Heridas Que No Sanarán

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Milly acomodó su ropa al igual que Alex, todos sus compañeros estaban viendo aquel espectáculo, y la mujer que decidió compartir su vida con él lo miraba con total desprecio y decepción.

-¡Eres un maldito cerdo infeliz!

-Amber dejame explicarte

-No soy estúpida Alex, sé lo que vi

-Por favor Amor

-Eso Alex -habló Milly enfadada- explícale a la estúpida esta que nos amamos y hace meses estamos juntos

-Milly cállate

-¿Qué? De todas formas ya nos vio

-Eres un imbécil, yo venía a darte una gran noticia y tu te revolcabas con esta mujer

-Amor por favor no le creas, yo te amo solo a ti, ella es un error

-Linda manera de amarme Alex -terminó de secar sus lágrimas y arrugó el examen que traía en su mano- puedes irte al mismo infierno y meterte tu amor por mi, por tu estúpido y horrible trasero, jódete Alex.

Hubieron un par de silbidos por parte de sus compañeros y Amber desapareció echa una furia, se subió a su auto y condujo hacia la casa de sus padres, sabía que Alex iría por ella, pero Dylan no lo dejaría entrar. Con poner un pie fuera de su auto, su madre supo que las cosas no estaban bien, salió a recibir a su hija quien se desmayó en sus brazos, Dylan salió al escuchar los gritos de su madre y llevó a su hermana a su antigua habitación. Después de un rato logró despertar, se sentía un poco mareada y con dificultad, logró sentarse.

-Por todos lo cielos, me has dado un gran susto jovencita

-¿Mamá?

-Claro que soy tu madre cariño, vi tu auto entrar y fui por ti ¿Que pasó?

-Alex tiene una amante hace meses -recordó lo sucedido y volvió a llorar- y yo espero un hijo suyo

-¿Que ese bastardo hizo que? -Dylan estaba en un rincón y se acercó con cautela- voy a matarlo

-Tu no harás nada Dylan Carson

-Pero mamá -Isabella miró fijamente a su hijo y este solo bufó- está bien

-Lo siento mucho mi niña, no pensé que Alex hiciera algo así

-Yo tampoco mamá, no quiero ir a casa

-Claro que no, te quedarás con nosotros y ese idiota ni si quiera entrará

-Gracias Dylan, y a ti también mamá.

Isabella la abrazó con todas sus fuerzas y dejó a sus hijos solos, era cosa de minutos para que Alex llegara y ella debía enfrentarlo, después de todo, aún que su hija se hubiera casado, ella siempre la protegería.

Después de un rato, llegó Dereck, el hermano de en medio y al enterarse de lo ocurrido, también tenía ganas de golpear a su cuñado.

-De verdad los amo chicos, pero esto es algo que debo solucionar yo misma

-Lo sabemos, pero nosotros queremos ayudarte

-Queremos golpearlo - Dereck miro a Dylan- esa es la verdad

-Yo no miento, lo siento hermana pero es lo que se merece esa basura

-Mejor hablemos de otra cosa -Amber sonrió y toco su abdomen- espero que no malcríen a mi bebé

-Claro que no hermanita

-De eso se encargarán nuestros padres

-De eso sí estoy segura

-¿Sabes cuanto tiempo tienes?

-Tres semanas

-¿Y que quieres que sea?

-No lo sé, solo quiero que esté bien.

Pero la tranquilidad no estaba de su parte, Alex había llegado y su madre con él, eso fue algo que molesto muchísimo a Isabella, que salió de inmediato para que se fueran de su casa.

-Quiero que se vayan ahora mismo

-No me iré de aquí sin mi esposa

-¿Tu esposa a la que engañas con una cualquiera?

-Isabella por favor, tu hija no será la primera mujer engañada ni nada menos, dile que deje el drama y vuelva a casa con mi hijo

-No lo hará, y les pido nuevamente por favor, que se retiren

-Necesito hablar con ella, dijo que venía a decirme algo importante

-Bueno, eso debiste pensarlo antes de meterte con una cualquiera

-Isabella ya basta, Amber tiene que estar con mi hijo, pase lo que pase

-¡Callate Sophia! Quizá tu estés acostumbrada a que Richard te engañe con cuanta mujer quiera, pero mi hija no será como tu

-¿Es cierto mamá?

-Yo no... no sé de qué habla esta mujer

-Lo sabes perfectamente, ahora lárguense de mi casa o Dylan vendrá por tu lindo y adorado bebé Sophia.

Amber quedó atónita ante las palabras de su madre y como por primera vez en su vida, Sophia se había ido con la cabeza baja y sin pelear.

3 meses después...

Durante todo ese tiempo, Amber había estado viviendo con sus padres, no quiso volver a casa porque Milly se había encargado de enviarle fotos de como ella estaba usando sus cosas y se había adueñado del que un día fue su hogar. Alex quería a su esposa de vuelta, pero tampoco quería perder el buen sexo que Milly le daba, ni si quiera el hecho de saber que sería padre cambiaba su parecer.

Amber estaba llegando a los cuatro meses de embarazo, ya sabía que sería un niño y por más que Sophia le había rogado acompañarla a las ecografías, ella nunca cedió.

Después de una consulta médica, Amber fue a su antigua casa para ir por las cosas más valiosas para ella que quedaban allí, al llegar pudo ver como aquella mujer había cambiado todo lo que ella había echo, se negó a llorar y subió al segundo piso por sus joyas y unas ropas, entró a la habitación y se encontró con su marido durmiendo en los brazos de Milly, sacó su cosas causando un poco de ruido despertándolos a ambos.

-Solo viene por unas cosas y me voy - miro a Alex y este solo miraba su pancita- deje las llaves en la cocina.

Salió de la habitación y cuando llegó a las escaleras, Milly la empujó, provocando que cayera.

-¡Que hiciste maldita loca!

-¡Solo yo puedo traer a tu hijo Alex, no ella!

Alex solo corrió hacia Amber, y al ver la sangre correr por su piernas, supo que todo estaba perdido y jamás lo perdonaría, los había perdido para siempre.

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora