De boda

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Joe le había dejado el rancho. Dejó escrito que le consideraba su hijo y que no había nadie más al que le pudiera dejar ese legado.

Danny y él lo visitaron pocas semanas después de firmar. Situados directamente en el centro de la propiedad miraron a su alrededor. Pensaron que aquel lugar, donde estaba enterrado el que sin duda era uno de los hombres más importantes en la vida de Steve, sería el mejor sitio donde comenzar a construir algo que fuera únicamente para ellos y la familia que habían creado.

Ampliaron la vivienda principal con cuatro dormitorios más, para sus cuatro hijos. Crearon un par de pequeñas casas de invitados. Restauraron las caballerizas. Levantaron un hogar al que retirarse. Su paraíso particular. Donde procurarían que existiera en la menor medida posible el dolor, el miedo y las épocas oscuras. Que sólo hubiera espacio para los abrazos, las sonrisas y la complicidad.

Y dos años después de aquel adiós tan doloroso. Un año y medio después de que Steve y Danny se prometieran en matrimonio delante de Liv reunieron a la familia y amigos para celebrar una unión que se empezó a fraguar desde el momento en que ambos se apuntaron con sus armas hacia ya casi 10 años.

Desde que el antiguo policía de Jersey permitió que su compañero le llamara Danno. Algo solo reservado para las personas que realmente amaba. Desde que el Seal le regaló 3 noches en el hotel Kahala porque verle sonreír ante la posibilidad de que su hija fuera feliz hacía que su corazón se llenase de una inexplicable calidez.

La noche antes habían celebrado una pequeña fiesta privada con los antiguos miembros del 5.0. Los 4 primeros locos que convirtieron aquel proyecto en Ohana. Los cuatro que a pesar de la distancia seguían en contacto diario.

No faltaron las longboard y las gambas con ajo y mantequilla. Y las risas.

Y al día siguiente, con todos reunidos comenzaron a sonar mientras Steve esperaba a su policía los acordes de Born to be my baby del adorado Bon Jovi de Danny. La sonrisa que adornó el rostro de él valió por mil soles.

Porque sí, fue en una árdua, larga y lluviosa noche hawaiana cuando descubrieron, aunque no le pusieran palabras en aquel momento, que tenían algo que no les podrían quitar. Cerraron las puertas dejando el frío fuera, porque sí, sabían que tenían algo que no moriría nunca.

Tenían su sueño, no expresado, de caminar juntos hasta el final. El orgullo que sentían el uno por el otro.

Sabían que sus corazones latian sincronizados, que sus pieles se buscaban, que eran uno. Que jamás dejarían que el otro se alejase porque sí, habían nacido para ser su chico, para ser el hombre de cada uno.

En aquellos primeros días no tenían claro cuál sería su destino pero tenían algo en lo que creer. No sabían si había sido alguna deidad hawaiana pero seguro que de algún modo sus vidas habían ido trazando un plan para ellos.

Y cuando llegó el día a día de luces tenues frente al televisor supieron que aunque no fueran situaciones extraordinarias para ellos estaba bien. Porque había llegado su tiempo para hacerlo a su manera, a su ritmo. Estando juntos saldrían adelante, viviendo en el corazón del otro hasta el día que murieran.

Steve vestía el uniforme de comandante de la Marina. Con todas sus condecoraciones. Danny traje gris con la última corbata regalada por su chico, azul y decorada con palmeras y soles.

Se unieron en el altar, mirando de soslayo a su alrededor.

Viendo a Kono, que había venido acompañada de la antigua compañera de la unidad Lori Weston con la que volvía a trabajar en su último destino en Washington DC. Chin con Abby sonriendo ampliamente venidos junto a su hija Sara desde San Francisco. A Lou secarse una indiscreta lágrima siendo observado por la dulce mirada de su esposa Reneé, flanquados por sus hijos Samantha y Will. A Adam y Tamiko con su prometedora y todavía recién estrenada relación sentimental. A Junio y Tani comenzando también su historia. A Jerry feliz al lado de su reencontrado amigo Max, el antiguo forense del 5.0 llegado junto a su mujer Sabrina desde nada menos que Madagascar.

Somos padres, ¿tu y yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora