Un Poco de Distancia

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Había pasado una semana desde aquel incidente con Sophia y ni si quiera había llamado a Amber para disculparse, Alex seguía molesto con su esposa por irse sin más, su madre seguía diciéndole que Amber debía hacerse exámenes porque ella quería nietos lo más pronto posible, sin embargo, Alex pensaba igual que su esposa y no querían hijos todavía.

Amber se levantó temprano y dejó preparados los almuerzos de cada uno, estaba terminando su desayuno, cuando Alex bajó y la miró, se veía hermosa como siempre, desbordando luz y alegría, sabía que le debía una disculpa, pero su orgullo a veces era más grande.

-Ahí esta tu almuerzo

-Gracias pero, quede de almorzar con mis padres

-Está bien.

Ella se giro y saco una lonchera de un mueble para guardar su almuerzo y un par de cosas más, lavo las cosas que ocupo y salió de la cocina para ir por su bolso y dirigirse a su trabajo.

Alex quiso ir detrás de ella, pero un mensaje de su secretaria lo detuvo, era una imagen muy sugerente, diciéndole que ropa llevaba y que lo esperaba en su oficina. En vez de eliminar la imagen, se quedó mirándola y su mano bajó a su entrepierna para calmar un poco la ansiedad que estaba sintiendo. Desde la pelea con Amber, las cosas con su secretaria habían dejado de ser simples besos y manoseos, ya habían tenido sexo un par de veces en su oficina, el remordimiento llegó después cuando miro las fotos que tenía en su escritorio del día de su boda, se sentía un completo idiota pero ahora más que antes, no podía dejar de sentir deseo por Milly.

Guardo su celular en su bolsillo y junto sus cosas para ir a trabajar, un buen revolcón rápido lo esperaba y no podía negarse a aquello.

Amber por su parte estaba cansada de la situación, siempre que Sophia "opinaba" algo con respecto a ellos, Alex le daba la razón y no la escuchaba, trato de ignorar esos pensamientos y se dirigió a su nueva oficina, siendo seguida por el profesor de Historia, un amigo que se había echo en el instituto.

-Muy buenos días a la instructora de ballet más bella de este lugar

-Soy la única instructora de ballet Chris

-Uy, ¿Mal día?

-Algo así - se encogió de hombros y lo miro- problemas con mi esposo

-Lo imaginaba, suerte que yo no tengo esposa

-No sabes lo que te pierdes, el mundo de casados es maravilloso

-Tu sarcasmo se huele hasta la cafetería

-Lo siento, de verdad hoy no es un buen día para mi

-Que te parece, si vamos a almorzar afuera con los demás profesores

-No lo sé, además, traje mi almuerzo

-Pues entonces, me quedaré contigo y seré todo oídos

-Gracias Chris

-Cuando quieras chica.

Para nadie era un secreto que Chris Stone estaba empezando a enamorarse de Amber, el sabía que era una mujer casada, pero siempre la veía triste o distante, solo en sus clases de ballet brillaba más que mil estrellas en el cielo nocturno, él creía que era cosa de tiempo para que aquel matrimonio terminara y estaba dispuesto a esperar todo el tiempo necesario.

Alex terminó su reunión con Milly y fue a comer con sus padres, no tenía muchas ganas de ir, pero su madre era un verdadero dolor de cabeza cuando se lo proponía. Nuevamente sacó el tema de los nietos y que Amber no era la adecuada, que le faltaban cualidades y que para ella nunca sería suficiente, Alex solo la escuchaba, pero no dijo nada para defender a su amada, solo pensaba en lo bien que lo pasaba con Milly.

Amber llegó antes a casa y se dio un baño relajante en la tina, se dio todo el tiempo del mundo para consentirse, ya que hacía tiempo no lo hacía. Cuando Alex llegó, la vio secando su cuerpo y algo dentro de él se encendió, tocó su cuerpo delicadamente, recorriendo su esbelta y curvilínea figura, Amber sólo suspiraba y esperaba ansiosa que todo se solucionara, se dejó llevar y terminó debajo de las sábanas con Alex gimiendo su nombre y retorciéndose de placer. Amber estaba feliz, pero Alex sentía culpa, por engañarla y estar con otra mujer, mientras su esposa lo esperaba todos los días con una sonrisa cálida y dispuesta a entregarse en cuerpo y alma solo para él.

Los días pasaban y todo se había convertido en rutina, llegaban del trabajo, comían, hablaban un poco, hacían el amor y dormían abrazados, a pesar de ser algo repetitivo, ella parecía conforme y feliz con la situación, prefería estar así que peleados y sin hablarse, había cierta distancia entre ellos, pero Amber prefería ignorarla y conformarse con lo que tenían.

Alex seguía acostándose con Milly en su oficina, inventaba trabajo extra para estar con ella cuando ya todos se iban, Milly solía ser un poco ruidosa y Alex enloquecía con ello, le gustaba que fuera ruidosa y de vez en cuando tomara las riendas del sexo.

Amber hablaba todos los días con Chris, ella estaba segura de que él sentía cosas por ella, pero su matrimonio era lo más importante que tenía y por sobretodo, amaba con locura a su esposo. Chris sabía que ella no era del todo feliz y que solo quería mantener una imagen de matrimonio perfecto para tratar de caerle bien a su suegra y que las personas no hablaran de ellos, sobretodo de ella.

Al llegar a casa, Amber había preparado una cena especial para Alex, para demostrarle que estaba dispuesta a hacerlo feliz aunque ella no lo fuera del todo, pero no llegó y no contestó sus llamadas ni sus mensajes, espero por un par de horas y no pasó nada, Alex había desaparecido de la faz de la tierra, triste y desconsolada, Amber dejó todo en su lugar y subió a la habitación de invitados, no quería ver como Alex llegaba tarde otra vez y la ignoraba con la excusa de que estaba cansado.

-Estoy tan cansada de esto - miro su anillo fijamente y lloró- ¿Qué hice mal?

Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora