CAPITULO 21

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- Bueno, si es así quiero que sepas el motivo por el que te mandé hablar.
- Te escucho.
- No andaré con rodeos Zuleyma, a estas alturas de mi vida no me gusta perder el tiempo. Alan y yo hemos hablado mucho de ti.

El rostro de Zuleyma remoto color con un leve sonrojo.

- No tiene que darte vergüenza. Sé que te conoció el día en que me diagnosticaron mi enfermedad y sé que fuiste un gran apoyo moral para él. El trato, tu personalidad, tu belleza y obviamente la necesidades Alan llevaron una cosa a la otra. Sé también que tu matrimonio no es más que una farsa, por cierto ya me comentó Alan lo que hizo el tramposo de Alfonso. ¡Vaya tipo! Espero pronto te decidas a divorciarte de él, Alan pronto estará solo y te necesitará más que nunca.
- Por favor Martha no digas esas cosas.
- Vamos, seamos realistas. Sé que pronto moriré y también sé que en cuanto yo esté muerta ustedes querrán hacer su vida juntos y no estoy en contra de ello. Por el contrario querida, te pedí vinieras porque te quiero dar un consejo.
- ¿Un consejo?
- Así es. Mírame, postrada en esta cama, mi vida pasa lentamente, veo a mis hijos crecer y ser hombres de bien, veo al pobre de Alan sufrir en silencio por tener que estar a mi lado en las noches cuando debería estar contigo.
- Martha no, las cosas no son así.
- Lo son y no me estoy quejando. Por el contrario siempre he estado y estaré agradecida con Alan, jamás me dejó y se que no lo hará. No cualquier hombre hace este sacrificio por sus hijos y por la madre de ellos.
- No solo las mujeres sacrificamos nuestro amor propio y el de pareja, también existen hombres que se sacrifican por sus hijos.
- Y es por eso que te mandé hablar. Mi consejo querida Zuleyma es: ¡Vive!
- ¿A qué te refieres Martha?
- ¡VIVE! que no te importe lo que la gente diga de ti mientras tú seas feliz. Quiero que Alan sea feliz y se que la felicidad de él es a tu lado. Por favor decídete de una buena vez a dejar a Alfonso, no tengas temor de quedar desamparada, no tengas temor de lo que la gente diga o no de ti, ¡VIVE!. Tienes mucho por delante, tus hijas crecerán y se irán. ¿Y tú? ¿Seguirás acaso viviendo a la sombra de Alfonso? o ¿Quieres vivir feliz?
- Por su puesto que quiero ser feliz Martha. Pero...
- Pero nada, tienes salud, tienes belleza, tienes al hombre que te ama, ¿qué más quieres?
- Lo se, pero la situación no es tan fácil.
- ¿No lo es? o ¿tú no la quieres ver fácil?
- Podría ser. No lo sé, es algo complicado. Además primero debemos pensar en ti en estos momentos.
- ¿Y en mi por qué? ¿Por que moriré?
- No, no es eso. Solo que ...
- Yo moriré Zuleyma lo sé y estoy esperando ese día para poder irme en paz, solo quiero saber que Alan estará bien, ¿ puedo contar contigo ?
- Por supuesto, no era necesario pedirlo. Él es todo para mí.
- Y si lo es, ¿por qué no quieres dejar a Alfonso?
- Por mis hijas.
- Dana sabe toda la verdad y Angélica ya es lo suficientemente grande para entender las situaciones. Además, él tendría que explicarles que tienen otra hermana, creo que quien está en más problemas es él.

Una pequeña sonrisa salió del rostro de Martha. Mientras Zuleyma la veía afirmando la situación.

- Ves querida. Las cosas que son muy fáciles jamás tendrán el mismo sabor que aquellas por las que hemos luchado.
- Tienes razón Martha, creo que es momento de comenzar a pensar en mí antes que todos.
- Así es, no lo hagas ya cuando estés como yo en una cama.
- No digas eso Martha.

Zuleyma tomó la delgada y delicada mano de Martha, se miraron unos segundos en los que demostraban su respeto y admiración la una por la otra.

- Quiero pedirte algo más querida.
- Lo que digas.
- Moriré pronto y quiero que Alan este a mi lado. Necesito a mi familia cerca de mi. Quiero pedirte que dejes a Alan unos días para que esté a mi lado y pueda despedirme de él. No quiero que estés el día de mi sepelio, no quiero que la familia y los amigos hablen mal de ti y de él. Solo nosotros comprendemos y nos amamos tanto que entendemos nuestra situación.
- No te preocupes Martha cumpliré con tu deseo. Me alejaré de él unos días pero le explicaré el porqué.
- Pero hazle creer que esto es idea tuya, no quiero que él mal intérprete mi petición y piense que te quiero alejar de él.
- Hecho. Así será.
- Bueno querida eso era todo, agradezco que hayas venido. Por favor dile a Perla que pase tengo un poco de dolor.
- Claro si en un momento.

Zuleyma dejo la mano de Martha sobre la cama y se puso de pie, justo antes de abrir la puerta regreso la mirada hacia ella y dijo:
- Gracias Martha, por darme la oportunidad de ser feliz.
- Gracias a ti, por querer ser feliz. Recuerda querida ¡Vive!

Ambas sonrieron, abrió la puerta y hablo a Perla para que entrara justo detrás de ella estaba Alan.

- ¿Qué pasó? ¿Todo bien?
- Si, todo bien. No te preocupes. Ella es una gran mujer.
- Lo sé, es una pena que jamás logré enamorarme de ella.
- Lo sé, pero al menos lograste enamorarte de mí.

Se miraron y ambos sonrieron cálidamente.

- Entraré a ver a Martha. ¿Me esperarás?
- No, ya debo irme. Es un poco tarde. ¿Te parece si nos vemos mañana temprano en la casa?
- Si cariño, allá nos vemos.

Alan tomo su mano y la besó antes de entrar a la habitación de Martha.

Mientras caminaba a la salida se despidió de los gemelos, subió a su coche y tomó el camino a su casa.

Justo antes de llegar, recibió un mensaje de Dana:

" Papá acaba de llegar y preguntó por ti. Le dije que habías ido a comprar algo de cenar"

Estaba a dos cuadras de llegar a casa así que no pudo regresar a comprar nada. Estacionó el coche y entro a la casa.

- ¿Qué no habías ido a comparar algo de cenar? pregunto Alfonso.
- Buenas noches Alfonso. Si, pero olvide la cartera y regrese a buscarla. ¿Pasa algo?
- Hola mami, Vi tu cartera en mi habitación, de seguro la dejaste cuando pasaste a avisarme que saldrías.
- Gracias Dana, pensé por un momento que la había perdido. Gracias mi amor. Pero creo que pediremos pizza no tengo humor de volver a salir. ¿Qué te parece?
- Si está bien, subiré con Angélica para saber de qué especialidad la quiere.
- Gracias hija. Habías dicho que llegarías tarde. ¿Todo bien?
- Si todo bien, arregle los pendientes más pronto de lo que pensé.
- Alfonso, ¿tienes tiempo de hablar?
- ¿De qué quieres hablar mujer?
- De nosotros.

EL AMANTE DE MAMÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora