El Orfanato

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Capítulo III

―Abrí mis ojos sin recordar nada, y solo me acuerdo que estaba en una camilla en un hospital, con todos los yesos que puede tener una persona en su cuerpo, horas pasaban y pasaban. Nadie si quiera las enfermeras iban a atenderme al parecer ni siquiera notaban que estaba despierto.
Y fue hasta que un doctor, fue a donde estaba y empezó a atenderme, me dijo ''Alguien quiere hablar contigo'', en ese momento entro un policía y me dijo todo lo que había pasado. Al decirme eso sentía como si mi corazón fuera a salir de mi pecho pues me hizo volver a vivir esas imágenes tan confusas y aterradoras.
Me preguntó si tenía familia y con un triste gesto le dije que no sabía, y la verdad nunca supe si había alguien que se pudiera hacer cargo de mí.
Y así duré cuatro meses recuperándome en ese hospital, en donde solo recibí la visita del vecino que me sacó de aquel lugar, y de la prensa que quería sacarme información para hacer ese informe, pero después más nada.
Después de haber pasado esos cuatro meses en ese hospital me llevaron a un orfanato al este del país. Ese orfanato se puede decir que es la pesadilla de todo niño de cinco años, los cuidadores de ese orfanato golpeaban a los niños por cualquier pretexto, no era muy frecuente, pero llegaron a haber casos de abusos sexuales, además daban un tipo de comida que no sé, que era más peligroso, la comida o los cuidadores abusivos.
En ese orfanato había un sistema educativo muy deficiente, se podía decir que casi nulo, con solo decir que los chicos más grandes que tenían entre 15 y 16 años en su gran mayoría no sabían leer.
Odiaba ese lugar con todo mi corazón, quería salir de allí. Siempre que iban a adoptar niños prácticamente le rogaba a los que iban a adoptar que me saquen de allí, incluso me les arrodillaba y lloraba. Un día incluso le dije a unos padres adoptivos los que nos hacia allá y los cuidadores mintieron diciendo que siempre digo eso para que me adopten. Esa noche me golpearon como si no tuvieran alma incluso hubo uno que me tiro al piso y empezó a pisarme la cabeza.
Ellos me enseñaron a todos los niños del orfanato y dijeron que esto le pasarían si están de boca floja. Desde ese día deje de hablar, incluso mis amigos más cercanos que había uno de mi misma edad llamado Marcos o como yo le llamaba Miquito, incluso con el deje de hablar.
Duré un año y ocho meses en ese lugar y justo cuando pensaba que nadie me querría y duraría mi vida entera allí o hasta que me mataran, de repente me llamo uno de los cuidadores este me levanto de la única camiseta que tenía y me dijo, hay una familia que quiere adoptar mandaron a buscar a cinco niños si por alguna razón abres la boca y vuelves a hacer lo que hiciste te voy a llevar a la lavandería.
― ¿Qué era la lavandería? Pregunta el doctor Ovadalla.
― Cuando un niño se portaba mal lo llevaban a la lavandería lo desnudaban y lo mojaban de pies a cabeza, seguido lo amarraban con trapos viejos para después golpearlos en la espalda con un tablón.
Creo que nos desviamos un poco del tema. Pues bien, cuando llegamos vi que a la familia era una mujer pelirroja de unos 30 años y un hombre con el cabello negro de más o menos la misma edad, estos eran italianos y buscaron a los cinco niños entre los cuales estaba Marcos mi amigo. Ellos se sentaron a un lado y hablaron con cada uno de nosotros.
Yo fui el tercero en hablar con ellos, hablar con ellos aparentemente le parecí un niño muy lindo a la mujer, me preguntaron todo sobre mi, y uno me pregunto si conocí a mis padres, aquí fue en donde le dije todo lo que había pasado conmigo hasta ahora. La mujer al parecer se conmovió y me dio un abrazo mientras soltaba unas pocas lágrimas.
Cuando ellos habían hablado con todos, los cuidadores le preguntaron que a quién se llevarían, estos se miraron, sonrieron y dijeron a todos.
Sentí una gran alegría después de un año y ocho meses de aquel lugar donde tantos daños me hicieron, donde siempre vivía asustado de que podrían darme una paliza de un momento a otro sin yo poder hacer nada, estos no nos llevaron ese mismo día debían hacer unos papeleos pues su intención era llevarnos a Italia a los tres niños y dos niñas.
Estos duraron quince días haciendo papeleos días en los cuales tuve una ilusión como nunca antes había tenido, no paraba de hablar con Marcos y los otros cuatro niños sobre la grandiosa vida que íbamos a tener.
Hasta que llego el día, los cuidadores que al parecer era a mí al que más odiaban me miraban con odio desde lejos, mientras que yo los miré sin miedo y con una sonrisa ya que nunca volverían a hacerme daño.
Y fue de esa manera en la que los otros cuatro niños y yo tomamos un avión hacia Italia con la mayor de nuestras ilusiones pensando que ya nunca nos volverían a dañar y que la vida nos dió una oportunidad para ser felices.

Bergs LiberatoreWhere stories live. Discover now