𝐋𝐀 𝐀𝐋𝐅𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐀𝐋𝐅𝐀𝐒
Después todos los acontecimientos de Beacon Hills, la manada por fin puede seguir con sus vida ordinaria.
Los chicos ya han terminado la universidad, tienen veinticuatro años y están viviendo en la mansión Hale...
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Narrador omnisciente
Tina se arrastró por el suelo con la poca fuerza que tenía. Sus manos cargaban con todo su peso, y debido a la fría nieve, su temperatura comenzaba a bajar a una velocidad nada normal, probablemente 34º. Se sentía perdida y su cerebro apenas respondía, primeros síntomas de la hipotermia.
-Vamos...- se habló a sí misma con dificultad- tienes que aparecer.
Hizo brillar sus ojos y allí estaba, el famoso Nemeton. Suspiró de el alivio y siguió arrastrándose hasta llegar a él. Colocó su mano en el mismo y comenzó a sentir como su temperatura volvía a la normalidad y su poder aumentaba.
Todo su plan había salido a la perfección, la madre naturaleza es sabia, pero no tanto como para caer en los malvados planes de Tina. Salir herida y dejar su crueldad a un lado había provocado que el querido árbol no pudiese evitar dejarla allí tirada.
Ahora sí, su verdadero plan llegaba, y esta vez no iba a fallar.
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La casa se sentía muy vacía sin los chicos. Su marcha les afectó tanto a los demás, que ninguno piensa salir de su habitación. Es como la guarida de un coyote, si alguien entra en su territorio, se siente amenazado y ha de irse.
Nadie quiere estar con nadie, incluso las parejas. Un integrante de esa relación debe irse a ocupar el cuarto de alguno con tal de estar separado de su amor.
Ashley está sentada en su cama, razonando lo que pasó hace tres días. Tres días en el que casi mata a su hermana, dos días desde la marcha de la mitad de la manada y un día, desde que recibió la supuesta muerte de su gemela. Cosa que la extraña ya que es imparable, nada la detiene. Se supone que todo ha acabado, pero ella no se traga el cuento de que haya fallecido, algo no cuadra en la historia.
Derek intenta hacerla entrar en razón, pero la última vez que Tina prometió no volver a entrometerse en su vida, todo era para vigilarla y sin sospechas. Su hermana está viva, ella lo presiente, es como una conexión.
Ha oído de esos mitos, que los mellizos, gemelos y demás pueden sentir lo que le pasa al otro, pero solo es eso, un mito.
Emma y John están desaparecidos, cuando despertaron en la discoteca, no estaban.