Acomodandonos

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Era temprano en la mañana y yo estaba despierto desde hace un tiempo observando el rostro tranquilo de Jotaro desde el borde de mi cama. El estaba relajado, boca arriba, con un brazo bajo su cabeza el otro apoyado sobre su estómago. En algún momento de la noche el se había destapado y quedó así. Al verlo detenidamente y sin miedo a que me mande a volar pude notar muchas cosas y una de esas era que me gustaban todas sus facciones, eran duras y definidas y sus músculos eran hermosos. En definitiva el era un hombre divino.

Suspiré levemente, disfrutando el momento y medio cantando muy suavemente para mí mismo. A pesar de todo lo que había pasado, y de toda la locura que viví en carne propia, me sentía feliz. El saber que el no se iría, me hacía sentir muy aliviado y en paz. Además de que mis heridas estaban muchísimo mejor, porque al menos ya no escocían.

Jotaro parecía que estaba descansando muy bien y pensé que debía dejarlo dormir un poco más. Cómo era domingo me tocaba preparar el desayuno a mí, así que me levanté, me fui a cepillar los dientes y a arreglarme un poco el cabello, ya que a la noche no me lo había acomodado. Me costó un poco, pero con el fijador y paciencia todo se podía.

Una vez abajo, preparé un desayuno típico americano con café, tostadas, jugo de naranja, puse beicon a calentar y mientras preparaba los huevos revueltos iba cantando para mis adentros totalmente ensimismado con mi tarea.

Mientras estaba dando las vueltas para hacer un enrollado de huevos batidos, sentí unos brazos anchos alrededor de mi cintura y un peso en mi hombro derecho.

-Huele bien

-J-Jotaro -Exclamé sorprendido- pensé que ibas a dormir más tiempo...

-Me desperté recién y no te vi, por eso bajé.

Me soltó y yo me di vuelta. Ya estaba cambiado con su pantalón blanco, camiseta negra y tenía la chaqueta en su hombro colgada. Estaba realmente para comérselo. El me levantó una ceja en un gesto divertido por mi excrutiño y yo solo llegué a aclararme la garganta y darme la vuelta para seguir cocinando. Sentía mi rostro arder los mil fuegos.

-Ya va a estar el desayuno Jotaro-san...

En eso suena un teléfono y jotaro atiende al segundo toque.

-Kujo -Dijo, serio como recordaba. Pasaron unos minutos y yo me mantuve en silencio por respeto- Bien... -Otra pausa- Los voy a mat... Si, si... Ya me encargaré de todo.

Mientras yo terminaba de emplatar todo y servir, lo vi totalmente enojado, la máscara de odio estaba en su sitio.

-Si, tendré que... Mándame un informe así lo estudio mejor. -otra pausa- Ah, dame un respiro

Y cortó.

Por unos segundos, el simplemente se quedó con los ojos cerrados apretando el teléfono aún. Y por unos segundos pude notar toda la carga que el traía encima, se lo veía cansado y por sobretodo, muy muy enojado.

-Josuke -Me sobresalté de que me llamara ahora. Su voz era totalmente neutra- En 15 minutos me voy. Paso por ti al almuerzo. Aún tenemos que discutir muchas cosas. Por nada del mundo salgas de la casa y por favor, ten siempre esto encima.

Me pasó un aparatito parecido a un teléfono.

-Si llegara a pasar algo... inmediatamente aprieta el botón de la derecha. Yo sabré dónde estás si lo haces.

-¿Qué pasó Jotaro? -pregunté medio con miedo. El Jotaro frío y de las órdenes volvió a aparecer y ya no quedaba nada del Jotaro de esta mañana.

-Tenemos problemas con las mujeres de ayer. Pero ahora no es tiempo, tengo que investigar más antes de preocuparme.

Decidí no molestarlo más. No quería sumamerme al paquete de estrés de sus hombros.

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⏰ Última actualización: Nov 23, 2019 ⏰

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