El Gran Día

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Hacia dos meses que Alex y Amber se habían comprometido y sus madres llevaban todo un itinerario con los preparativos de la boda, la luna de miel y la futura casa que ambos padres les regalarían.

Alex ya estaba trabajando en una de las empresas de su padre, ayudando al gerente y entendiendo como se hacía el trabajo, Amber por su parte, todavía buscaba un lugar donde enseñar ballet, por ahora solo ofrecía clases por Internet para ver si alguien necesitaba de su ayuda.

Cada uno seguía viviendo con sus padres, ya que para la familia conservadora de Alex, sería un escándalo social que su futura nuera se fuera a vivir con su hijo antes de casarse, pero cada vez faltaba menos para el gran día en que ambos pasarían a formar una familia y serían uno solo.

Amber salió de su casa y fue por Alex a su oficina, el edificio tenía varios pisos y mucha gente trabajando en él, la saludaron cuando entró y subió hasta el piso donde su prometida trabajaba, algunos compañeros de Alex la miraban con algo más que simpatía y algunas chicas preferían ignorarla, toco la puerta y su prometido se sorprendió al verla.

-Hola mi amor

-Hola preciosa, que linda sorpresa

-Quise venir por ti para ir a comer

-Bueno, pues dejame guardar el archivo que estaba haciendo y salimos

-¿Mucho trabajo hoy?

-Algo así, y tu ¿Ya encontraste un empleo?

-Pues, la verdad es que no

-Ánimo preciosa, yo se que algo saldrá

-Eso espero, no quiero ser una esposa estorbo

-Claro que no lo serás Amber -beso sus labios dulcemente y entrelazo sus dedos- mejor vamos a comer

-Si, mejor vamos.

Al salir de la oficina, Alex pudo notar como sus compañeros se quedaban mirando a su prometida y eso no le gustaba mucho, apuró los pasos de ambos y se metieron en el ascensor rápidamente, Amber no entendió la reacción de su prometido, solo pensó que era cansancio y ganas de comer.

Cuando ya venían de vuelta, pasaron por una tienda con lencería femenina, Alex no pudo evitar imaginarse  Amber la noche de bodas con un sexy conjunto que vio, entraron en la tienda y lo compró como regalo de bodas.

-No tenías que hacerlo amor

-Claro que sí, quiero arrancarte esto para nuestra noche de bodas.

Ambos tenían una vida sexual bastante activa, aunque sus padres creían que todavía eran vírgenes y castos, ellos ya tenían bastante experiencia en ese campo. En el camino de vuelta a la oficina, Alex no pudo evitar tocar las piernas de su prometida por debajo del vestido que llevaba, con una mano en el volante y otra en las piernas de ella, iban riendo y hablando de la boda, de que sus madres eran las más emocionadas y entusiasmadas con todo lo que la organización llevaba, ellos disfrutaban de sus ratos libres de todo el estrés que ello conllevaba y pasaban la mayor parte del tiempo haciendo cosas que al casarse, inevitablemente cambiarían.

Se bajaron del auto y Amber se subió como piloto, después de todo, era su pequeño auto. se despidieron tiernamente y se fue hacia la casa de sus padres. Al llegar, no pudo evitar salir corriendo hacia su habitación para esconder el regalo que Alex le había dado pero no fue lo bastante lista, su madre la siguió y trató de ver el regalo.

-¿Qué es eso Amber?

-Un regalo que me dio Alex

-¿Puedo verlo?

-Claro que no, es una sorpresa para nuestra noche de bodas

-¿Entonces él lo vio?

-Si, pero en un mostrador, no en mi

-Pero eres nuestra bebé

-Mamá ya estoy grande para que me digas bebé, me voy a casar ¿Recuerdas?

-De solo pensarlo me da pena y alegría.

Su madre comenzó a sollozar y Amber las abrazó, últimamente su madre estaba muy sensible por el tema de la boda, lloraba por muchas cosas aunque la hicieran feliz, Amber suponía que cuando fuera madre y sus hijos se casaran, ella pasaría por lo mismo.

Un mes después...

Por fin había llegado el día, todos corrían de un lado para otro, con ropas arrugadas, zapatos perdidos, calcetines con un par faltante y la novia solo se dedicaba a observar y reír mientras esperaba a la chica que la peinaría y maquillaría, su vestido ya estaba listo, era como siempre lo había soñado, con encaje y pequeños brillos. Una vez que la chica llegó, se demoró un par de horas con Amber, hizo pequeñas ondas en su cabello y puso un maquillaje muy suave en su rostro, un labial rosa claro al igual que su sombre de ojos, un poco de rímel y algo de color a sus mejillas, la chica aplaudió satisfecha con su trabajo y se fue para que terminara de prepararse.

Todos se fueron y solo quedó su padre, al entrar y verla, no pudo evitar soltar un par de lágrimas, su pequeña princesa se veía resplandeciente y sabía que ese brillo en ella no duraría mucho. Enlazó su brazo con ella y se bajaron hacia el jardín, donde ya los esperaba el auto que los llevaría hasta la iglesia.

Al entrar la novia, todo el mundo se levantó y se quedo mirándola, se veía realmente hermosa y radiante, su padre la entregó al chico que sería su yerno no tan feliz como se esperaba y la ceremonia comenzó, ambos dijeron sus votos con la voz quebrada y emocionados, todos lloraban, algunos de emoción y otros de pena.

Todos se dirigieron hacia un gran salón donde se llevaría a cabo la fiesta, felicitaban al nuevo matrimonio y los llenaban de buenos deseos, bailaron su primer vals y después se dedicaron a cenar. Los dos se veían completamente enamorados y llenos de felicidad, querían comerse el mundo y pensaban que la nueva vida que llevarían sería fácil, pero las cosas no siempre son fáciles...

-Te amo con toda mi alma, Amber Johnson

-Y yo a ti, querido esposo

-Esperé con ansias que llegara este día

-Eso lo dices por la noche de bodas

-No solamente por eso, ya somos esposos

-Y eso me encanta amor.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora