CAPÍTULO 8

7.5K 150 4
                                    


- Te dije que no me juzgues hasta conocer todo.
- ¿Aún falta más?
- Si mi amor, pero dime si estás dispuesta a escuchar el resto de la historia.
En ese momento sonó el celular de Dana, era un mensaje que decía:
" Hola Linda. ¿Por fin tuviste el valor de preguntar sobre tus dudas? Soy Pablo.
En ese momento la calma parecía rondar toda la habitación, respondió el mensaje:
" Si, es doloroso, pero tenías razón es lo mejor que pude haber hecho. Basta de farsas. ¿Estarás en el café más tarde?
Inmediatamente Pablo respondió:
" Por su puesto linda, aquí estaré. La Universidad no se paga sola. Te veo más tarde y tendré tu galleta de chispas de chocolate lista."
Entre sus lágrimas logro asomarse una sonrisa al leer ese mensaje. Respiró y respondió a Zuleyma:
- Bien madre. No creo que haya algo peor que puedas decir. Pero está bien continua.
Pero en realidad lo había, había algo aún más obscuro en la vida de Zuleyma.
- Después de que Alan se despidió ese día, no lo volví a ver, enviaba mensajes y no me respondía, las llamadas se iban directo al buzón de voz. Era evidente que cumpliría lo pactado con Alfonso. Mientras yo, caí en una tremenda depresión, tu padre trataba de alentarme de enamorarme de nuevo, pero creo que también se rindió. Pensé muchas locuras, incluso en suicidarme.
- ¿Qué? ¿Todo por un hombre ?
- No es solo por eso Dana, el día que te enamores te darás cuenta de lo que un amor puro y verdadero vale. Pero mis pensamientos se detenían siempre, cuando escuchaba llorar a Angélica o cuando te acercabas a mi mientras lloraba y me abrazaba. Decidí dejar todo en el pasado y salir adelante por ustedes. Ya no me importaba si tu papá me amaba o no, decidí amarme yo misma y ser yo la primera persona que importara en mi vida. En ese entonces Alan y yo nos dejamos de ver cerca de 1 año. Por cosas del destino nos volvimos a ver fue como si el tiempo no hubiera pasado, no puedo decirte nada más hija pero ese reencuentro fue maravilloso es como si tu otra mitad regresara a ti y te sintieras completa nuevamente, viva y feliz.
- ¿Quiere decir que tú rompiste primero el trato antes que papá?
- No podría responder eso hija mía, hace muchos años que deje de preocuparme por tu papá, él se atrevió en amenazarme con separarme de ustedes y por nada del mundo lo permitiría. Por eso cuando regresamos Alan y yo acordamos muchas cosas, distancia, discreción y que ante toda sospecha que sintiera por parte de tu papá nos alejaríamos, pero jamás imaginé que ustedes fueran las que sospecharan.
- En realidad Angélica es la que siempre ha pensado sobre este asunto mamá, yo siempre te defendí a ti y a papá, pero creo que me equivoqué.
Justo en ese momento se escuchó que intentaron abrir la puerta de la recamara.
- Mamá, mamá! ¿Está Dana contigo?
- ¿Qué pasa Angélica ?
- Solo quiero saber si están ahí juntas y por qué no me incluye a mi.
Dana se puso de pie y abrió la puerta.
- Pasa chaparra he terminado de hablar con mamá.
- Pero Dana, ¿no quieres que continuemos?
- Más tarde mamá, necesito despejarme un poco. Voy a salir regreso más tarde.
- Si cariño, ten cuidado por favor.
- ¿Qué pasa mamá? ¿Por qué Dana se ve como zombie?
- No seas tontita, son cosa de chicas, cuando seas mayor entenderás.
- Para tener la cara como Dana, mejor no.
Dana tomó un taxi y se dirigió al café, necesitaba hablar con alguien que no conociera a su familia, que no juzgará a su familia y sobre todo a sus padres.
- ¡Hola linda! Llegastes antes.
- Hola extraño.
- Recuerda que ya no somos extraños.
- Tienes razón, hola Pablo.
- No preguntaré ¿qué tal estás? por tu cara se sabe que nada bien.
- Necesito hablar con alguien, ¿tienes tiempo?
- No, en estos momentos no. Dame unos minutos. Sabes el papá de mi jefe vendrá más tarde, acabo de escuchar y quiero quedar bien con él.
- Está bien, tengo tiempo.
Pasaron unos minutos Pablo atendió unas cuantas mesas y aseo parte del lugar. Antes de todo eso le llevo a Dana una galleta de chispas y un café frío.
- Listo Linda, soy todo tuyo.
- Siéntate, quiero contarte algo y quiero que me des tu punto de vista, ¿de acuerdo? No quiero que me juzgues.
- Está bien linda, no me asustes. ¿Qué pasa?
Le contó de forma breve todo lo que sabía sobre sus padres, no dió tantos detalles solo las cosas que considero importante. Pablo escuchaba atento, cada que Dana sollozaba, tomaba su mano y la apretaba tiernamente. Al finalizar Dana tomó un respiro profundo, como si acabara de sacar un gran peso dentro de ella.
- ¡Vaya! Que historia eh!
- ¿Qué piensas ?
- Para comenzar linda, nosotros no somos nadie para juzgar a los padres. Se que es doloroso pero ten en cuenta esto. Cuando los hijos crecen se van del hogar, forjan su carrera, obtiene trabajos, se casan, tiene hijos y muchos compromisos. Y los padres se quedan en casa, envejeciendo, enfermando y tratando de dar lo más que pueden a la vida. Respóndeme algo ¿Quieres que tus padres lleguen a ancianos y sean infelices ? ¿amargados ?
- Claro que no, por su puesto que no. Yo quisiera ver a mis padres felices, como lo éramos, o como pensé que lo éramos.
- Entonces esa es tu respuesta linda. Nosotros creemos y dejamos el hogar, los padres viven su vejez y no hay nada mejor que vivirla plena con el ser amado a tu lado. ¿O acaso crees que yo no quisiera vivir toda la vida a tu lado ?
- ¿De que hablas?
- Se que quizá no es momento para decirlo pero, te he observado desde hace mucho. Se que llegas a la escuela que está cerca de aquí y en ocasiones te he visto con tus amigas caminando cerca o inclusive haz venido a comprar aquí, alguna vez te he atendido pero creo que no lo recuerda.
- Para ser honesta no.
- Bueno pero eso no es lo importante hoy, lo importante es que quieres ver a tus padres felices. Y eso es lo que debes analizar y que no te ganen las emociones.
Justo en ese momento se escucha el tintinear de las campanas que están detrás de la puerta de entrada, Pablo estaba frente a ella mientras Dana a la espalda.
- Linda, tengo que dejarte. Acaba de llegar el padre de mi jefe y aparte de todo eso, me da clases en la universidad. Debo correr y atenderlo, no te vayas por favor.
- Está bien, esperaré un rato más.
A lo lejos se escucho un grito salir de la oficina:
- ¡Papá! Que bueno que veniste.
- Hola hijo, ¿qué tal está todo?
- Muy bien papá. Sabes que siempre eres bienvenido a este humilde negocio.
- Vamos hijo, haz trabajo duro por este negocio. Te lo mereces.
- Buenos días profesor. ¿Qué me puedo ofrecer el día de hoy?
- Vamos Pablo, no estamos en la universidad llámame por mi nombre, ya lo sabes.
- Está bien una disculpa. ¿Qué te puedo ofrecer el día de hoy Alan?
Al escuchar ese nombre, se paralizó el corazón de Dana. Al voltear hacia donde estaban, lo volvió a ver por segunda vez.
- Ese es el amante de mamá. Dijo en voz baja.

EL AMANTE DE MAMÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora