Primeras Peleas

6 1 0
                                    

Cinco meses después...

Muchos dirían que el amor todo lo puede y que los problemas no significan nada en una relación de años y que ahora está más consolidada, pero al parecer, las cosas no eran así.

El nuevo matrimonio ya llevaba meses instalados en su nuevo hogar, una casa de dos plantas, un baño en cada planta más el de la habitación matrimonial, dos habitaciones más en la planta de arriba, una cocina enorme, living y comedor para una familia de cuatro y un patio para que los futuros hijos pudieran correr sin ningún problema de chocar con algo.

Pero las cosas no eran color de rosa como Amber imaginaba, desde hacía unos meses, Alex se comportaba de una manera extraña, era frío con ella en la noches, se enojaba fácilmente y parecía que todo lo que Amber hacía, le irritaba en sobremanera. Amber ya no sabía que hacer, ella todavía no encontraba trabajo y sentía que eso también influía en el estado de ánimo de su esposo, así que preparó una cena romántica para cuando el llegara.

Eran más de las nueve de la noche y Alex todavía no llegaba, Amber recogió las cosas de la mesa y guardó la comida en el refrigerador, trató de llamarlo por última vez pero nuevamente fue enviada directo al buzón, limpió las pequeñas lágrimas que caían por sus mejillas y apagó las luces de la planta baja para dirigirse a su habitación. Empezaba a subir las escaleras cuando la puerta se abrió y Alex entró, ella le dio una mirada triste y terminó de subir las escaleras, entró a su habitación y se sentó en la cama, esperando que Alex le diera una explicación.

-Cielo yo, tuve trabajo extra hoy

-Te llame y tu teléfono estaba apagado

-Uhm, no me di cuenta

-Claro que no te das cuenta, nunca te veo, solo llegas por la noche te acuestas y ni si quiera te tomas un tiempo para mi

-Amber, estoy muy cansado como para escuchar tus reclamos, tuve mucho trabajo y tu solo te quejas porque llego tarde

-Alex, ni siquiera hablamos ni nos vemos, todos los días llegas tarde y ni siquiera contestas el teléfono cuando te llamo

-Porque estoy muy ocupado haciendo mi trabajo y cosas importantes, no puedo estar pendiente de ti todo el maldito día

-¿Qué? -Amber se había prometido no llorar, pero ya era tarde- ¿Tu trabajo es más importante que contestar una miserable llamada de tu esposa?

-Sin trabajo no puedo costear todos los gastos de esta casa Amber.

Sin pensarlo dos veces, Amber tomó su pijama y se fue de la habitación con dirección a la de invitados, llevaba más de una semana llorando por las noches, después de que Alex y ella tenían sexo, porque para él era eso solamente, sexo, mientras que para Amber era hacer el amor. Se cambió de ropa y se metió debajo de las sábanas y siguió llorando en silencio, pensando en cómo su matrimonio se estaba volviendo cada vez más frío, sordo y mudo.

Alex no sabía que hacer, él creía que estaba bien y que Amber no veía los esfuerzos que hacía para que tuvieran su hogar como hasta ahora, que con estar juntos en la cama todos los días era suficiente, pero no se daba cuenta de que Amber solo le pedía algo básico en una relación; tiempo y comunicación.

Al despertar, Amber no se levantó de la cama, los ojos le dolían y sabía que estaban hinchados, no quería ver a su esposo como todas las mañanas, en las que ni siquiera era capaz de agradecerle por el desayuno que ella preparaba, aun que últimamente, prefería tomar desayuno en su oficina. Alex toco la puerta y entró, pero Amber fingió que dormía y funcionó, ilusamente esperó que se acercara a ella y besara su frente como lo hacía cuando estaban recien casados, pero no fue así y otra vez las lágrimas hicieron acto de presencia.

Alex se fue como si nada hubiera pasado, llegó a la oficina y saludó a su compañeros, entró a la suya y su secretaria entró rápidamente con un café y un par de galletas.

-Su desayuno señor Johnson

-Gracias Milly, puedes retirarte

-¿Estás seguro?

-Es muy temprano Milly, quizá más tarde

-Como quieras.

Trató de concentrarse en su trabajo, pero la culpa de haber estado hasta tarde con su secretaria las noches anteriores en sesiones de besuqueo y la tristeza que reflejaba su esposa estos últimos días no lo dejo en paz, tarde se había dado cuenta de que ella tenía razón, tenía a una mujer maravillosa que lo esperaba en casa, con comida lista y caliente, una sonrisa sincera y por sobre todas las cosas, con una mirada de amor que ya no veía, solo veía pena y desilusión en ellos. Hizo una reservación en un prestigioso restaurante de la ciudad para ellos, hablaría con ella y le pediría disculpas por las peleas que habían tenido, no le contaría sobre lo sucedido con su secretaria porque solo habían sido unos simples besos. Trabajó con más entusiasmo de lo normal y le mandó un Whatsapp a su esposa para que se arreglara, Amber se extrañó de tal gesto, pero hizo el intento de creer en él.

Las horas pasaron y Amber ya estaba lista, se había puesto un vestido claro y un poco elegante, se maquilló suave como siempre lo hacía y soltó su cabello, estaba poniendo un poco de perfume en su cuello, cuando Alex entró a la habitación y la quedó mirando, se acerco a ella y la besó tiernamente.

Ambos rieron y salieron de la casa tomados de la mano, subieron al auto de Alex y fueron a comer, pidieron sus platillos favoritos y mientras esperaban que llegarán se miraron por un rato.

-¿Qué me miras?

-Yo, tengo que pedirte una disculpa amor

-Te escucho

-Sé que últimamente no te presto mucha atención y que llego tarde, tengo mucho trabajo pero se que no es excusa para dejarte sola, tratare de cambiar eso, ¿Me perdonas?

-Claro que si tonto, te amo

-Y yo te amo más.




























































Promesas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora