☆ 26 ☆

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Narra Hoseok

No sé que hice, no sé cómo pude hacerle esto a mi novio, a mi único amor.

Había citado a Yoongi en nuestra cafetería favorita, no le podía ocultar nada.

-Llegué caballo. -dijo desde atrás mío, besando mis labios y sentándose delante. -Cómprame un café, no quiero gastar dinero.

Reí algo nervioso y dos cafés al camarero.

-¿Le vas a echar sugar? -dije riendo, sabía que ese apodo ya no le gustaba.

-Cállate J-Horse. -sonrió victorioso al ver mi reacción, amo su sonrisa.

-Te debo contar algo. -susurré y el puso su atención en mi. -De verdad no quería, pero yo...

-Me fuiste infiel. -dijo indiferente.

-¿No te importa? -dije molesto.

-No, porque yo también te fui infiel. -se encogió de hombros y dio un sorbo a su café.

-¿Qué? ¿Quién es ese hijo de puta? ¡Lo voy a matar! -grité histérico, ignoré a toda la gente que nos miraba.

-Calma fiera, se llama Kim Taehyung, es toda una zorra, anda que dejar que se la meta...

Hizo una mueca y me miró sonriendo.

-Y-yo también. -murmuré inseguro.

-¿Te lo follaste? -comenzó a reír a carcajadas.

-S-si, al mismo... -miré mis zapatos. -Entonces... ¿estamos en paz?

-Claro, nos fuimos infieles mutuamente, él solo fue un polvo, a ti te amo. -agarró la mano que tenía sobre la mesa y la entrelazó con la suya.

-Yo te amo más, pero si me vuelves a ser infiel, te corto las pelotas. -sonreí mirando nuestras manos.

-Lo mismo digo. -se levantó y me hizo correr, mientras el dueño nos gritaba por no haber pagado.

Con Yoongi siempre era así, me hacía un delincuente.

Llegamos a mi casa, despistando al dueño en un callejón. Metí las llaves con algo de dificultad, pues Yoongi ya se estaba comiendo mis labios.

Dimos un portazo y subí a mi novio a mis caderas, haciendo fricción entre nuestros miembros.

-¡Dios! ¡En mi salón no! -gritó Jimin.

Ni nos habíamos dado cuenta de que estaba ahí, tumbado con la cabeza en el suelo y las piernas en el respaldo del sofá, mientras veía televisión y comía como foca palomitas.

-No mires enano. -dijo molesto mi novio mientras me mordía el cuello.

-Iros a la verga~ -canturreó.

Me fijé en su muñeca, llevaba una pulsera, nunca lleva pulseras para estar en casa, le resté importancia y seguí a lo mío.

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