada. Yo me encargo de todo. No me vuelvas a ocultar algo así, jamás. Recuerda que somos dos “D” al cuadrado. De las iniciales de Dani y Dalia. Nos tenemos el uno al otro y tampoco olvides que aquí me tienes para lo que quieras y necesites.
Después de hablar con Dalia, y darle la cena, llamo a Lola y a Patri, al día siguiente. Necesito contarle todo lo ocurrido, ahora que se muestra más tranquila y también, por si se pueden quedar un poco con ella en el hospital, mientras yo tengo que ir a hacer algo. Estoy seguro, que cuando se enteren de su situación, querrán ayudar, porque es como una nieta para ellas. Yo tengo que encontrar un empleo, antes de ir al banco, para poder pedir el préstamo. Así que, cuando llegan mis vecinas, me excuso diciendo que tengo cosas que hacer, como cambiar a Dalia, de instituto, si quiero que termine sus estudios, sin tener problemas.
Me pongo manos a la obra y pido la matrícula en un par de institutos. Luego decidiremos entre los dos, en cual se va a quedar, después de haber visto sus instalaciones.
Después sigo con la siguiente cosa, que me queda pendiente. Ir a la cafetería donde trabajé ese par de días antes de irme con Dulce, porque a pesar del duro trabajo, tenía un buen sueldo, sumado con las propinas.
Al llegar al bar, me alegro de que el dueño se encuentre allí.
—Hola Benito, me alegro de que estés aquí. Quisiera comentarte una cosa—le digo, mientras me siento en un taburete de la barra.
—Tu dirás—me dice, mientras seca un vaso, para colocarlo en su sitio.
—Necesito volver a trabajar otra vez aquí. Tengo algunos gastos inesperados y me vendría muy bien que me dieras otra oportunidad y volver a reincorporarme—suelto decidido, cruzando los dedos, para que me vuelva a admitir, ya que es el último cartucho que me queda, si quiero conseguir dinero fácil.
Espero unos segundos, mientras observo que lo está pensando. Al poco rato comienza a hablar.
—Pues has tenido suerte, porque justo hace una hora, me ha llamado Alberto, el otro camarero que tenía por las mañanas. Me ha dicho que tiene que estar de baja, porque ha tenido un accidente de tráfico, así que hay un sitio vacante—murmura. —No hagas que me arrepienta de volverte a contratar, después de la que me liaste aquella vez, tirando con todo el contenido de la bandeja—expresa.
—¿Qué le ha pasado? ¿Está bien? —pregunto preocupado.
—Si, no es nada grave. Un coche ha impactado en la parte de atrás del suyo, esperando en un semáforo. Sabes cómo son estas cosas. Lo que pasa que la duración del contrato, durará hasta que él se recupere. Pueden ser días, meses o incluso un año. No te puedo decir con exactitud—dice observándome un poco nervioso, por si no acepto su oferta.
—Está bien. No se hable más ¿Cuándo empiezo? —pregunto solicito, para acabar cuanto antes.
—Mañana, si te viene bien. Yo vendré contigo a abrir, para que te vayas acostumbrando a todo lo que tienes que hacer. Los días que has venido, han sido de tarde y por las mañanas hay mucho más movimiento con los desayunos—termina diciendo Benito.
—Perfecto ¿Entonces a las siete aquí? —pregunto dudoso.
—Sí, a esa hora está bien. Mañana nos vemos. Alguna gente se mostrará contenta de volver a verte. A pesar de que solo estuvieses un par de días aquí, levantaste pasiones entre las féminas—dice guiñándome un ojo.
Yo me quedo un poco cortado, por lo que me acaba de decir, porque no he notado nada, mientras he estado aquí. Ahora que he recuperado mi antiguo trabajo y he terminado lo que tenía que hacer, me voy camino del hospital. Quiero sorprender a mi hermana, así que paro un momento a coger comida china para llevar, sé qué a Dalia, le encanta, porque estoy seguro que con la cena del hospital, se quedará con hambre. Tendré que hablar con las vecinas, para ver si pueden venir al hospital por la mañana, mientras yo trabajo. No creo que esté mucho más tiempo allí y luego ya irá al nuevo instituto. Sé que me pertenecerían días, por tener a mi hermana hospitalizada, pero es mi primer día de trabajo y no quiero defraudar a Benito, ahora que me vuelve a dar otra oportunidad, después de haberlo dejado tirado, para ir a la revista. Es verdad, la revista ¿conseguirá Dulceida, quedarse con ella después del ultimátum de su padre? No lo sé. Ahora tampoco me importa. Solo me interesa que les diré ahora a las que considero mi familia, cuando no me vean ir de traje y por las mañanas, madrugue más. Les contaré que tengo mucho trabajo en la revista y que no puedo faltar. No me gusta mentirles, pero tampoco quiero alterarlas diciéndoles que me he quedado sin trabajo y no podré pagar el nuevo tratamiento de Dalia. Le voy a mandar un mensaje a Dulce, para que me dé de baja cuanto antes, para que me vuelvan a hacer el contrato en el bar. Luego la bloquearé. Estoy harto de sus cambios de humor y de que trate a todo el mundo a su antojo. Yo también tengo mis problemas y no las voy pagando por ahí con la gente.

Dulce milagro(Incompleta)A La Venta En Amazon!!Ganadora Del Tercer Lugar !!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora